La semana santa de Messi

El Barça se aferra a su estrella ante los días decisivos en los que se lo jugará todo en la Champions y en el clásico de la Liga

Leo Messi celebra el primer gol ante la Real Sociedad, el sábado en el Camp Nou.

Leo Messi celebra el primer gol ante la Real Sociedad, el sábado en el Camp Nou. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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La Semana Santa acaba este lunes, pero la que empieza no será menos sagrada para el Barça. Los días que vienen van a ser los más decisivos de la temporada para el equipo azulgrana. Por caprichos del calendario, es posible que en unas pocas jornadas quede todo decidido, o al menos lo más importante, de una campaña que tiende a ser fallida. En la mente del barcelonismo hay una idea dominante: solo Leo Messi puede enderezar una nave que se estrella.

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La Champions y el clásico de la Liga, de una sola cucharada, someten al Barça al trago más duro. El miércoles llega al Camp Nou la Juventus, un conjunto recio de por sí que además trae la armadura del 3-0 de la ida, y el domingo está la visita al Santiago Bernabéu, en un todo o nada para despejar la incógnita del campeonato español. El partido de la Champions requiere la atmósfera de una noche tan loca como la que permitió la proeza ante el PSGPSG, pero varios factores dificultan la empresa. Cuesta creer que el equipo sea capaz de levantarse por segunda vez de la lona porque da demasiadas muestras de flaqueza. Defensivamente, el Barça concedió el sábado a la Real Sociedad dos goles y hasta el sueño de una victoria.

LA PARED JUVENTINA

La Juventus viene con bien ganada reputación de ser una pared difícilmente penetrable (ha encajado 2 goles en 9 partidos de Champions), con un portero mítico, Buffon, y unos rasgos genéticos de competitividad que hacen improbable la hazaña de marcarle al menos tres goles sin que ellos exploten la debilidad azulgrana atrás.

Pase lo que pase el miércoles en el Estadi, al cabo de cuatro días el Barça afrontará otra finalísima. En el Bernabéu ante un Real Madrid que ansía machacar la Liga, el título que le es más esquivo, ante el eterno rival. Dentro de una semana, el equipo de Luis Enrique tendrá las respuestas tras ambos exámenes. Si se produce el descarrilamiento completo, ya solo quedará el consuelo, bien magro, de una final de Copa del Rey ante el Alavés en la que habrá mucho que perder y muy poco que ganar.

Se haría muy largo ese último mes de competición, con el ambiente enrarecido (Luis Enrique volvió a derrapar en una curva fácil el sábado con una nueva tosquedad ante un periodista), el murmullo de los fichajes y los nervios de la directiva. Por eso el club, la plantilla y la afición fían su destino a Leo Messi. Si existe un mortal que merece un ejercicio de fe, es él. Su actuación ante la Real, además, alimenta la esperanza. Dos goles y el pase del tercero. Se encuentra ya a solo dos de los redondos 500 tantos como futbolista del Barça, un hito bestial. En esta Liga suma 29, y en la Champions seguramente querrá ponerle las cosas en su sitio a Dybala, que lo silenció en Turín con su decisiva actuación. La vociferante prensa italiana se apresuró a situarlo por delante de Messi en el podio cuando a este todavía le falta un turno de réplica, el del miércoles. Escuchémosle.

LOS SUEÑOS Y LA PERFECCIÓN

Luego habrá que ir al Bernabéu, una plaza que fue un Everest durante décadas pero que en los últimos años ha propiciado viajes menos desapacibles. En las últimas cinco Ligas se han dado dos victorias del Madrid y tres del Barça. La temporada pasada fue la del 0-4, la aplastante exhibición azulgrana que terminó por engullir a Rafa Benítez. Y aquella noche apenas jugó Messi, que volvía de una lesión. Con el 10 en forma, el Barça está más cerca de los sueños y de la perfección, precisamente las dos cosas que le harán falta en esta semana de tanta pasión.