Los cuartos de final

La presión de Thiago

Brasil cuestiona la capitanía del central después de rechazar lanzar el primer penalti ante Chile

Thiago Silva, en un entrenamiento con la selección de Brasil en Teresópolis.

Thiago Silva, en un entrenamiento con la selección de Brasil en Teresópolis.

EDU SOTOS
RÍO DE JANEIRO

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Es en los momentos de tensión extrema cuando algunos individuos se distinguen como líderes de un grupo y otros simplemente se apagan o tiran la toalla. Fue la imagen del desespero. Con las rodillas clavadas en el césped del Mineirao, el flamante capitán de Scolari, el número 3 de la canarinha, Thiago Silva, sucumbió al pánico de los penaltis ante Chile y la posibilidad de verse fuera del Mundial.

El central implacable, el hombre llamado a liderar un equipo con más nombre que experiencia, no pudo asumir tanta responsabilidad. Las cinco estrellas en el pecho hicieron mella en el central del París Saint Germain y tuvo que ser su futuro compañero en el club parisino, David Luiz, el que aceptase el reto de lanzar el primer penalti.

Nadie esperaba esa reacción. Ni tan siquiera cuando el grupo se preparaba en la paradisíaca Granja Comarí las semanas previas al Mundial, junto a la psicóloga Regina Brandao y exjugadores de la seleçao como Cafú. Nadie había previsto que el jugador más seguro durante los 90 minutos en cada partido sería el primero en derrumbarse una vez agotado el tiempo y antes de afrontar el cara o cruz de la lotería de los penaltis.

No son pocos los que en Brasil exigen que Thiago, tras exhibir esa endeblez mental y anímica, ceda su brazalete a David Luiz. Pero si algo tiene la canarinha modelada por Felipao es su unidad inquebrantable. Por eso todo el equipo ha cerrado filas en torno al central y nadie quieren ni oír hablar del tema.

COMPRENSIÓN / El mismo Cafú, quien tuvo el privilegio de levantar como capitán la última Copa del Mundo que ganó Brasil en el 2002, fue ayer el primero en romper una lanza en favor de Silva. «Cada uno expresa sus emociones como quiere, no se le puede quitar la capitanía por ese motivo. Lo que hay que analizar es lo que precisaba el equipo en ese momento. No podemos ahora crucificar a Thiago, lo importante es que el grupo le entienda y que sea respaldado por la plantilla», dijo.

Thiago no está solo, nadie discute sus galones. Solo el tiempo dirá si dentro de 10 o 15 años será el próximo encargado de trasmitir su experiencia en Granja Comarí, animando a las futuras estrellas a asumir una decisión que él, ante Chile, no pudo afrontar.