NUEVO TÍTULO DEL AUTOR DE 'GOMORRA'

Roberto Saviano, amenazado por la Camorra, solo teme a la difamación

El autor de 'Gomorra', recopila sus artículos en 'La belleza y el infierno'

ANNA ABELLA / BARCELONA

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«Si tuviera que expresar un deseo, uno de esos deseos imposibles, me gustaría que mis páginas se pareciesen a una de esas carreras de Lionel Messi hacia la portería contraria, veloz, velocísimo, con el balón pegado al pie, da igual si luego consigue clavarlo en la red o se lo pasa a un compañero más desmarcado. Lo más importante no es el gol, sino regatear, fintar, no perder el balón». Lo escribe Roberto Saviano (Nápoles, 1979) en el prólogo de La belleza y el infierno (Debate / Empúries), una recopilación de sus últimas crónicas periodísticas. Y, como Messi, Saviano no se amilana ante la presión del equipo contrario, ni pone freno a su pluma.

Carga con el estigma del escritor amenazado. Allí donde va le acompaña un séquito de guardaespaldas. Ve el mundo a través de los oscuros cristales de coches blindados. Si está de gira suele dormir cada noche en un hotel distinto y, si está en el sur de Italia, solo lo hace en cuarteles de carabinieri. Casi no puede salir a la calle y si le apetece, por ejemplo, salir a bailar, debe avisar a la policía. Lleva así desde el 2006, cuando la Camorra, la Mafia napolitana, puso precio a su cabeza por sacar sus más que sucios trapos en el lúcido ensayo Gomorra, superventas en más de 30 países y llevado acertadamente a la gran pantalla por Matteo Garrone.

Y, a pesar de todo ello, escribe. «Si alguien esperaba que vivir en una situación dificilísima me obligaría a esconder mis palabras, se ha equivocado. No las he escondido, no las he perdido (...) Escribir, no prescindir de mis palabras, ha significado no perderme. No darme por vencido. No desesperar», afirma.

El libro recoge artículos, publicados sobre todo en La Repubblica y L’Espresso, redactados desde la oscuridad de esa «noche tan larga» que no se reprime en hacer visible en la dedicatoria del volumen; escritos «en una decena de casas distintas, en ninguna de las cuales he vivido más de unos meses. Todas pequeñas o muy pequeñas,todas, sin excepción, condenadamente oscuras», y en oscuras habitaciones de hotel, siempre sin ventanas para eludir a los francotiradores.

En cientos de entrevistas el escritor ha respondido «no» a la repetida pregunta «¿Usted no tiene miedo?». «El miedo a morir no lo siento casi nunca –asegura–. El peor de mis miedos, el que me acosa continuamente, es que consigan difamarme, destruir mi credibilidad, ensuciar aquello por lo que me he arriesgado y he pagado a un alto precio».

Para Saviano «escribir es resistir, es oponer resistencia», ante la mentira, la calumnia, la corrupción, la pasividad, el cinismo... y ante esa Mafia que ha convertido su tierra en un infierno. Y hablar de resistencia es también para él hablar de Messi, «el muchacho que logró repetir, idéntico, el gol más bonito de Diego Armando Maradona». Evoca el autor cómo conoció al futbolista del Barça en el Camp Nou, donde querían llevarle «a ver el partido en una jaula de vidrio blindado». Sobre sus problemas de crecimiento, escribe: «Tiene una cara de niño que no dice nada de los sufrimientos que padeció durante muchos años, de las inyecciones diarias de hormonas que le permitieron crecer y convertirse en campeón».

Politkóvskaia y Falcone

Saviano está agradecido a sus lectores, que «hicieron posible que Gomorra se convirtiese en un texto peligroso para ciertos poderes que necesitan silencio y sombra», y a los que le han apoyado. Recuerda la solidaridad de Salman Rushdie, amenazado por los islamistas, recuerda al desaparecido periodista Enzo Biagi y recuerda a la artista Miriam Makeba, fallecida de un infarto: «la gran ‘Mamá África’, la voz que cantaba la libertad de un continente pero se murió en Castel Volturno después de un concierto para recordar a seis hermanos asesinados por la Camorra y para mostrarse solidaria con alguien como yo, a quien no conocía».

Y recuerda a la periodista Anna Politkóvskaia, asesinada por escribir sobre Chechenia, y las palabras del también asesinado juez Gionvanni Falcone: «la Mafia es un fenómeno humano y como todos los fenómenos humanos tiene un principio y también tendrá un final».