HOMENAJE EN EL ATENEU BARCELONÈS

El árbol de Isabel Núñez

En construcción  Obras de la futura Biblioteca Joan Maragall, ayer en Sant Gervasi.

En construcción Obras de la futura Biblioteca Joan Maragall, ayer en Sant Gervasi.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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La Biblioteca Joan Maragall, que abrirá sus puertas antes del verano del 2014, se encuentra bajo los jardines del centro cívico de Vil·la Florida, en el barrio de Sant Gervasi. A dos calles, muy cerca, se encuentra el azufaifo que entre el 2007 y el 2011 simbolizó la resistencia de un grupo de vecinos encabezados por la escritora, cronista y traductora Isabel Núñez, para salvar a este árbol de pequeños frutos rojizos amenazado por la construcción desaforada que invadía Barcelona.

El azufaito se salvó pero Isabel Núñez perdió la vida hace un año y, en su recuerdo, la noche del miércoles se le rindió homenaje en el Ateneu Barcelonès. Allí se anunció que su hijo, el joven antropólogo Guillermo Aguirre Núñez, ha donado la colección de 2.700 libros de su madre a la biblioteca Joan Maragall.

«Me gusta pensar que no solo me veis a mí, sino que también la veis a ella reflejada. A menudo tengo esta sensación por la manera en cómo me miráis y como me habláis. Me gusta pensar que, al igual que esos libros, soy una de las cosas que queda de ella o su representante», argumentó su único hijo ante una repleta y emocionada sala.

Assumpta Bailac, gerente de Bibliotecas de Barcelona, consideró en el mismo Ateneu que esta donación es un legado de gran valor. «Por su trabajo como crítica literaria, la selección está hecha con gran criterio literario», define Bailac, que valora el compromiso cívico que tenía la escritora, autora de los libros Postales de Barcelona, Si un árbol cae y La plaza del azufaifo, y de los blogs reivindicativos titulados Crucigrama y Polis, muy seguidos en la red.

En ese mundo digital, Isabel Núñez destacaba como cronista de Barcelona, una ciudad a la que miraba con tristeza en su metamorfosis hacia «un parque de cemento». Como ella misma dejó escrito, se oponía a la tala indiscriminada de plátanos, palmeras y acacias de la Diagonal para que pasara el tranvía, a la desaparición de los almeces en la plaza de Joaquim Folguera para ampliar la línea 9 y de diversas especies arbóreas en el parque de la Ciutadella para un aparcamiento.

En su lucha la apoyaron muchos intelectuales, como Fèlix Azúa, Enrique Vila-Matas y Marcos Ordóñez. O José Aguirre, su exmarido y padre de su hijo, y amigos íntimos como la traductora Anne-Hélène Suárez, Júlia Goytisolo, fundadora y directora de Barcelona Film Comision, el cineasta José Luis Guerin y Salvador Foraster, propietario de Xoroi, a quien ella llamaba el librero de la calle Berlinès. También estaba la creadora de documentales Elena Vilallonga, de quien se proyectó un aplaudido cortometraje en el que se veía a Isabel enseñando a hacer unas croquetas a unos japoneses en su casa, una de sus recursos para incrementar los efímeros y pocos ingresos con los que malviven los traductores de libros.

Ellos y un centenar de personas más asistieron al homenaje en el que intervino Itziar González, exconcejala de Ciutat Vella. Se conocieron un mes antes de la muerte de Núñez, pero la relación fue intensa. «Fue una ciudadana que dio voz a un árbol. Con sus crónicas consiguió hacer un pulso a todo el gobierno municipal. Su obsesión eran las raíces, lo que no se ve, y en cambio es lo más importante».