El Barça espera la última carambola

Luis Enrique alimenta la esperanza de conquistar la Liga ganando al Eibar y no duda de la profesionalidad del Málaga

Luis Enrique, en la rueda de prensa previa al duelo con el Eibar en el Camp Nou.

Luis Enrique, en la rueda de prensa previa al duelo con el Eibar en el Camp Nou. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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No suele emocionarse Luis Enrique. Y menos en público. Ni siquiera cuando asome este domingo por el túnel de vestuarios del Camp Nou y se siente por última vez en ese banquillo que ha ocupado durante los tres últimos años en "un viaje" que se le ha hecho "corto". Hay aún una Liga en juego ("no hemos estado al nivel para depender de nosotros mismos", confesó el técnico del Barça), obligado a ganar al  Eibar y aguardando, al mismo tiempo, a que el Madrid caiga en Málaga. "Si conseguimos la carambola, perfecto; si no, felicitaremos al campeón".

Pendiente queda el dueño de las dos últimas Ligas, víctima como ha sido de su irregularidad, especialmente ante los más modestos que privan a Luis Enrique de poder tener en sus manos la opción de un tricampeonato liguero. Se va por voluntad propia. En agosto, ya expresó sus dudas a la junta y en marzo, poco antes de la epopeya europea, anunció a todos que se iba. «No, yo no me voy», dijo cuando le preguntaron que sentiría en su última noche en el Camp Nou. «Estaré sentado en la grada como un socio con los culés. No es un adiós, es un hasta pronto», pregonó Luis Enrique.

"SOY YO QUIEN DECIDÍ PARAR"

El Barça acude a la última curva del campeonato sin la excitación de otros finales, como si el recuerdo del Dream Team del Cruyff en Tenerife (1992 y 1993) y Deportivo (1994) se hubiera desvanecido. Acude con un entrenador que ha decidido marcharse hace tiempo, por mucho que ocultara su decisión ("esta situación la generé yo, soy yo quien decidí parar, consideraba necesario un descanso", argumentó) y una plantilla que tiene un once inicial prácticamente intocable en torno al tridente, aunque ha ido dejándose puntos (Riazor y La Rosaleda, precisamente) que le han condenado al dominio blanco.

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Aunque su tono era casi de resignación, Luis Enrique se niega a rendirse. Ni tampoco quiere distraerse con los actos que ha preparado el club (una lona gigante que se desplegará en la grada del Camp Nou) para despedirse. No es su estilo. Ganar al "peligroso" Eibar y esperar la carambola de Málaga. No le queda otra al Barça. Y al técnico.

"¿Michel? Me fío al cien por cien de todos los entrenadores. Dejar a cada uno hacer su trabajo" (Luis Enrique)  

"¿Michel? Me fío al cien por cien de todos los entrenadores. De Primera División, de Segunda o de Tercera. Y de los jugadores. Dejar a cada uno hacer su trabajo", imploró Luis Enrique cuando le cuestionaron sobre su colega del Málaga, a quien el barcelonismo ruega para que se convierta en el Valdano del siglo XXI. Ambos (Michel y Luis Enrique) coincidieron a inicios de la década de los 90 en el Bernabéu, fabricando allí una estrecha relación que aún hoy permanece vigente.

El problema real es que el todavía campeón no supo hacer su trabajo cuando dependía de sí mismo, algo que tortura al técnico del Barça. Tanto o más que aquella "primera parte en Turín" ante la Juventus, esa que, según confesó el asturiano, "recordará por los siglos de los siglos". Esos 45 minutos que echaron al Barça de Europa. Lejos de la Champions, con la final de Copa como último objetivo, Luis Enrique apura sus días finales en el Barça: dos partidos y días de relax para acudir a La Escalerona, situada en la playa de San Lorenzo (Gijón). "Es apasionante salir de tu rincón de seguridad. Me apetece y me atrae", dijo el técnico azulgrana.

TERRITORIO NUEVO

A Luis Enrique le toca, por lo tanto, explorar «una apasionante nueva etapa», al igual que al Barça, pase lo que pase en la última jornada de Liga, mientras lleva días festejando el recuerdo del inolvidable gol de Koeman en Wembley (1992), el día en que cambió realmente todo. "No me acuerdo de lo que pasó hace tres años, imagina 25....  Pero es una efeméride importante para el club. Es justo homenajear a los que lo consiguieron", comentó el entrenador que se marcha dentro de una semana. Abandona él su rincón de seguridad y el Barça, con o sin Liga, con y sin Copa, entra en un territorio inexplorado.