LA JORNADA DE LIGA

El Barça se duerme ante el Celta en la recta final (2-2)

Los azulgranas se dejan empatar tras remontar gracias a un prodigioso Tello y un certero Messi

Los jugadores del Celta celebran el tanto del empate

Los jugadores del Celta celebran el tanto del empate / periodico

MARCOS LÓPEZ / Vigo

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Hay cosas que el Barça no aprende. Este sábado ha vuelto a despistarse de tal manera, que el Celta ha sacado un tesoro cuando ya se estaba marchando a casa con las manos vacías. En los últimos instantes, el líder ha ensuciado el enorme y prodigioso partido de Tello, un vendaval de fuerza, y la inacabable puntería de Messi. Cuando estaban los buenos en el campo, mientras algunas piezas de la segunda unidad (Thiago, Cesc, Alexis...) habían perdido una gran oportunidad, el Barça se ha dejado empatar (2-2).

No debe tener influencia final en la Liga, pero sí es un poderoso mensaje de que hay detalles que no se puede descuidar. Ni en Balaídos ni, por supuesto, en París. En cada gol del Celta, el primero de Insa, el segundo de Oubiña, se ha observado esa falta de atención que tanto daño ha hecho a los azulgranas.

Rotaciones sin éxito

Como era de esperar, ha habido rotaciones. En la defensa, ha aparecido Bartra, perdido durante toda la temporada. También Montoya, pero ejerciendo de lateral izquierdo, el destino que le espera el martes en París si no se recupera Jordi Alba. Y con vacas sagradas (Iniesta, Busquets y hasta Villa) descansando en el banquillo para el duelo europeo, el Barça ha salido con la segunda unidad. Al mando, Song, escoltado por Thiago y Cesc, mientras que Alexis --el "jugadorazo", como él mismo se definió hace unos días-- ha arropado a Messi por la derecha y a Tello por la izquierda.

El Celta, sacudido y golpeado por las bajas y con su gran estrella, el díscolo Iago Aspas, en la grada por su expulsión en Riazor, ha estado valiente al inicio. Ha adelantado su línea defensiva para alejarse de Javi Varas y le ha salido bien porque el Barcelona ha dispuesto del balón, pero sin profundidad. Y así, ganando terreno, con paciencia, pero sin chispa, el otro Barça ha ido arrinconando al Celta, hasta que un desorden de la zaga azulgrana ha acabado con Pinto, que ya había evitado antes el gol en una doble parada, batido ante Insa tras un rápido contragolpe del equipo de Abel.

El enfado del astro

De ese gol del Celta ha nacido el enfado de Messi. Y no hay nada peor que irritarle. En los dos minutos posteriores al tanto gallego, Leo ha sido un vendaval. Tras quejarse de un clarísimo penalti de Demidov que Mateu Lahoz no ha visto ni tampoco ha querido ver, el delantero se ha disfrazado de Xavi, Iniesta y Messi. Todo en una sola jugada. Se ha venido atrás para despegarse de la presión del Celta, ha levantado el periscopio, ha oteado la carrera salvaje de Tello por la banda izquierda y ha servido un pase de cine. De esos que sueña cualquier delantero. Y el joven de la cantera ha embellecido aún más esa acción de Messi con una hermosa parábola para salvar la plástica estirada de Javi Varas y golpear en el poste izquierdo suavemente antes de acariciar la red. Un gol de cine.

Con ese tanto, el Barça ha ocultado un gris partido, donde Piqué y Bartra, a quien se le ha pedido un penalti sobre Park anterior al de Messi, no han mezclado con la fiabilidad necesaria --el gol de Insa ha sido la prueba--, mientras que Thiago y Cesc (lo más destacado en su primera mitad es que ha visto una amarilla, con eso está dicho todo) apenas se han asomado y Alexis ha perdido la fuerza por la boca. Al Barça le han soportado las manos de Pinto, que no se ha dejado llevar por la emoción, ya que Balaídos lo ha ovacionado sin parar tras estar nueve años y medio guardando sus palos, y la eterna fuerza competitiva que desprende Messi en cada jugada.

A la espalda de Alves

Tan mal lo ha visto Tito Vilanova desde su casa de Barcelona, que ha ordenado mover al equipo. No han sido cambios porque sí. Han sido cambios estructurales: Iniesta por Thiago, que se ha hartado de perder balones, y Villa por Alexis. O sea, el técnico ha ordenado a Jordi Roura que se buscaran más espacios a la estrella. El Barça ha empezado a recuperar su esencia. Y el Celta, cada vez más cansado, no encontraba el antídoto para detener al salvaje Tello.

Salvaje porque ha cabalgado con tal fuerza que Jonny, un niño, internacional sub-18, ha vivido un calvario. Salvaje por su profundidad incansable por la banda izquierda. Y salvaje porque ha sido el socio perfecto. Como en la jugada del gol del récord imposible, el 1-2, cuando Leo ha conectado con Tello y Tello con Leo.

Después, Tito ha ordenado acabar con Busquets y Song como doble pivote, pero ni así ha sabido sostener el resultado. Y a la espalda de Alves, una tradición que no se pierde nunca, el Barça ha sucumbido. En el cabezazo de Oubiña ha quedado retratada la desidia. Y, al mismo tiempo, un serio aviso. Hay cosas que no se pueden tolerar. Tras hacer lo más difícil, el líder se ha dormido y lo ha pagado caro.