Efectos secundarios

SÒNIA GELMÀ

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Es comprensible que a un equipo que lleva una década superando los octavos de final de la Champions, que ha ganado tres de las últimas ocho ediciones y al que le hemos visto responder con una extraordinaria fiabilidad en las grandes citas, la duda le ofenda. ¿Cómo nos atrevemos a plantearnos que el PSG pueda ser más favorito que el Barça en esta eliminatoria? Solo pensándolo dos veces, recuperamos la razón. Por mucho que este Barça sea menos fiable que otros años, los de Luis Enrique siguen teniendo más opciones de pasar ronda que los franceses, aunque solo fuera porque en las filas azulgranas juega un tal Leo Messi.

Pero resolviendo el debate del favoritismo, la sola duda ya es un síntoma. Ciertamente, el Barça superó con gran autoridad a este PSG hace un par de temporadas. Además, llega al partido después de golear al Alavés y el tridente parece haber cogido velocidad de crucero ahora que llegamos al tramo decisivo de la temporada. Pero la trayectoria del equipo hasta Vitoria ha mellado la confianza forjada con los años a base de victorias y, sobre todo, buen juego. Volvió la tranquilidad ante el Alavés pero, siguiendo los consejos del técnico, no nos fijaremos ahora en un único árbol, por robusto que sea.

EL DESENCADENANTE DE LAS DUDAS

Anda el barcelonismo desorientado. Son los efectos secundarios que dejó el partido ante el Atlético, porque ese día quedó al descubierto que el equipo puede quedar a merced del rival en una gran cita. Porque aquel partido también era como este, eliminatorio, porque los jugadores sabían que no había margen para el error y aún así, sorprendió su fragilidad y, si me permiten, su vulgaridad. Porque a falta de regularidad, se daba por hecho que mantendrían la competitividad ante los grandes desafíos, y viendo el resultado, así fue, pero no sabemos hasta qué punto gracias al azar. Así pues, ante las dudas, aparece la Champions como una gran oportunidad para comprobar si realmente hay bosque.

No estuvo mal como aperitivo el doble enfrentamiento ante el City en la primera fase, pero dilucidada la posición del grupo, ahora es cuando empieza la competición para este Barça. Este primer partido después del parón de enero supone siempre un reto y, a menudo, ha sorprendido a los azulgranas. Este año debe ser al contrario, los de Luis Enrique no se pueden permitir más dudas de las que ya hay. Los efectos secundarios ya no se pueden evitar, pero hay margen para cambiar de medicina, recuperar la salud y, ahora sí, despegar definitivamente. Europa no permite resfriados.