ENTREVISTA AL TÉCNICO DE LA PENYA

Carles Duran: "No hay milagro, hemos hecho muchas cosas bien"

El técnico de la Penya Carles Duran posa en una de las pistas anexas del Olímpic

El técnico de la Penya Carles Duran posa en una de las pistas anexas del Olímpic / periodico

Luis Mendiola

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Badalona es una ciudad más feliz estos días gracias a uno de esos  milagros cotidianos que se construyen en el deporte a través del trabajo y la ilusión. Gracias a una racha de siete victorias en los últimos ocho encuentros, el Divina Joventut se aseguró el pasado domingo la permanencia en la ACB, después de haber flirteado toda la temporada con la tragedia. Detrás de esa conquista surge el nombre del técnico Carles Duran (Barcelona, 15 de enero de 1976), que aterrizó en el club con el equipo en posiciones de descenso y ha sabido darle la vuelta  a la situación y recuperar el orgullo de los verdinegros.

Usted llegó casi en busca de ejercer un milagro porque el club se había instalado en el pesimismo y parecía segura su condena.

El día que me llaman, la verdad es que había mucho desánimo en el entorno. Cuando miramos el calendario de la segunda vuelta, vimos que el camino era muy complicado. Sinceramente, yo era de los que creía firmemente, aunque pensaba que tendríamos que esperar hasta la última jornada para salvarnos. Estaba convencido de que con el equipo que había, se podía cambiar la situación. Y, por suerte, lo hemos conseguido, aunque también han tenido que pasar muchas cosas, como que ciertos equipos han dejado de ganar. Y  luego también hemos tenido un poco de suerte de nuestra parte.

¿Qué explicación tiene para entender un cambio tan radical con el equipo, de casi desahuciado y colista a asegurar la permanencia a falta de dos jornadas?

Lo que yo puedo explicar es lo que intenté transmitir en el vestuario. Yo llegué e hice un 0-5. Pero los primeros cinco partidos, excepto el día del Baskonia, estuvimos en una buena línea. Todo ha tenido un proceso técnico y táctico. Al margen de hacer bien las cosas, he intentado que el equipo jugara como yo creo que tenía que jugar.  También potenciar a todos los jugadores  a nivel individual. Y luego ha sido clave el vestuario. Con la ayuda de los jugadores de la casa hemos intentado hacer ver al grupo lo que suponía jugar en la Penya. No creo mucho en los milagros. El equipo ha hecho muchas cosas para que pasase. No es una casualidad. Hemos hecho muchas cosas bien.

¿Hubo algún punto de inflexión?

Lo he dicho muchas veces. Después de perder ante el Obradoiro, podía parecer que estábamos  muertos. Pero el vestuario dijo que no era así. Que era todo lo contrario. Que nos tendrían que matar para que bajáramos. Y eso dio mucha fuerza a un equipo, que luego ha jugado muy bien.  El éxito de todo esto, es que hemos jugado bien a básquet, nos lo hemos pasado bien y hemos hecho que la gente lo pasase bien.

¿Cuánto ha habido de trabajo en la cancha y cuanto de trabajo mental? ¿Cómo la logrado cambiar la dinámica y hacer creer a sus jugadores? 

El reto no podía ser a largo plazo, porque la montaña era muy alta. Fue importante marcarse objetivos  muy pequeños, retos colectivos e individuales, que pudieran ser creíbles: ganar un partido fuera, encadenar dos victorias... Algunos de esas apuestas me han costado una comida o una cena. Después pensaba que el equipo necesitaba cambiar ciertas cosas. Endurecerse defensivamente porque es a lo que la Liga te lleva. Hemos cambiado roles. Y hay jugadores que han salido perjudicados, pero lo han entendido y es un valor que les doy porque me han ayudado.

La aportación de dos jugadores como Laprovittola y Conger, incorporados en esta fase final, ha resultado clave en la transformación del equipo. 

Laprovittola nos ha traído talento. Ha hecho que los otros jueguen mejor.  Y nos ha dado ambición. Al principio cuando llegué,  estaba pensando en jugar muchos minutos y lucirse. Pero también entendió con las derrotas que no eran solo sus números, que tenía que cambiar. Y aportó mucha agresividad y ambición. Y después Conger nos ha dado defensa y  físico. Dentro de las dudas que generó, lo trajimos porque era un jugador diferencial, que nos daba rebote, físico, velocidad, y después ha ido ganando confianza y ha hecho cosas muy positivas.

La Penya ha vivido un año dramático, sobre todo en lo económico pero también en lo deportivo. ¿Y ahora qué? Me gustaría seguir, sí. Es mi casa. Pero no a cualquier precio. Y no hablo solo de dinero. Se ha de hacer una Penya dentro de nuestras posibilidades. Un equipo que tenga buenos cimientos, porque si no cada año será un sufrimiento. A mí me encantaría seguir siempre y cuando esté bien valorado y que el club intente crecer. Lo hemos de intentar, porque si no, a corto plazo, podríamos sufrir una desgracia.