La importancia de cómo decir las cosas

EL PERIÓDICO ha innovado en diseño desde su nacimiento y se ha mantenido fiel, sin complejos, a un modelo siempre adelantado a su tiempo

Fotomontaje del 'president' Tarradellas para la primera portada del diario.

Fotomontaje del 'president' Tarradellas para la primera portada del diario.

FERRAN GRAU

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Fue la primera portada: un fotomontaje con Tarradellas, como maestro nacional de Catalunya rodeado de alumnos en un aula, que sirvió para dar noticia de la histórica transferencia de competencias en materia de educación. El jueves 26 de octubre de 1978 nacía EL PERIÓDICO augurando, desde el minuto cero, lo que sería hasta hoy: un auténtico modelo inspirador y una cabecera sin complejos, comprometida en contar e interpretar la realidad. De incuestionable espíritu vanguardista, nunca habría ni habrá vuelta atrás.

Indudablemente, en 35 años de historia, hablamos de transformaciones, renovación o nuevos estilos aunque, más allá de modas, posibilidades técnicas o urgencias editoriales, el diseño de EL PERIÓDICO siempre se ha mojado, consciente como es de los avatares de su público y de su mundo, en constante movimiento y mutación. Dinámicas sociales que han desatado otros debates formales más inadvertidos, como lo fue, en un momento dado, lo adecuado o no del uso del color. Hoy resultaría un debate absurdo y surrealista, porque la realidad era en color, también en los 70, y de ello solo EL PERIÓDICO parecía ser consciente.

Pioneros del color

Aún recordamos que, desde medios más clásicos, autocalificados como más serios, se nos decía que el color era propio de plataformas sensacionalistas. Nos lo dijeron desde el 82, cuando se publicó la primera foto en color en portada. Nos lo recordaron cuando se hizo habitual los domingos. E insistieron, a partir de 1984, cuando el color fue de uso diario.

Pero el tiempo nos daría la razón, aunque para ello tendríamos que esperar hasta el estreno del nuevo siglo: La Vanguardia hizo un notorio rediseño en el 90, pero no se atrevió hasta mucho más tarde a publicar imágenes en color en su portada. The New York Times lo hizo por primera vez en 1997. Y habría que esperar hasta mayo del 2001 para ver la primera foto en color en la de El País, nueve años más tarde de haber editado su primer anuncio en color. El tiempo nos había dado la razón.

Y aquel empeño había llevado a EL PERIÓDICO a marcar en el año 2000 un nuevo hito, el de ser la primera cabecera en España editada en full color. Pero los desafíos que otros absorbieron y que convierten al diario en un modelo inspirador no se limitaban a incorporar el color en todas sus páginas. También está en su ADN facilitar al máximo la lectura para transmitir la información de la manera más directa. Así, frente a productos más lineales, EL PERIÓDICO, con decidida vocación didáctica, fue pionero en el desglose informativo: troceando el contenido e incorporando elementos de primera lectura para una visión más rápida y ágil, y que fue reconocida ya en el año 91 por la Society of Newspaper Design. Y más: se priorizó la contextualización informativa, irrumpió la infografía -la primera cabecera de España en incorporarla-, los titulares se hicieron más interpretativos y se aprovechó la oportunidad técnica para romper con las viejas reglas inmutables y cánones heredados de otros tiempos.

EL PERIÓDICO de 1978 y el del 2013 tienen poco que ver visualmente, pero nunca ha roto el hilo de un desarrollo coherente que lo ha hecho siempre reconocible. En su diseño inicial, de Fermín Vílchez y Carlos Pérez de Rozas, combinaba dos tipografías, aura para titulares, una letra condensada que permitía dar cuerpos grandes de los titulares, y la helvética en el resto de elementos, incluido el texto. La helvética, creada en 1957, es una tipografía de palo seco (sin serif) muy legible en el primer nivel de lectura, al tiempo que transmite una sensación dinámica y joven, y que permite crear gran variedad de matices por lo amplia que es. No en vano dispone de nueve gruesos distintos de letra, más sus versiones condensadas, con un registro mucho más amplio que las tipografías romanas (con serif) que dominaban en los diarios más tradicionales.

En 1985, siete años después de su nacimiento, El Periódico decidió unificar su tipografía en todos los elementos informativos. La renovación culminó  el 25 de septiembre de 1988, cuando la helvética llegó al logotipo del diario.

Fue en el gran rediseño del 2000, realizado por el estudio Cases i Associats, cuando aparte de pasar a imprimirse a todo color, el diario tomó la forma que ahora mantiene en esencia, pasando de seis a cinco columnas, e incorporando la swift para el texto general del diario: una letra con serif, pero de rasgos contemporáneos, diseñada por el holandés Gerard Unger en 1989, de excelente legibilidad para textos largos.

La apuesta gráfica del diario ha sido reconocida internacionalmente y ha cosechado galardones de diseño de la Society of Newspaper Design por sus portadas, páginas, infografías, edición fotográfica, ilustraciones y suplementos. Y especialmente, ha sido valorada en los premios ÑH otorgados en su capítulo español. En dos ocasiones, ÑH ha considerado sus primeras páginas como las mejores del año. Y en el 2007 distinguió el conjunto de las portadas del diario como lo mejor del certamen, The best of the show. No es de extrañar que ese mismo año El Periódico fuese elegido el diario europeo mejor diseñado por los European Newspaper Awards.

Blanco, negro y rojo

La cabecera nació en negro para pasarse al rojo. El cambio, en principio casi intrascendente, acabaría por marcar un destino. La cabecera soñaba con aportar las mejores claves para un mundo mejor. Soñaba con dejarse caer en el quiosco conmoviendo, agitando, compartiendo, en medio de un mar de cabeceras más predecibles, en un momento en el que la gran aldea global no lo abarcaba todo. El diario nació sumido en ansias poéticas, indagando en el más allá: encaramándose en los temas a través del fotomontaje, como hizo en su primera portada, como apuesta decidida o radiografía de la vida más allá de la foto, más allá de las palabras, más allá.

¿Se acuerdan de cuando EL PERIÓDICO publicó la imagen de Martin Luther King con el titular «Ya no es un sueño» para informar del triunfo electoral de Obama en Estados Unidos? ¿Se acuerdan de cuando su portada se convirtió en alegato contra la guerra de Irak? ¿Se acuerdan de cuando las quejas de los lectores por el caos de Iberia en El Prat ocuparon toda la primera página? ¿Se acuerdan de cuando llamó a que España escuchara el sentir de Catalunya el 11 de Setembre del 2012?

Recordar es un ejercicio leal. Es rehabilitar la memoria y con ella poder abarcar nuestro ahora, nuestro presente, tan lleno de huecos y palabras altisonantes como progresismo o solidaridad que luego, a la larga, en muchas ocasiones figuran solo en la superficie. El letargo emocional, tan ligado desde una perspectiva periodística a la usurpación de la palabra y a la globalidad, nos hace reflexionar sobre el estigma del diseño: es importante lo que se dice pero, ¿acaso no lo es el cómo se dice?

Un diseño no es un producto hospitalario, ni aséptico, ni es indiferente al aletargamiento, la apatía o la desidia. Es también una realidad emocional. Se dice que a las palabras se las lleva el viento y aquí es donde el diseño, la forma, les permita perpetuarse, fortaleciendo el discurso. No hay así una palabra sin su forma, como tampoco hay una forma universal adaptable o maleable a todos los discursos, a todas las palabras.

Si echamos un vistazo a las viejas cabeceras, habrá quien se ría o las observe desde el escepticismo de la posmodernidad, pero en realidad 35 años es mucho tiempo, una vida adulta. Pasados los problemas de gestación, la incomprensión de su juventud, EL PERIÓDICO se asienta sobre un diseño maduro, experimentado, que fue y es modelo de inspiración, y que ha hecho incuestionable lo que alguna vez tuvo que defender a contracorriente.