EL TURISMO EN CIUTAT VELLA

Cuando el turista se mete en tu salón

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Teresa Gallego vive desde hace 20 años en un entresuelo del pasaje de Sant Benet, una calle aún tranquila en una de las puertas de la cada día más inhabitable Ciutat Vella. Lo de inhabitable no es solo un lugar común. El distrito ha visto perder 106 habitantes al mes durante la última década; 12.703 vecinos menos en 10 años, según la última actualización de los datos del padrón. "No descarto convertirme en un número más en esa estadística. No nos vamos. Nos echan", lamenta esta vecina en la terraza de su piso, a punto de 'desaparecer' tras una de las alas del nuevo hotel de 100 habitaciones que Núñez y Navarro está construyendo en la calle del Rec Comtal, sobre los restos de la milenaria acequia.  

Al abrir la puerta de su piso, la primera imagen que aparece, al fondo, tras los ventanales del salón, son unas redes verdes, unas vigas aún desnudas y una grúa azul. Una estructura que aún permite ver el antes y el después. Las vistas que tenían antes de la llegada del hotel -"el monstruo", como lo llaman Teresa y Sara Tamayo, su hija-, y las que tendrán -o no tendrán- cuando esté terminado. "Este ala no era necesaria. El hotel en sí es el otro edificio, esta parte la levantan solo para tapar nuestro edificio, que es feo", explica la joven. "El lunes salí a la terraza a mirar la superluna y pensé que en nada ya no podré hacerlo... Toda esta claridad la perderemos", cuenta su madre. Mire por donde mire, desde todas las habitaciones de su piso ve una parte u otra de las obras del hotel. En su mismo caso están otras ocho familias.  

"Ir por la calle con prisa por Ciutat Vella es ya un imposible con los grupos de turistas o a pie o con cualquiera de los artilugios con los que se mueven que hay que ir sorteando [que ahora Colau quiere ordenar], pero es que ahora además se meten en nuestra casa", concluyen madre e hija.

Más allá de la evidente pérdida de calidad de vida de estas familias -y de valor de sus viviendas- entre el vecindario  -son especie en peligro de extinción, pero aún existen- temen que la apertura de este hotel, que, como tantos otros, esquivó la moratoria de licencias hoteleras de Colau al ya tenerla concedida, acabe de transformar por completo el ya débil tejido vecinal del barrio.

Si el comercio de proximidad ya no pasaba por su mejor momento, con el aterrizaje de estos nuevos 200 huéspedes -clientes potenciales de un nuevo tejido comercial, no precisamente de proximidad- ahora "pasará a estar en riesgo de muerte". "Santa Caterina aún no es la Boqueria, pero ya se ven los tarros de fruta preparados. Y con los nuevos hoteles, el nuestro no es el único, la situación irá a peor", prosigue esta vecina. 

BATALLA PERDIDA

La lucha contra el hotel del Rec Comtal empezó en el 2014, precisamente cuando Sara y su madre vieron entrar las primeras máquinas en el solar. En el vecindario sabían que allí había proyectado un hotel desde la modificación del PERI del 2007, pero no habían tenido ninguna notificación hasta que lo vieron empezar a levantarse con sus propios ojos. El principal argumento que siempre han esgrimido contra su construcción es la saturación que sufre el distrito ya antes de su llegada (además del a sus ojos nulo bien común que aportaba la modificación del PERI que introducía la pieza del hotel). En temporada alta calculan que -entre hoteles, hostales, albergues, pisos turísticos legales y ilegales y pensiones- una de cada tres personas que pernocta en Ciutat Vella sería turista, además de los cruceristas y los excursionistas (que vienen a pasar el día a la ciudad pero están alojados en otras poblaciones costeras).

Su empeño ahora que el hotel ya es (prácticamente) una realidad, es evitar que se construya el bloque de pisos sociales previsto en el pequeño trozo de solar que queda libre. "Estos pisos son solo una forma de justificar la operación del hotel. Es un distrito muy denso. Lo que tendrían que hacer es recuperar pisos vacíos o pisos que ahora son viviendas turísticas ilegales y darles función social -concluyen-, no meter más tocho".