Sergi Roberto: "Estaba muerto, pero la fe..."

El lateral del Barça rememora el contragolpe perfecto firmado por Messi para silenciar el Bernabéu en el clásico

Sergi Roberto inicia la jugada del 2-3, perseguido por Marcelo, mientras Piqué corre hacia el área blanca.

Sergi Roberto inicia la jugada del 2-3, perseguido por Marcelo, mientras Piqué corre hacia el área blanca. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Kovacic, que debía ser el dueño de la caja fuerte defensiva del Madrid tras suplir al indultado Casemiro, animó de manera irresponsable a presionar al Barça en un saque de banda. No sabía él que estaba firmando la condena blanca, por muy lejos que estuviera entonces el balón de la meta de Keylor Navas. Estaba junto al banderín de córner derecho de Ter Stegen. O sea, prácticamente en las antípodas del Bernabéu. Pero sacó Sergi Roberto con la mano y se inició un tsunami, que se llevó por delante al Madrid después de que el Barça firmara una obra prácticamente perfecta. Un prodigio de contragolpe, que tuvo de todo.

Toque y paciencia para eliminar al desordenado Kovacic y al tímido Marco Asensio en un triángulo perfecto entre Sergi Roberto, el héroe de nuevo, Piqué, tranquilo y delicado con un pase arriesgado, y Busquets, el tercer hombre tan necesario para desorganizar al inmaduro equipo de Zidane ("nos faltó cabeza", confesó el técnico) en el prólogo de una cabalgada inolvidable. "Estaba muerto, pero la fe...", dijo después el lateral azulgrana, preguntándose a sí mismo de donde había sacado las fuerzas en el último suspiro (ni un minuto quedaba) de un clásico agónico.

Estaba muerto, pero empezó a correr como si no existiera un mañaña para Sergi Roberto. De fuera hacia dentro, trazando una diagonal en la que la iba eliminando jugadores del Madrid como si fueran piezas de dominó (Modric quiso derribarlo, pero no llegó a tiempo; Marcelo tuvo tiempo para tumbarlo, pero no lo hizo), mientras Messi, el verdadero protagonista de la jugada, se mantenía agazapado. Corría Sergi Roberto desplegándose desde la derecha hacia el centro del campo aplastando la hierba del Bernabéu como si fuera uno de esos poderosos interiores alemanes o ingleses de otros tiempos.

"Es una acción bestial de Sergi en el minuto 92 con un poderío físico y una calidad extraordinaria" (Luis Enrique)

"Es una acción bestial de Sergi en el minuto 92 con un poderío físico y una calidad técnica extraordinaria", reveló admirado Luis Enrique por la dimensión como futbolista que ha adquirido su hijo. Se irá el técnico dentro de un mes del Barça, pero como gran legado, más allá de los títulos y esa indómito espíritu de un equipo que no se rinde, estará la figura de Sergi Roberto, quien recorrió más de 12 kilómetros en el clásico, convirtiéndose casi más en un maratoniano que un lateral derecho, ocupado como estaba de Marcelo. Mientras Sergi corría desatando la marabunta azulgrana, Jordi Alba invadía el carril izquierdo de punta a punta y Piqué, un culé disfrazado de central, iba de área a área.

"Yo asumo la culpa. Si paro a Sergi Roberto en esa contra igual no nos hacen gol" (Marcelo)

¿Messi? No estaba en la jugada. Tampoco se le esperaba.  Ni siquiera esprintaba alocadamente como sus compañeros.En vez de acercarse al balón, Leo se alejaba, haciéndose el despistado. Hasta pareció ausente de ese contragolpe. ¡Mentira! Marcelo, acostumbrado a que le persigan siempre, no llegaba. "Yo asumo la culpa", reconoció después. "Si paro a Sergi Roberto en esa contra igual no nos hacen gol. Pero así es el fútbol", añadió el lateral madridista, transformado, muy a su pesar, en un simple espectador de esa maravillosa carrera del lateral azulgrana. Dudó (y fracasó) Marcelo, que seguía con la mirada a Sergi Roberto. Y éste, hasta en un par de ocasiones y mientras corría, giró sus ojos hacia la banda derecha pidiendo permiso para dársela a Messi. Pero no era el momento. Todavía no.

PULMONES Y BLOQUEO

Así, con tres flechas (y ninguna era del tridente), se instaló el Barcelona en el balcón del área madridista en una jugada que tuvo los pulmones de Sergi Roberto, "los pases de André Gomes", como recordó Luis Enrique, en la antepenúltima estación de una acción que no olvidarán nunca millones de culés. Gracias, además, a la profundidad inacabable del veloz Jordi Alba ensanchando al máximo el campo. ¿Messi? Ni rastro. Seguía aún con la camiseta puesta. Estaba ya a punto de quitársela, con Piqué instalado en la casa de Keylor Navas, mientras Sergi Roberto intentaba, una vez soltó el balón, hallar oxígeno.

"¡Hacedle falta, hacedle falta!" (Cristiano Ronaldo)

Bastante trabajo había tenido en transportar el balón de punta a punta, satisfecho como estaba, además, de haber cumplido la misión que le encomendó Unzué. "Juan Carlos me dijo que marcara a Ramos en los córners". Y lo hizo. Siete saques de esquina tiró el Madrid, ninguno remató por el central blanco. Aún le quedaba un último trabajo a Sergi Roberto. Cuando Messi corrió de verdad, antes parecía trotar, el lateral azulgrana se quitó de su horizonte visual, Suárez bloqueaba con su cuerpo a Nacho para que no molestara el tiro de su amigo. El resto es ya historia del fútbol.  Cristiano, lleno de ira, con el rostro desencajado ("¡hacedle falta, hacedle falta!", gritó) y Messi corrió para enseñar al mundo su camiseta. Ni sonrió.