Condenado a remontar

Luis Enrique apela al once que goleó al PSG para pelear por la Liga y tuvo que superar el 0-1 del Valencia

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JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Al once de la remontada tuvo que apelar el Barça para ganar al Valencia. A contracorriente va en la Liga por sus numerosos errores –el de Riazor sin ir más lejos la pasada semana– y a remolque del marcador anduvo un rato frente a un equipo desquiciado como el levantino, muy lejos de tener el nivel del PSG y, por tanto, de poder exigir al Barça una jornada histórica. A lo sumo pudo forzarle a pasar un mal rato y momentos de cierta inseguridad. Pero la defensa del Valencia es la cuarta más goleada de Primera, después de los tres equipos en descenso, y cayó víctima de Suárez Messi. ¡Hasta de André Gomes, que se estrenó como goleador ante sus ex!

Ya se sabe qué sucede cuando Messi se enfada, y Diego Alves pretendió descentrarle otra vez cuando se encontraron en la ejecución del penalti. El meta le buscó las cosquillas pero no encontró la dirección del balón para detenerlo. Ni tampoco reaccionó a tiempo el brasileño, el portero más batido por Leo en la Liga, en el segundo disparo rabioso y cercano con el que el 10 sumó su doblete número cien con el Barça.

DEMASIADA DELANTERA

El poderío ofensivo azulgrana con el tridente resultó imparable para el Valencia, que sucumbió en el partido vertical que planteó: aunque se atrincheró atrás, salía disparado cada vez que recuperaba el balón. Sin miedo por las repercusiones que podía sufrir, y sufrió. De perdidos al río, debió pensar Voro, el apagafuegos titular de Mestalla.

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De área a área se jugó el partido, frenético como pocos, en la línea del disputado en Mestalla (2-3). Los defensas quedaron en evidencia por la sencillez con que los delanteros se escapaban y pudieron rematar, aunque recibieron muy poca ayuda de sus respectivos centrocampistas. Ni los del Barça ni los del Valencia miraron atrás para echar una mano con coberturas y con dobles vigilancias. Suárez Munir se lo pasaron bomba recibiendo balones en el primer tiempo. Las reprimendas en cada vestuario redujeron las alegrías en la reanudación, sin eliminarlas por completo.

MANGALA, LO MEJOR Y LO PEOR

El partido cambió poco antes del descanso con la expulsión de Mangala, que retrató lo mejor y lo peor: adelantó al Valencia con un cabezazo, vio una tarjeta para frenar una colada de Messi y, al cabo de cinco minutos, una roja por agarrar a Suárez que salía disparado otra vez hacia Alves. El uruguayo se comportó como un niño de tres años en el parque que se divierte escapándose de su madre.

Sin Mangala (pero con otro central, Abdennour), el Valencia no corrigió su mayor defecto de cortar totalmente la avenida por la que corría Suárez. El equipo levantino volvió al campo cabizbajo por afrontar con diez todo el segundo tiempo y eso, para un visitante que zozobra en la tabla, desanima a cualquiera.

Aún disfrutó el equipo de Voro de un ataque de Carlos Soler y de otra salida en estampida de Munir, que se ganó el regreso al Camp Nou, no tanto por haber pedido perdón al anotar el 2-2 como por las hechuras de futbolista que mostró, ya conocidas, y superiores a las de Paco Alcacer, su sustituto. Y seguramente a las de Rafinha, que no supo resolver los buenos balones que recibió. Muy magnánimo, obligándose a utilizar solo la zurda, se mostró inofensivo.

NEYMAR SE SUMA MÁS TARDE

Perdida la banda derecha, Neymar capitaneó las operaciones azulgranas en la segunda mitad, sumándose a Suárez y Messi, que ya llevaban un rato jugando. Neymar se puso a amargar el regreso de Montoya, desquiciado por no saber parar nunca a su antiguo compañero, pero no se encarnizó con Alves. No cabe la sospecha del paisanaje con el portero ante por la contrastada tibieza de Neymar en el remate. Todo lo contrario que Suárez, que devora las migajas del suelo, y Messi, decidido a no bajar del cielo.

Los malos remates  del Barça, absolutamente confiado en la victoria por la inferioridad numérica y anímica de su rival, también futbolística, permitieron al Valencia llegar vivo al final. Esa fue su mayor virtud y su mejor suerte: estar cerca de un guiño del azar como el que le permitió vencer en su última visita tras el desastre copero (7-0) que, de nuevo, perpetraron Suárez Messi.

Volcado en el área visitante, los azulgranas descuidaron la retaguardia, y el otro tridente, el de los defensas, se vio en varias situaciones de uno contra uno porque los centrocampistas quedaban vencidos por la velocidad del Valencia. El problema nunca se solucionó de forma natural; se corrigió con los goles de los delanteros, que es la solución habitual. La que va funcionando. Y si Iniesta repite partidos como este, confirmando su recuperación, tal vez haya otra remontada... 

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