El drama de los asentamientos de inmigrantes en Sant Martí
Amenaza de desalojo en las dos principales naves del Poblenou
La mañana de ayer, mientras la Assemblea Solidària contra els Desallotjaments del Poblenou abría la nave del 467 de la calle de Pere IV a la prensa para mostrar que está en buenas condiciones -la propiedad ha solicitado el desalojo alegando su peligrosidad-, un agente judicial se personaba en la vecina fábrica de la calle de Puigcerdà para citarles a declarar a juicio el 16 de mayo, lo que pone en jaque las dos principales naves donde malviven decenas de personas que se dedican a la recogida de chatarra. Son unas 40 en Pere IV y más de un centenar en Puigcerdà, donde el ayuntamiento está desplegando un polémico plan de reinserción.
En un altillo de la nave de Pere IV ahora en jaque hubo un incendio el pasado 26 de diciembre. Los técnicos municipales alertaron de los peligros que comportaba la zona en la que se produjo el incendio y un sótano, espacios que desde entonces quedaron en desuso. Los propios peritos del municipio dictaminaron que la parte central de la nave, la habitada, era segura, y pasó el corte de la primera tanda de desalojos exprés promovida por el propio municipio por cuestiones de seguridad en la primera fase del plan.
El abogado Andrés García ha recurrido la petición de desalojo de la propiedad y se está pendiente de una resolución judicial que podría obligar a los ocupantes a abandonarla en las próximas semanas. García argumenta que no existe ninguna urgencia para un desalojo cautelar, ya que el expediente lleva abierto más de dos años y no hay riesgo para la seguridad de las personas.
Ibrahima Dyie, uno de los portavoces del colectivo, explicaba ayer que no piensan irse. «Tienen que saber que tocar a un león es muy peligroso. Ya estamos muy cansados. Nos acorralan. Nos echaron de Consell de Cent, después de Badajoz, de Zamora...», relataba el joven senegalés, quien advierte que están «en pie de guerra». Dye denunciaba también que la Guardia Urbana les intimida cuando van a buscar agua a las fuentes. «A veces te obligan a vaciar las garrafas cuando ya las has llenado», aseguraba el hombre.
El comisionado para la inmigración del ayuntamiento y responsable del plan para la reinserción de estas personas, Miquel Esteve, negaba ayer que hubiera ninguna consigna para impedir que los habitantes de las naves usen las fuentes y les invitó a denunciarlo «por las vías existentes, si es que eso ocurre». «No tengo una varita mágica para convertir las calabazas en carrozas. Tengo que construir yo mismo la carroza, pero lo estoy haciendo. Estamos trabajando duro. Varias personas se han acogido ya a los planes de reinserción», defendió Esteve, quien aseguró que no puede hacer nada para impedir los desalojos por vía judicial, ya que la propiedad tiene «todo el derecho a reclamarlos».
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