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EL PARTIDO DEL CAMP NOU

Luis Suárez y Messi salvan al Barça de un lío

El delantero uruguayo empató el encuentro y la estrella argentina consiguió un golazo de falta

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Marcos López / Barcelona

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No hay manera. Hasta jugando mal, el Barça gana partidos. Incluso cuando no está nada fino, embelesado como parecía por reunir a tanto talento en su equipo, el líder no se derrumba. El Alavés lo sometió a un estrés durante más de una hora, teniendo a los azulgranas al borde del precipicio. Pero Valverde, que modificó en la segunda mitad toda la estructura de su equipo, se salió con la suya cuando recuperó la esencia aportando frescura y velocidad por las bandas (Sergi Roberto y Jordi Alba) para que las estrellas decidieran. Iniesta agarró la pelota, Suárez remató y Messi encendió la luz de un Camp Nou que asistió a un triunfo que se veía lejano.

Empezó Coutinho de titular y jugando de extremo derecho en un 4-3-3 inédito. Iniesta también fue titular, seguro cómo está Valverde de que debe gestionar con inteligencia, y no solo táctica, la cohabitación entre los magos. Inteligencia emocional diríase. Quien no jugó con inteligencia fue el Barça, despistado, impreciso, empeñado en perforar por el centro el extraordinario entramado defensivo del Alavés del Pitu Albelardo, un técnico honrado y trabajador. Como lo son siempre sus equipos.

Sin encontrar portería

A pesar de la acumulación de talento que poseía el Barça, no hallaba la rendija para intimidar a Pacheco. Al menos, en la primera media hora. Esos 30 minutos en los que el conjunto vasco no se dedicó a defenderse con orden y fiabilidad. Ni mucho menos. Ya avisó de su peligro en una internada de Ibai Gómez, pero Ter Stegen se agigantó de tal manera que le hizo la portería diminuta. En la segunda ocasión, el Alavés no erró.

En el gol de Guidetti, el Barça ofreció un inusual catálogo de errores defensivos. ¿Qué demonios hacía Umtiti en el pico del área izquierda del Alavés, convertido más en interior o extremo que en central? Además, Rakitic midió mal su movimiento para destruir el contragolpe vasco. De Piqué no había noticias en esa jugada. De Semedo, tampoco. Y el exdelantero del Celta cabalgó desde campo del Alavés en solitario sin que se le acercara ningún defensa azulgrana. Su remate, tiró con la derecha y se golpeó en la bota izquierda, no fue ningún prodigio, pero resultó suficiente para batir a un desconcertado Ter Stegen, quien luego tuvo que evitar el 0-2 a disparo envenenado de Sobrino.

La ausencia de Busquets

El Barça de Messi, Coutinho, Iniesta y Suárez no había comparecido en ese tramo de partido. Despertó, no le quedaba otra opción, porque además los laterales (Semedo y Digne) no le ofrecían la profundidad necesaria, a pesar de que se echaba de menos, y mucho, la serenidad, pausa y orden que transmite Busquets.

El Alavés estuvo encomiable. Con una estructura defensiva impecable porque solo sufría en las acciones a balón parado. Cuando Messi disparaba faltas aparecía Pacheco, quien firmó un imponente paradón para llevar a su equipo al vestuario en el descanso con un espectacular y merecido triunfo.

Pensando en la Copa

Valverde, que tenía que rotar porque el jueves llega el Valencia en la Copa, tenía que meter mano en su plan inicial. No tardó mucho porque el partido se le estaba escapando. Quitó a Semedo, puso a Sergi Roberto. Quitó a Digne, puso a Jordi Alba. Y la noche, que parecía fúnebre, cambió radicalmente porque el Barcelona halló las alas adecuadas.

El Alavés se seguía defendiendo bien, pero el equipo de Valverde atacaba mucho mejor, con una ocupación mucho más racional de los espacios y, sobre todo, entendiendo lo que demandaba la noche, angustiosa noche. Angustiosa porque el Barça no estaba lúcido estrellándose ante Pacheco, el meta del conjunto vasco.

Aparecen Suárez y Messi

Pero cuando peor andaban los azulgranas aparecieron los dos delanteros para liquidar un encuentro que no era suyo. Primero, Suárez, con un derechazo furioso y lleno de rabia, aunque la paternidad ideológica del tanto le pertenece al mágico Iniesta, quien cabalgó por la banda izquierda con astucia y sabiduría. Luego le tocó el turno a Messi, escorado a la banda derecha porque Valverde ya había enviado a la ducha a Coutinho.

No solo fue su maravillosa falta directa, la que dio el triunfo, sino como gobernó el partido en la última media hora, enfurecido como estaba la estrella por la mala primera parte de todos. También de él. En ese gol que levantó al Camp Nou, el líder demostró que hasta jugando muy por debajo de lo que acostumbra es ganar lo que supone toneladas de desmoralización para cualquiera que pretende seguirle.

La ficha del Barça – Alavés (2-1)