BARCELONEANDO

Lenin resiste en esta Barcelona de Monopoly

Las 'kellys' del Lenin Hostel, València con paseo de Gràcia, ganan más que sus camaradas de los establecimientos de lujo

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Carles Cols / Barcelona

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Barcelona, lo más parecido a vivir en un tablero del Monopoly pero con fichitas rojas de hotel ilimitadas, tiene un Lenin Hostel. Es más, está prácticamente en la última casilla de esta suerte de liturgia del capitalismo que es el juego de mesa concebido, allá por 1903, por Elizabeth Magie, el paseo de Gràcia, que si los dados te llevan a ella cuando ya está edificada te quedas, como jugador, literalmente desahuciado. Pues eso, que Barcelona es un Monopoly, pero esta excursión hasta el número 278 de la calle de València, frente al hotel Majestic, el de aquellos pactos de los que, como un Leon Trotsky, parece que los hayan borrado de las fotos de la historia, tiene otro propósito. El plan es visitar el Lenin Hostel, que no se anuncia con luces de neón. Es discreto. A pie de calle solo hay una placa junto al timbre, pero ahí está él, Vladimir Ilich Uliánov, para amigos y enemigos simplemente Lenin, de perfil, más o menos como aparecía en las medallas conmemorativas soviéticas. Causa asombro. La gente se hace 'selfies' junto al cartel. No es para menos.

Lenin fue común en la Barcelona republicana. Hasta había un cuartel Lenin, donde Orwell presenció la versión 'anarco' del deporte rey

Hubo un tiempo en que Lenin formó parte del paisaje urbano de Barcelona. Durante la guerra civil, de la fachada del Hotel Colón de la plaza de Catalunya pendían los retratos de Lenin y Stalin. El PSUC se había hecho dueño del edificio, el mismo cuyos bajos ocupa hoy lo más 'chic' del capitalismo actual, la tienda Apple. En la Gran Via, a caballo de Barcelona y L’Hospitalet, estaba el Cuartel Lenin, donde los brigadistas internacionales del POUM, como George Orwell, entraban en contacto con ese oximoron que obligatoriamente es una instrucción militar anarquista, "con esos demenciales partidos de fútbol, con cincuenta jugadores en cada equipo, sobre la grava del picadero" en los ratos de ocio y con ausencia total de disciplina a la hora de hacer instrucción.

La Pedrera, no lejos del actual Lenin Hostel, también fue del PSUC. Cuando los Milà se pasaron al bando nacional (viaje político que no sorprendió a nadie en la ciudad, porque el patriarca, Pere Milà, pasó del catalanismo de la Lliga a reírle las gracias a Primo de Rivera sin apenas pestañear) los dirigentes comunistas locales ocuparon el edificio. El secretario general del PSUC, Joan Comorera, se instaló en el primer piso, un pisazo, y habrá que imaginar que sobre la mesa del despacho tenía un busto de Lenin. El Ritz, donde por cierto trabajó durante un tiempo como empleado Ramon Mercader, el hombre que mató a Trotsky, también tuvo su etapa pesuquera. Total, que hay que imaginar esa Barcelona de hace 81 años, tan leninista ella, parpadear y, al abrir los ojos, situarse, alehop, en el año 2008, cuando Marcel Batlle decide dar su segundo paso empresarial en el sector hotelero tras una primera aventura en la calle de Fontanella. Le ha echado el ojo a la pensión Fani, de la calle de València, que está en traspaso. Lo de Fani no tiene mucho glamur. Es como se llamaba la antigua dueña. A Marcel el nombre le chirría. Pronunciado tal cual, en inglés sugiere parranda a tutiplén. No se trata de ser el imán de los peorcito del turismo que recala en la ciudad. Elegir una nueva enseña comercial, sin embargo, no es tarea fácil.

Los hoteles Lenin de todo el mundo se cuenta con los dedos de la mano de un Mickey Mouse y aún sobra un pulgar

Lo cómodo sería elegir al azar un nombre en el santoral de los lugares comunes, como Mediterráneo, GaudíDalí, recuerda Marcel de aquellos días, pero de repente tuvo una epifanía laica y se le asomaron al balcón de la memoria todas aquellas ocasiones en que de niño, porque no echaban nada más en la tele, vio 'Doctor Zhivago', de David Lean, y también aquel muy currado trabajo que sobre la revolución rusa hizo en la facultad de empresariales para subir nota. Influyó lo suyo también, claro, que años antes contrajo matrimonio por el rito ruso ortodoxo con Olya, ucraniana rusófila, con la que tiene cuatro hijos. Total, que el negocio lo bautizó como Lenin. Es un nombre atrevido, admite. Stalin estaría demasiado lejos de la línea de lo políticamente correcto. Lenin solo la pisa. "La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano", arengaba Lenin en la convulsa Rusia de 1917. Un tipo controvertido, sin duda, pero que no está ya de moda. En Moscú aún tiene una avenida imponente, la Leninsky Prospekt, pero los hoteles del mundo con el nombre de Lenin, por ejemplo, se cuentan con los dedos de la mano de un Mickey Mouse, y aún sobra el pulgar.

Todos fijos

Al Lenin Hostel de Barcelona no van nostálgicos de la URSS o descreídos como los IranovBuljanov y Kopalsky de 'Ninotchka'. Solo es, para los visitantes, un establecimiento más, estupendamente situado y barato. Lo interesante, pues, no es el libro de huéspedes, como erróneamente uno podría pensar, sino la política interna del negocio. Explica Marcel que el Lenin Hostel se puso en marcha sin ayuda financiera de los bancos, que todos los empleados tienen contrato fijo, que paga sueldos por encima del convenio del sector y, hete aquí la verdadera revolución, que sus 'kellys' ganan más que las de los hoteles de lujo del paseo de Gràcia.

¡Ay!, si los hoteles del Monopoly fueran así...