lanza una aplicación con tres piezas creadas para ser manipuladas

Drexler pide que le 'tuneen'

El artista hace que el oyente determine el rumbo de sus canciones en 'n'

NÚRIA MARTORELL / Barcelona

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La revolucionaria propuesta de Jorge Drexler es tan novedosa como difícil de explicar sin un dispositivo móvil en la mano (pues para este formato ha sido concebida). De ahí que pida grabar el acústico en EL PERIÓDICO guitarra en ristre y con una tableta manipulada por "una mano inocente". El improvisado ayudante es quien le indica qué letra debe cantar a cada momento (con su respectiva melodía). Y es que en 'n' -así ha bautizado el proyecto- el oyente determina el rumbo de la canción. El artista (y doctor) uruguayo está pletórico con su invento. No es para menos.

"Son canciones intervenibles que no tienen una versión definitiva. Cada una es única e irrepetible. Y no está completa si no está mutada -explica-. Son piezas que navegan en el caos y que están hechas para que la gente las altere", insiste.

La acción de quien escucha sus composiciones permite, según el caso, "cambiar la letra y la melodía; los arreglos y hasta los cantantes que participan". El que fuera ganador del Oscar en el 2005 por 'Al otro lado del río' ha decidido crear nuevos puentes entre el músico y sus seguidores. Les permite jugar a su antojo con sus creaciones. Formar parte de este laboratorio musical. Y de forma muy activa.

La primera pieza que ha lanzado es 'Habitación 316'. Consta de 38 versos ("19 cortos y 19 largos") que se pueden alternar "y todos tienen sentido con todos". El número de posibles versiones es de 10 elevado a 27. "Un 1 y 27 ceros. ¡Un número mayor al de todos los granos de arena de todas las playas del mundo!", exclama. Y la canción «reproduce la metáfora en el texto: relata el encuentro de dos desconocidos y las casi infinitas versiones de lo que puede suceder esa noche".

La vida como camino

La segunda, 'Madera de deriva', habla del devenir de la vida. "De ir aprendiendo en su errático camino, según los lugares que visitas. Y de la misma manera que uno acaba siendo un poco los sitios por los que transita, la canción crece según donde te encuentras. Te viene como un niño recién nacido: desnuda. Solo con la voz. Y tienes que ir agregando los instrumentos desplazándote en diferentes direcciones. Por ejemplo -añade, tableta en mano-. Aquí tengo asignado el quinteto de viento. Pero si te mueves quinientos metros para allí, entra la guitarra. Y así puedes ir abriendo todos los instrumentos que grabó la Orquesta Sinfónica de Euskadi, convirtiéndote en su director". Drexler aclara que "cada grupo instrumental está localizado en distintas áreas del planeta. Cada 500 metros aparecen instrumentos nuevos y si caminas 1.000 los puedes repetir. Los tienes que ir buscando. Y cuentas con una brújula".

Escoger al cantante

Y aún hay una tercera propuesta. Todavía más complicada: 'Décima a la décima'. "Está badada en la décima espinela, esta estructura métrica del verso que existe prácticamente solo en el idioma español. Cada estrofa esta compuesta por diez versos con una estructura de rima muy compleja, pero cada uno de los versos tiene 10 opciones, es como una décima cúbica. Tiene 10.000 millones de combinaciones. Y como era muy complicado ir leyendo los versos para elegirlos, propongo que elijas a los 10 cantantes que participan". Es decir: Xoel López, Víctor Ramil, Fernando Cabrera, Martín Buscaglia, el propio Drexler y su hermano Daniel, Kevin Johansen, Kiko Veneno, Álex Ferreira René Pérez (de Calle 13). "El texto es también combinatorio. Lo bueno es que puedes cambiarlo y sigue teniendo sentido. Mantiene la estructura de la rima. Y de la misma manera que 'Madera de deriva' varía de acuerdo a la situación en el espacio, 'Décima a la décima' lo hace según la situación en el tiempo. "Su duración depende de la hora. La canción crece a lo largo del día para luego acortarse y recomenzar. La hora determina el número de estrofas que van aumentando a lo largo del día desde la una de la madrugada y llega a su máximo (10 estrofas) de diez a doce de la noche".

Drexler lo tiene claro: "Son canciones para ser tuneadas. Para que el oyente se las sienta suyas. Llevan mi marca muy profundamente, pero les dejo a ellos la última responsabilidad".