'Aquest any, tampoc'

El Barça va tercero en la Liga y no se explica solo por la actuación de los árbitros

Piqué se dirige enfadado al palco del Estadio de la Cerámica tras el empate entre Villarreal y Barça.

Piqué se dirige enfadado al palco del Estadio de la Cerámica tras el empate entre Villarreal y Barça. / periodico

SÒNIA GELMÀ

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Que el Barça vaya tercero de la Liga se puede explicar desde muchos puntos de vista. Empezando por la portería, donde cuesta recordar una parada de Ter Stegen que haya valido puntos, y acabando en la delantera donde un Neymar voluntarioso y asistente no marca desde octubre. La capacidad ofensiva del equipo en este inicio de año se resume en dos goles, ambos producto de la genialidad de Messi en acciones a balón parado. El equipo no ha sido un desastre pero en la línea de la temporada, sigue sin estar fino.

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Y si el Barça ha empezado mal el año, aún peor han estado los árbitros que le han pitado. Pero ante la cantidad de puntos que se han escapado esta temporada, las palabras de Piqué, insinuando una conspiración --aunque encontrarán muchos adeptos entre el barcelonismo—, no parecen ser oportunas, ni tampoco la mejor estrategia.

Un equipo que ha ganado 6 ligas y 3 Champions en 8 años merece mantener el mismo espíritu ganador que les llevó a estar muy por encima de ridículas teorías conspiradoras de cierto éxito en según que foros. Aquella suficiencia con la que se observaba la teoría del Villarato debería ser recordada ahora que unos cuantos errores groseros alimentan la tentación de recuperar un victimismo ya olvidado.

LAS QUEJAS ARBITRALES SUENAN AL PASADO

Las quejas arbitrales suenan al pasado, cuando se coleccionaban agravios para justificar que “aquest any, tampoc”. El mismo Piqué que comentaba hace unos meses que el Barça se había convertido en un equipo ganador, recupera una tradición impropia de una generación que presume orgullosa de haber olvidado esos complejos.

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Una cosa es señalar los errores, sentirse puntualmente perjudicado, y otra muy diferente insinuar una conspiración. En un club sin portavoces que hagan ruido en la dirigencia, las palabras de Gerard Piqué hacen eco y se multiplican. Pero no confundamos, el lamento público no debería ser responsabilidad de ningún otro cargo del club.

SIN LIDERAZGOS MEDIÁTICOS

Que la entidad esté faltada de liderazgos mediáticos no significa que su portavoz más brillante no pueda equivocar el tiro. El equipo debe poner el acento en aquello que puede controlar y centrar el esfuerzo en recuperar aquel juego que le hizo ser tan superior: aquel que eliminaba el azar –en cualquiera de sus sentidos—de la ecuación. La clave está en sus mismas palabras en El Madrigal: “No nos basta con ser superiores, hay que ser muy superiores”. Efectivamente, cuando uno no busca el aprobado sino que roza la excelencia, el azar ya no interviene. Que el profesor le tenga o no manía deja de ser relevante.