Messi es la solución

Volvió Messi y volvieron los goles. Así de claro. Así de concluyente. Así se resume, con una porción de injusticia, la vida del Barça de los últimos años, con la divinidad siempre a punto, siempre dispuesta a sacar las castañas del fuego. Volvió Messi, volvió el astro que ilumina el camino de la portería, y el Barça volvió a clasificarse para los octavos de la Champions. Otra tradición.

Cien goles lleva Messi en Europa, que se dice pronto, y alcanzó la efeméride para facilitar la vida al equipo otra vez, que a falta de una jornada se aseguró el pase a las eliminatorias. Al Barça también le facilitaron la vida desde Alemania con el empate del City, brindando a los azulgranas el primer puesto del grupo.

FUTBOLISTAS DE OTRA DIMENSIÓN

A Messi le socorrieron en otra jornada de gloria sus compañeros de ataque: Neymar con el maravilloso pase que le dejó solo ante Gordon y Suárez con el penalti que transformó. Messi heló el Celtic Park con sus goles y las otras dos puntas del tridente lo calentaron con su pelea con los defensas locales, desbrozándole el camino.

Los tres son futbolistas de otra dimensión. De otro siglo comparados con el rudimentario hacer del Celtic, cada vez más empobrecido, sin poder progresar por la falta de competividad de Escocia. El cuadro verdiblanco va dejándose jirones de prestigio cada año que pasa y ahora se encomendará a que el Barça le acabe el trabajo ganando al Borussia para facilitarle el pase a la Europa League como tercero. Debería ganar al City en Manchester. También necesitará ayuda, como una alineación de Guardiola llena de suplentes, por ejemplo.

UN PAR DE LAPSUS

Habría necesitado ayuda ayer, incluso, para batir a Ter Stegen, aunque Dembélé puso a prueba la atención del alemán y la elasticidad de su musculatura tras pasarse media hora de pie y sin ninguna actividad para calentarse. El Celtic solo habría podido marcar si el Barça le hubiera echado una mano, con alguna torpeza atrás, algún error. Hubo un par de lapsus gratuitos, no más.

Piqué sigue en la línea mayestática de la temporada y Alba recuperó la titularidad con la prudencia por bandera. El cuarteto de zagueros se vio protegido por los tres centrocampistas que se cansaron de correr kilómetros para evitar ni una miserable carrera de los interiores verdiblancos que excitara a a la grada. Eran más necesarios defendiendo que atacando, que para eso están las tres bestias. La hinchada abarrotó el Celtic Park, más por degustar la visita del Barça que por ver el cadáver del equipo que les humilló con el sonrojante 7-0 del Camp Nou. Acabaron aplaudiendo por gratitud: a unos por la brega, a otros por el fútbol.

EL COMPLEJO LOCAL

Tan acomplejado estaba Rodgers, el entrenador del Celtic, que plantó al equipo rezagado atrás para verlas venir. No quiso ir a buscar al Barça para evitar otra tragedia, que casi se desata en el segundo tiempor, cuandolos dos equipos se desperdigaron por el campo. Un toma y daca de idas y venidas que el Barça frenaba en los tres cuartos de campo y, en cambio, conseguía acabar en el área de Gordon con facilidad. El conformismo y la placidez con el resultado y la clasificación limitaron la voracidad del Barça, como si ahorrara esfuerzos e ideas para citas mayores, como la de Anoeta del domingo. Esa sí que es temible, vistos los antecedentes. 

Luis Enrique pudo darse el gustazo de promover el debut de Marlon, un prometedor central brasileño que le sorprendió ya en la estadía de pretemporada. Neymar y Rakitic vieron las tarjetas que les ahorran el trámite del Borussia y limpian su expediente. La primera parte del cuento europeo acabó antes de tiempo.

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