LA ACTUALIDAD AZULGRANA

Luis Enrique pilotará la revolución azulgrana

El técnico asturiano, que el miércoles firmará hasta el 2016, asume el reto de regenerar al equipo y retomar la senda del éxito

Luis Enrique, durante su último partido como entrenador del Celta

Luis Enrique, durante su último partido como entrenador del Celta / periodico

MARCOS LÓPEZ / Barcelona

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Luis Enrique ha sido el elegido. Finalmente, este lunes, tras la reunión extraordinaria de la junta, se han confirmado los rumores y el técnico asturiano es ya oficialmente el sucesor de Gerardo Martino, quien de "común acuerdo" con el Barça anunció su salida del club el pasado sábado, una hora después de que el equipo perdiera la Liga en el Camp Nou ante el Atlético.

El plan estaba trazado desde hacía semanas y ahora, poco a poco, se van haciendo público los detalles, como que el miércoles al mediodía Luis Enrique firmará hasta el 2016. Se ha ido Tata a pesar de que tenía un año más de contrato. El documento incluía una puerta abierta para salir si él no estaba a gusto. Y ni él estaba feliz en el Camp Nou ni el club estaba feliz con él. Al hasta ahora entrenador del Celta, por lo tanto, le corresponde pilotar la revolución deportiva --"cambios profundos" es la definición dada por el presidente Josep Maria Bartomeu-- que se vivirá en el Barça.

A sus 44 años, y después de una corta carrera en los banquillos (tres años en el filial azulgrana, uno en el Roma y otro en el Celta, equipo al que ha dejado en la novena posición de la Liga esta temporada), Luis Enrique se asoma al Camp Nou para asumir el gran reto de su vida. Reconstruir el proyecto deportivo que se ha ido consumiendo en los dos últimos años después de alcanzar casi la perfección absoluta con Pep Guardiola durante cuatro temporadas (2008-2012) en las que se conquistaron 14 títulos.

El técnico asturiano se topa, curiosamente, con la misma situación que vivió el de Santpedor cuando este llegó al Camp Nou en el verano del 2008. Un equipo ganador que ha dejado de ganar. Entonces fue por la "autocomplacencia", como admitió el entonces presidente Joan Laporta, que se llevó por delante al Barça de Frank Rijkaard y Ronaldinho. Ahora, en cambio, ha sido la inacción lo que ha terminado con el Barça de Tata y Messi. 

Luis Enrique tiene que regenerar la plantilla, que ha perdido la esencia que le hizo grande en la época Guardiola: reencontrar la mejor versión de Messi, apagado como nunca se había visto antes; conectar a la estrella argentina con Neymar, uno de los grandes talentos del fútbol mundial, pese a que ha tenido un aterrizaje discreto en la Liga española, y dar nuevas variantes al modelo de juego del Barça. Todo en muy poco tiempo, sin margen de error y con la necesidad de obtener éxitos inmediatos. Ese el reto al que se enfrenta el piloto de la revolución azulgrana.