MIRADOR

La última aparición de Mourinho

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Hay un personaje en Astérix que le va como anillo al dedo a José Mourinho. Es Acidonitrix, que con sus insidias, con solo su presencia, hace que todos los que están a su alrededor se peleen, discutan, se crispen.

La unanimidad que ha provocado Mou, siempre sobre sus palabras, provocaciones y excusas, jamás sobre sus alineaciones o tácticas, ha sido total en el madridismo. Lo único de lo que Mou ha contagiado a los suyos, y no solo al vestuario, también a gran parte de los medios de comunicación y, por supuesto, al propio Florentino, principal avalador de semejante campaña, es de su discurso bronco, maleducado y grotesco.

Mourinho fue contratado para intentar acabar con la hegemonía del Barça. Por lo civil o por lo militar, que diría aquel que ya desapareció de nuestra vista. Y lo ha intentado por todos los medios, incluso aquellos que parecían alejados del señorío, gloria, historial y vitrina del Real Madrid. Las declaraciones altisonantes y desmedidas de Karanka, Casillas, Ronaldo y Alonso en el Camp Nou demuestran que Acidomou ha logrado su objetivo, hasta el extremo de que Del Bosque no puede conciliar el sueño cuando, curiosamente, lo tiene muy fácil: que no vuelva a convocar a ningún azulgrana. Valdés es menos divertido que Reina, nadie encontrará a faltar al catalán; Piqué es un chulo que, aunque se ha partido la cara por España, no se lo reconocen; Puyol merece descanso; Busquets se ha peleado con media selección; Pedrito es un cuentista; Xavi no para de abrazarse a la senyera y Villa correría peligro de caer en manos de Albiol. Queda Iniesta, tan buena persona, que gusta a todos.

Claro que uno aún aspira a asistir a la última conferencia de prensa de Mourinho, aquella en la que «con el corazón encogido», el técnico portugués anuncie su renuncia a seguir en el Real Madrid. ¿Por qué? «Porque la Liga está manipulada, me persiguen los árbitros, no me respetan los comités de competición, me pitan en todos los estadios, no he sido capaz de construir una propuesta que compita con el Barça y, además, mi actitud está dañando la imagen del Madrid en todo el mundo y nada más lejos de mi intención que perjudicar a este gran club».

No caerá esa breva ¿verdad?