En la misma silla que la Begum

El 'atelier' de Pertegaz se mantiene igual que cuando acogía desfiles y alta costura

Uno de los rincones del 'atelier' de Pertegaz, el espacio se conserva tal cual estaba cuando allí se hacían desfiles y alta costura.

Uno de los rincones del 'atelier' de Pertegaz, el espacio se conserva tal cual estaba cuando allí se hacían desfiles y alta costura. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Entrar en el 'atelier' de Pertegaz nunca ha sido fácil. En vida del mago de la aguja, así se le bautizó, se requería tener posibles e invitación. Aunque ambas cosas iban unidas. Ahora, desaparecidos el creador, los desfiles y los trajes a medida, y con una actividad comercial puertas adentro, no se necesita tarjeta, ni de presentación ni de pago, para cruzar el umbral de lo que fue el sanctasanctórum de la alta costura de Barcelona, pero sí una buena excusa. La presentación de 'A punt d’estrena' (Columna), la última novela de Maria Carme Roca, lo es. Su protagonista empieza como dependienta en Can Jorba y acaba como maniquí (que es como se llamaba a las modelos cuando sus cuitas todavía no ocupaban portadas de revistas) del modisto más reconocido del país, con permiso de Balenciaga. Y en medio, un retrato de la Barcelona de los 50.

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Aquella en la que el actual paisaje franquiciado de las cadenas de tiendas de moda no podía ni imaginarse. Y aquella en la que los vestidos de la gente corriente o se hacían en casa o los hacia la modista. Mientras que las afortunadas tiraban de modista y de alta costura. Y las más afortunadas todavía se largaban a París para llenar el armario. Para la clase media la costura en casa o en casa ajena fue así hasta la entrada del 'prêt-à-porter' en Can Jorba. Los almacenes llevaban años en marcha pero tuvieron su época dorada entonces, en los 50. El mismo momento en que los diseñadores con nombre eclosionaron en España. Producción en serie para unas; producción exclusiva para otras.

En el edificio del Portal de l’Àngel había confección, y había de todo, por haber hasta había un zoo en la quinta planta. También desfiles. Y a estos acudían las señoras que no podían permitirse el lujo de asistir a los de Pertegaz. Los de la Diagonal duraban un mes por temporada y eran siempre a las cinco de la tarde, hora tan taurina como lorquiana. La invitación, personal e intransferible, era obligada y los intentos de colarse casi que también. Muchas costureras, acompañadas y ataviadas por sus clientas, trataban de acceder para poder copiar las tendencias, pero siempre eran invitadas a marchar. Eso sí, de forma amable.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Maria Carme Roca\u00a0","text":"novela esa Barcelona centrada en la moda en 'A punt d'estrena'"}}Can Jorba duró hasta la llegada de El Corte Inglés, en 1962, a la plaza de Catalunya. El 'atelier' Pertegaz, hasta la crisis del petróleo, a mediados de los 70. Por entonces la forma de comprar llevaba tiempo mutando. Hacía años ya que en las tiendas las prendas confeccionadas habían desplazado de los estantes los metros enrollados de tejidos. De manera que el nuevo comercio y la competencia en la cercana plaza de Catalunya quitaron protagonismo a los almacenes del Portal del Àngel. Y los nuevos hábitos fueron los que acabaron también con mucha de la alta costura de la ciudad. Pero no pudieron con el mago de la aguja que en el 79 volvió a la carga. Las colecciones y los desfiles, en versión reducida, se estiraron hasta el 92. A partir de aquí, solo hubo clientas especiales, como Bibi Salisachs. Y en el 2012 el maestro colgó definitivamente el dedal.

LABOR OMNIA VINCIT

Los históricos almacenes ya no son lo que eran, conservan el lema tallado en piedra 'Labor omnia vincit'  y la planta, una construcción clasicista de Arnau Calvet que en 1927 ganó el concurso anual de edificios, pero han perdido el nombre y la espectacular decoración original. El 'atelier' Pertegaz sigue igual. Tal cual. Las mismas sillas, las mismas butacas, los mismos espejos y los mismos focos. Así que uno puede sentarse ahí donde en el 2004 lo hizo la Reina cuando solo era Letizia Ortiz. O donde hizo lo propio la Begum Aga Khan unos cuantos años antes, en un desfile privado. Aunque no fue aquí por donde se pasearon Ava Gardner Audrey Hepburn. El animal más bello del mundo y el cuerpo «perfecto», según Pertegaz, eran asiduas del taller que el diseñador tuvo temporalmente en Madrid. A Jackie Kennedy la vestía en Nueva York.

Pero Can Jorba también recibió visitas ilustres, Roca rememora la de la Ingrid Bergmanen el 54, mientras se encontraba en Barcelona representando 'Jeanne d’Arc au bûcher' en el Liceo. Aún así nada comparable con tener permanentemente a dos paparazis en la puerta de la Casa Sayrach, el edificio de aires modernistas y de imponente portería que acoge el atelier Pertegaz. Sucedió  cuando allí se confeccionaba el vestido de novia de Letizia. Entonces allí aún se hacía alta costura.