MEMORIAS DE LONDRES

Las pesadillas de Stamford Bridge

El 'Iniestazo' es el único gran recuerdo de la moderna rivalidad entre el Barça y el Chelsea

Iniesta acaba de marcar el 1-1 en Stamford Bridge que clasifica al Barça para la final de la Champions de Roma-2009.

Iniesta acaba de marcar el 1-1 en Stamford Bridge que clasifica al Barça para la final de la Champions de Roma-2009. / periodico

Joan Domènech

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Los duelos del Barça con el Chelsea no tienen el pedigrí de otros enfrentamientos con el Liverpool o el Manchester United, pero encierran el mismo grado de emoción y de equilibrio en su desenlace, y superan a aquellos con una dosis superior de polémica, gracias a la encomiable inyección que aportó en su día José Mourinho. Hará diez años que el técnico se marchó de Stamford Bridge, y los rescoldos del resentimiento se han ido apagando. Pero el estadio del Chelsea, pintado y remodelado gracias a los millones de Roman Abramovich, sigue siendo aquella ratonera ruidosa de donde resulta muy dificil salir contento. Ni siquiera airoso.

El Barça solo ha ganado una vez y empatado otra en sus siete apariciones en el estadio del Chelsea

De hecho, el Barça solo ha ganado una vez en sus siete visitas y ha arañado un empate en otra.  En el cómputo global de las eliminatorias, tomando como tal el enfrentamiento de la liguilla en la Champions 2006-07, el cuadro azulgrana vence por la mínima (4-3).

Dos autogoles en el estreno

El sufrimiento que ha representado históricamente jugar un partido en el Reino Unido lo comprobó el Barça ya el primer día que visitó el entonces decrépito Stamford Bridge en 1966. Era la semifinal de la Copa de Ferias y el equipo de Roque Olsen defendía un 2-0 de la ida del Camp Nou. Sucumbió por el mismo resultado. Jugó con  uno menos desde el minuto 38 por expulsión de Eladio y en ocho minutos Gallego y Reina se metieron dos autogoles.

El desempate se disputó de nuevo en el Camp Nou dos semanas más tarde y los azulgranas se impusieron por 5-0, con sendos dobletes de Fusté y Rifé y un gol de Zaballa. En el Chelsea jugaba Allan Harris, que 20 años después sería segundo entrenador del Barça como ayudante de Terry Venables. El cuadro barcelonista fue campeón de aquella Copa de Ferias al superar al Zaragoza.

La siguiente visita al Chelsea, aunque se produjo 34 años después, siguió por los mismos derroteros: un 3-1 adverso. Otra generación, otro equipo, se veía arrastrada por el juego directo de los ingleses y por el influjo que ejerce la grada amplificando el significado que pueda tener un falta, un córner o un simple fuera de banda.

Una remontada preparada

En ocho minutos,  igual que en 1966, se desencadenó un vendaval y el Chelsea metió tres goles: uno de Zola y dos de Flo. El de Figo encendió la llama de la esperanza para la vuelta. Una remontada a la que el club se entregó con mil y un preparativos.

La segunda visita terminó como la primera: sucumbiendo al ambiente, con derrota y tres goles en ocho minutos

Era la tercera temporada de Louis van Gaal, a quien Josep Lluís Núñez se lo había dado todo: fichajes (Rivaldo, ocho holandeses...), despidos (Amor, Ferrer, que estaba en el Chelsea, Pizzi...) y plenos poderes en la política deportiva. Había sido bicampeón de Liga, y los fracasos anteriores en la Champions –eliminado dos veces en la liguilla– obligaban a un sobresfuerzo en Europa.

Un Camp Nou hiperventilado (se repartieron balones y rollos de papel, hubo mosaico, se instalaron altavoces para multiplicar el sonido del ambiente) socorrió al equipo en sus flaquezas.

Rivaldo y Figo anotaron el 2-0 que clasificaba al Barça, pero Flo, a media hora del final, obligaba a los azulgranas a marcar otro para acceder a la prórroga. Lo firmó Dani, tras un remate al poste de Kluivert y un penalti fallado por Rivaldo, que en la prórroga transformó otro. Kluivert estableció el orgiástico 5-1. Dos semanas después, el Valencia echaba al Barça de la semifinal (4-1 en Mestalla, 2-1 en el Camp Nou) para frustrar una final con el Madrid en París.

Con Mourinho empezó todo

La emoción y la tensión de los duelos se tornó en crispación y conflictividad con la intervención de José Mourinho, exyudante de Van Gaal en el Barça, cuando asumió la jefatura en el Chelsea tras iniciar una brillante carrera en Portugal. Coronó campeón al Oporto de la Champions y Abramovich le entregó el talonario.

La cordialidad desapareció ya en la primera visita al Camp Nou en la Champions 2004-05. Mourinho no compareció en la rueda de prensa como protesta por la expulsión de Drogba y sus sospechas de connivencia entre el Barça y el árbitro Anders Frisk al ver la charla que mantenía con Rijkaard en el descanso.

Mourinho empozoñó los duelos con su agresividad dialéctica que luego trasladó a Madrid

El Barça, claro, había vencido por 2-1 con la recordada aportación de Maxi López y su único gol. Era el segundo partido que jugaba. Había sido un refuerzo de invierno,  junto con Demetrio Albertini, en una plantilla que había sufrido cuatro roturas de ligamentos cruzados (Motta, Gabri, Edmilson y Larsson).

Mou acusó al juez sueco de haber ayudado tendenciosamente a los azulgranas. Frisk anunció su retirada por las amenazas de muerte que recibió. En la vuelta, Pierluigi Collina, se comió el 4-2 del Chelsea por falta sobre Valdés que supuso la eliminación. Para que se cumpliera una de las tradiciones, el Barça encajó tres goles (Gudjohnsen, Lampard y Duff) en 19 minutos.

Tres enfrentamientos consecutivos

Reciente como estaba la experiencia, el Barça se corrigió al año siguiente. Tres temporadas consecutivas visitaron los azulgranas con Rijkaard la casa del enemigo. No habían desaparecido, ni muchos menos las tiranteces, pero el Barça, al menos supo cómo jugar. Y ganó por primera y última vez. Un autogol de Terry dio ventaja a los azulgranas, otro de Motta lo equilibró y Etoo sentenció. La vuelta del Camp Nou se saldó con empate. El gol de Lampard llegó en el tiempo añadido.

El quinto cruce era de liguilla en la Champions y, por tanto, el desenlace trascendía menos. Victoria inglesa en la ida (1-0) y empate en la vuelta (2-2), también con otro gol en el añadido de Drogba para frustrar a los barcelonistas y obligándoles a pelear por el segundo puesto del grupo en la última jornada ante el Werder Bremen. El Barça fue eliminado en octavos por el Liverpool, que en la semifinal se cargó al Chelsea.

‘Iniestazo’ tras el 2-6

Tras un año des descanso, desaparecidos Mourinho y Rijkaard, volvieron los buenos modales con Guus Hiddink y Pep Guardiola. El histórico equilibrio de fuerzas no se alteró. Fue tan literal en esa semifinal 2008-09 que ambos partidos terminaron en empate. A cero en Barcelona, a uno en Londres, con el celebre Iniestazo, tan recordable como que se produjo inmediatamente después del 2-6 del Bernabéu y antes de que se consumara el título de Liga y el de Copa ante el Athletic.

La desgraciada eliminación de la semifinal 11-12 (cuatro postes y un penalti fallado) acabó con la era Guardiola

No hubo milagro tres años después, sino una desgracia monumental. El Chelsea-Barça de la ida (1-0) acabó con 5-24 en disparos a portería, 0-2 en postes (Alexis, Pedro),  27%-73% en posesión y 194-782 en pases completados; el de la vuelta (2-2), con dos remates al poste (Messi), un penalti fallado (Messi) y 53 minutos jugando con superioridad numérica por la tonta expulsión de Terry. Aquella negra noche acabó con la era Guardiola. Ahora empieza la historia de Valverde.