"No traficamos con niños"

El Barça reclama que la FIFA considere La Masia como un centro de excelencia en la formación de los jóvenes

Albert Soler, en primer término.

Albert Soler, en primer término. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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El Barça ve pasar al cadáver de su enemigo con la sanción que la FIFA ha impuesto al Real Madrid y al Atlético por haber fichado futbolistas extracomunitarios menores de edad. Casi dos años más tarde, sus rivales reciben el mismo castigo. Sin pretender defenderles ni justificar el procedimiento por el que han reclutado jugadores de todo el mundo -el mismo que el Barça-, Albert Soler, el director de deportes profesionales, reivindicó la forma de actuar particular del club.

"Nosotros no traficamos con niños", ha subrayado Soler, tras asegurar que el Barça no ha dado por cerrado el caso. La sanción está recurrida al Tribunal de Arbitraje del Deporte. El club solo espera que le den la razón, porque el daño de la multa y la prohibición de fichar en dos mercados ya está hecho. El cuerpo técnico, por ejemplo, achaca la desastrosa marcha del Barça B (en posición de descenso en Segunda B tras haber bajado de Segunda A), a la imposibilidad de haber reforzado el equipo.

"El modelo de La Masia debe ser una excepción a la norma de la FIFA, que nosotros compartimos y defendemos", es la tesis del Barça, verbalizada por Soler. "No hubo mala praxis", ha insistido el ejecutivo, pese a que la redacción de la norma establece los criterios por los que se pueden contratar los jugadores menores de 18 años.

CENTRO DE EXCELENCIA

La Masia "es un centro de excelencia" deportiva, como lo es su centro médico (es la categoría que le dio la FIFA) y, como tal, el Barça reclama que no se le sitúe al nivel de otros clubs. Tampoco del Madrid ni el Atlético. Soler ha remarcado el contrasentido que supone que el organismo mundial, en su presunta voluntad de proteger a los menores, exigiera al Barça que no les permitiera entrenar y prohibía que estuvieran residiendo en La Masia.

"Eso sí era desprotegerlos", es la censura azulgrana a los dirigentes del organismo mundial y a quienes Soler les pasaba factura: "Las relaciones con la FIFA estaban rotas el año pasado. Quienes estaban entonces ya no están y nosotros volvimos el lunes a Zúrich a recoger premios".