HISTORIAS DE INTEGRACIÓN

Cuando un deporte minoritario te salva de la exclusión social

Participantes de la asociación La Rotllana, de Badalona.

Participantes de la asociación La Rotllana, de Badalona. / JOAN PUIG

Manuel Arenas

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La definición de integración es la vida de Suliman Ali (GujratPakistan, 1998). Llegó a Badalona con 15 años después de haber vivido con su familia en otras partes de España tras dejar atrás Pakistan. Empezó estudiando catalán, se interesó por el deporte, siguió como participante en una liga de barrio y hasta hoy, cuando ya es monitor.

"Este barrio es una caldera de exclusión social", apunta uno de los responsables de La Rotllana

Ese proceso a través del cual jóvenes en riesgo de exclusión social llegan para aprender y terminan enseñando es el que trabaja la asociación La Rotllana de Badalona donde Ali y tantos otros -unos 4.000 al año en total- han utilizado el deporte y el ocio como herramientas para interiorizar valores y avistar un futuro mejor. 

Concretamente, la entidad trabaja desde 1989 sobre todo en el barrio de La Salut, uno de los más necesitados del municipio del Barcelonès Nord: según el Institut Municipal de Promoció d'Ocupació de Badalona (IMPO), el tercer trimestre del 2017 fue el barrio con mayor índice de paro de personas extranjeras (22,3%) y el segundo de la ciudad con más paro total (17,9%).

"Este barrio es una caldera de exclusión social: se va acumulando gente que no puede salir de aquí y se queda. En la época de más inmigración, los que llegaban veían el percal, se espabilaban y pegaban el bote. Aquí iba quedándose gente que tenía que acceder a vivienda sin condiciones, obreros no especializados...se va acumulando un colectivo que es el que está en las listas del paro o en los programas de desintoxicación", apunta Salva Periago (Badalona,1969), uno de los responsables de La Rotllana. "En estos barrios no se vive, se sobrevive", agrega Olga Gascón (Badalona,1979), otra trabajadora de la asociación.

El korfball como recurso integrativo

Aunque la asociación promueve multitud de proyectos, algunos incluso de intercambio internacional, hay un denominador común en el testimonio de los jóvenes entrevistados: el korfball, un deporte minoritario, grupal y mixto, como elemento integrativo. Sin ir más lejos, Suliman Ali reconoce que cuando llegó a la asociación se reía de su compañero Youssef Meroune (Badalona, 1995) por practicarlo, y ahora resulta que él lo juega y dirige a grupos de niños.

"Descubrí el korfball y La Rotllana con 12 años, cuando no sé qué alternativas de futuro tenía. He estado muchos años como voluntario hasta que a los 21 empecé como trabajador de la asociación en proyectos de deporte inclusivo, especialmente en la 'liga de barrio de korfball', donde hacemos que, además de la puntuación clásica, los equipos sumen puntos en función del 'fair play' y el comportamiento de los jugadores", explica Youssef Meroune.

Por su parte, Jenifer García (Badalona, 1989), cuenta que también se interesó por el voluntariado social a través del korfball con 13 años. "Estar en la asociación me ha ayudado a nivel personal: vengo de una familia desestructurada y mi educación la he aprendido aquí; si no hubiera estado en La Rotllana, sería una persona muy egoísta, sin embargo he aprendido a pensar más en el 'nosotros' que en el 'tú". Olga Gascón, ahora trabajadora de la entidad, certifica que también empezó a través del korfball: "Apostamos por este deporte porque te enseña muchísimos valores educativos para luchar contra realidades difíciles como las drogas".

Del voluntariado al trabajo

Además de la integración y evitar la exclusión social, desde La Rotllana buscan que los jóvenes encuentren a través de la educación no formal posibles vías profesionales para dedicarse en un futuro. Es el caso de Melenny Huayamabe (Portoviejo, Ecuador, 1998) que, como sus compañeros, también juega a korfball, es monitora y asegura que su paso por La Rotllana le ha servido para descubrir su parte vocacional: "A nivel

Además de evitar la exclusión social, los jóvenes encuentran vías profesionales para el futuro

profesional, el voluntariado me ha ayudado mucho".

El caso más paradigmático del voluntariado como medio para acabar trabajando es el de Olga Pérez (Badalona, 1973), que junto con Salva Periago empezaron en el esplai Chiribiripum, el germen de La Rotllana. Pérez, ahora profesora, se inició como participante en el esplai con 8 años y a los 15 se hizo monitora. "Mi estilo de vida en el esplai es lo que me ha hecho desembocar en mi profesión". Olga Gascón lo describe como una suerte de retorno: "La entidad me dio unos valores importantes y yo tuve la oportunidad de devolvérselos ayudando a los demás".

"Del grupo en el que tú empezaste, ¿quién no ha ido a la cárcel?", le pregunta a Olga Pérez Salva, que fue su monitor al principio. Y empieza a relatar: "Los chavales que empezaron con nosotros, de entre 16 y 19 años, han acabado siendo camellos, violadores, traficantes de drogas...algunos han muerto", apunta Salva, reseñando las dificultades sociales del barrio de La Salut. Olga, que estaba en aquel grupo, reconoce que, de no haber sido por el voluntariado, ella quizás hubiera ido por esa arriesgada senda: "Yo podía haber seguido por ese camino. Recuerdo una vez tener en mis manos un abanico de sustancias diversas y decir: 'Qué bonito...', pero, por lo que mi familia me había inculcado, me fui por otro camino".

La educación no formal, refugio contra la delincuencia

Cuando Salva habla de la razón de ser del asociacionismo relacionado con la educación no formal para dar salidas en barrios marginales, alude a su generación, la del caballo. "Mis colegas de La Salut se fueron 

La asociación es crítica con la gestión de los últimos Gobiernos municipales en términos de apoyo

quedando tirados en los coches o las calles; primero fue la heroína, después llegó el SIDA y finalmente veías que la gente llevaba un ritmo de vida que quien mejor se portaba tenía una orden de alejamiento por palizas a la mujer".

"Si no tienen oportunidades en los barrios, los jóvenes acaban accediendo a las drogas fácilmente, reseña Olga Gascón", que reivindica que "no por vivir en un barrio marginal son jóvenes sin talento: lo que necesitan es vivencias, intercambios y fórmulas que no encuentran en su entorno". "Eso es lo más frustrante: ver gente súper guapa que no tiene recursos para salir de donde están", concluye Salva.

En cuanto al apoyo a la asociación por parte del Ayuntamiento de Badalona, desde La Rotllana recuerdan "la retirada total de subvenciones cuando Albiol (PP) llegó al Gobierno local", pero tampoco valoran especialmente bien la gestión del actual ejecutivo (Guanyem Badalona, ICV y ERC): "Esperábamos más", sentencian, reafirmando la base social con la que cuenta la asociación para seguir hacia adelante.

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