VIVIR EN LA FRONTERA LLOBREGAT

Algo pasa al otro lado de Montjuïc

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Sobre las chapas que esconden las obras de la futura estación de la Foneria, en el paseo de la Zona Franca, una de las paradas en el barrio de la L-9, un mural feminista firmado por L’Engranatge, Taula de Dones. En él, se ve a varias mujeres mostrando carteles con mensajes como ‘sóc capaç’, ‘sóc forta’, ‘sóc invencible’. Del metro, de momento, pese a que todo parece indicar que esta vez es la definitiva, en el barrio ven solo el característico cartel amarillo del estamos trabajando en ello. Lleva allí tanto tiempo que ya nadie repara en él.

En las últimas semanas, los barrios de la Marina están apareciendo, siendo citados al menos, en los medios de comunicación de una forma inusualmente frecuente, para bien o para mal. La firma de un convenio entre Colau y Junqueras con el objetivo de terminar al fin las encalladas obras del metro dirigió todos los focos hacia el barrio. La Marina protagonizó también la actualización de la lista de lugares en los que actuará el plan de barrios, y la alcaldesa acaba de anunciar su intención de "mirar hacia el Llobregat".

Obligaron a reparar también en esos barrios las últimas estadísticas sobre renta familiar. La Marina del Prat Vermell es roja también en este mapa. Según las cifras presentadas recientemente, el barrio mantiene el puesto 71 (de 73), aunque con un índice aún más bajo que en el 2014, pasando de una renta de 39,4 a una de 36,9. La media de la ciudad es 100. En la Marina de Port, la Marina 'rica' y también la más poblada, las familias pierden asimismo poder adquisitivo, situándose en un 70,4 y bajando a la posición 54.

Nacida y criada en el barrio, Anabel Montón tiene 26 años y es miembro activo de la asamblea de barrio de La Marina, uno de los espacios surgidos del 15-M, desde los que se ha intentado reavivar la llama de la lucha vecinal en el barrio, durante años apagada. "Las movilizaciones por el metro se hicieron fuertes aquí. Salimos a la calle 14 semanas seguidas,14 semanas seguidas y llegamos a ser mil personas, algo inaudito en este barrio, como mínimo después de las luchas vecinales de los 70", apunta la joven, quien tiene claro cuál ha de ser el próximo objetivo. "Tenemos un problema con la educación, muy grave. Las cifras de formación son dramáticas", apunta Montón. En la Marina del Prat Vermell solo el 4,2% de la población tiene estudios superiores, mientras la media de la ciudad es de casi el 30% (29,4%). Las cifras vuelven a ser mejores en la Marina del Port, con un 13% de titulados. También muy por debajo de la media.

Neus Cerdà, directora de la Fundació Mans a les Mans,Fundació Mans a les Mans entidad de referencia en el barrio, coincide con el diagnóstico de Montón. "La crisis ha sido muy dura y aún es muy dura. Es duro tener que hacer meriendas a los chicos porque sabes que en su casa no pueden. Es una cuestión de derechos", explica la educadora. En la lista de necesidades, Cerdà insiste también en la urgencia de la prometida llegada del metro para combatir "el aislamiento físico y mental", y el trabajo. "No solo el de los jóvenes, que también. En el centro de día atendemos a niños cuyos padres son parados de larga duración, otra realidad dura del barrio", prosigue.

¿QUÉ HACER CON EL TRABAJO DOMÉSTICO?

Janna Cantero, técnica comunitaria, plantea otro reto: la economía sumergida. "Con tantos años de crisis muchas mujeres han sacado adelante a sus familias principalmente con el trabajo doméstico, y ahora ven que se acerca la jubilación y no tienen derechos. Regularizar este trabajo es otro de los retos que nos tenemos que afrontar", señala. Ese es uno de los temas que afloran en la Taula de Dones del barrio, uno de los puntos de unión entre la Unió d'Entitats -el asociacionismo clásico- y el nuevo movimiento vecinal, alrededor de L'Engranatge.

Administrativamente la Marina son dos barrios -de Port y del Prat Vermell-, aunque funcionan como uno. Crear esa identidad común en dos barrios que en realidad son una suma de barriadas -Can Clos, el Polvorí, el Plus Ultra …- era uno de los objetivos que se fijó la Unió d’Entitats cuando se creó en 1987. 30 años después siguen persiguiendo lo mismo, aunque van más allá: buscan inyectar en sus vecinos orgullo de barrio. Empoderarles, en lenguaje pos15-M.

EL TERMÓMETRO DEL TAXISTA

“Ahora le dices a un taxista que te traiga al paseo de la Zona Franca, y te trae. Aunque en el imaginario de muchos barceloneses sigue viva la idea de la Zona Franca como el lugar al que se va a comprar droga, la situación ha mejorado mucho. Lo que nos falta es que los vecinos se sientan orgullosos de la Marina. Que nos reivindiquemos. Que nos situemos en el mapa”, expone Dori García, directora de la Unió d’Entitats, a la que pertenecen siete asociaciones de vecinos clásicas de las distintas barriadas, aunque "muy envejecidas y poco activas". Esa falta de empoderamiento es, a ojos de García, uno de los motivos por los que el tejido asociativo del barrio es tan débil. "Es un pez que se muerde la cola", destaca. Maria Santiago, secretaria de la asociación Marina Viva, una de las entidades culturales más activas de la Unió, coincide con García tanto en el diagnóstico como en el empecinamiento: empoderar a los vecinos y tejer orgullo de la Marina.  

El mural feminista de la futura estación de La Foneria es simbólico, pues, por muchas cosas. Por el lugar en el que está -una estación que está más cerca que nunca gracias a la lucha vecinal que, pese a todo, ha estado presente-, por quién lo firma y por lo que representa: ese empoderamiento que persiguen.

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