El Barça se lleva palos (0-0)

Los azulgranas saldan el derbi con dos remates a la madera y varios moratones por la dureza del Espanyol

Messi es entrado con dureza, en el campo del Espanyol.

Messi es entrado con dureza, en el campo del Espanyol. / periodico

JOAN DOMÈNECH / CORNELLÀ DE LLOBREGAT

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Malo fue el comienzo del año pasado del Barça y regular ha sido el estreno del 2016. De la derrota de Anoeta al empate de Cornellà, el puntito revela el mínimo cambio que ha operado la evolución azulgrana. El derbi con el Espanyol no le ha dejado con tan mal cuerpo, pero ya ha advertido que la serie con el eterno rival tendrá muy poco de entrañable y fraternal. Solo se ha llevado palos de Cornellà, entre remates a la portería y golpes. Más de lo habitual.

El empate a nada del primer duelo (el de la Liga) se ha saldado en el estadio blanquiazul con un estallido de euforia como si se hubiera consumado la eliminación de los culés de la Copa. Lo que podría producirse el próximo miércoles, aunque mucho más tendría que hacer el Espanyol de lo que ha propuesto en la toma de contacto con el Barça.

NEYMAR, LA PEOR PESADILLA

También tendrá que mejorar el campeón de las dos competiciones. De momento ya sabe cómo las gasta el Espanyol. Un palo se lleva el Barça, frustrado con dos remates a la madera (de Messi y Suárez, aunque Neymar ha sido la mayor pesadilla local) y varios moratones en las piernas. Pero también ha regresado a casa con el convencimiento de que deberá esforzarse mucho más para derribar la pasión que ha derrochado su rival.

De las muchas cosas que anunció Galca en el derbi se han cumplido algunas: el Espanyol ha corrido y ha sido agresivo, ha creado muchas dificultades y sus futbolistas lo han dado todo. Lo de jugar bien, crear ocasiones, exhibir el mismo estilo, eso, ni por asomo. Tampoco que iría a buscar la victoria, porque nada ha hecho para merecerla ni para conseguirla. Un córner cerrado lanzado por Jordán y una carrera de Hernán Pérez y va que chuta.

UN SIMPLE ESLÓGAN

Fue un simple eslogan, el de Galca, que ha quedado desmontado muy pronto. A los cinco minutos, en cuanto la presión adelantada que ha intentado ejercer el Espanyol ha dejado de ser efectiva cuando sus jugadores empezaban a llegar tarde a la pelota (solo llegaban al cuerpo ajeno) y los del Barça han comprobadoo que no podían entretenerse salvo que quisieran sufrir un revolcón tras otro. Por el césped habían pasado una manada de bisontes por la mañana que lo había dejado impracticable y a ellos les llegaba la embestida de un futbolista blanquiazul.     

El supuesto atrevimiento del Espanyol fue un lema propagandístico. Leña y más leña ha repartido el equipo de Galca ante la anuencia del árbitro, un lamentable González González que aún arrastraba el deplorable estado de forma que demostró en el Madrid-Real Sociedad. Pésimo estuvo el miércoles y pésimo ha estado el sábado.

Que el Barça penara por la estrategia blanquiazul y la permisividad arbitral también se ha debido a su propia impericia. El contraste entre el primer tiempo y el segundo lo ha demostrado, aunque el Espanyol ha retrocedido varios metros y ha enterrado el hacha.

PERDIENDO EL TIEMPO

El mayor cambio ha sido la mayor vivacidad que ha imprimido el Barça a sus acciones. Los culés han comprendido que andaban perdiendo el tiempo, además del que dejaron correr los locales –los recogepelotas han sido los primeros en descubrir el planteamiento de Galca-, y se les había escapado medio partido.

La imagen del Barça ha mejorado sustancialmente tras pasar por el vestuario. Mucho más vertical y menos contemporizador, asumidas ya las condiciones en las que se batiría con los pericos, solo ha tardado nueve minutos en disparar a portería, pero el poste ha frustrado el gol de Suárez tras una brillante jugada individual. El uruguayo ha ejercido a ratos como extremo derecho mientras Messi buscaba por el centro crear acciones de superioridad. Neymar recibió bastantes castañas, como Leo, y ha sido amonestado por protestar.

El máximo rédito que ha obtenido ha sido el retoque táctico de Luis Enrique, que ha alineado el once de la final de Berlín, ha sido arañar un par de faltas en la frontal. Una la ha estrellado Messi en la cruceta de Pau, petrificado por la suerte que ha tenido y que le ha acompañado hasta el final.

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