EL MAYOR LAMENTO DE LA F-1

Schumacher cumple hoy 49 años y sigue conectado a una máquina

El campeonísimo alemán Michael Schumacher en sus tiempos en Ferrari.

El campeonísimo alemán Michael Schumacher en sus tiempos en Ferrari.

Emilio Pérez de Rozas

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Michael Schumacher ha cumplido este miércoles 49 años convertido en uno de los deportistas más grandes de la historia, de todos los deportes. El 29 de diciembre, exactamente cuatro años conectado a una, dos, tres y hasta cuatro máquinas, que lo mantienen en estado vegetativo, en una de las más sofisticadas unidades de cuidados intensivos jamás construida. Corinna Betsch, esposa del heptacampeón del mundo de F-1 (1994, 1995, 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004), decidió, en septiembre del 2014, justo cuando abandonó el Hospital Universitario de Lausana, nueve meses después de que sufriese un gravísimo accidente esquiando con su hijo Mick, que organizaría su casa, su vida, su fortuna y la de su familia en un intento desesperado de que su amado Schumi recobrase la vida, el aliento, la consciencia.

Una fortuna en cuidados

Nada se sabe del estado de Schumacher. Nada. Su situación médica (el último parte data de septiembre de 2014: "Schumacher logró avances en las últimas semanas y meses pero aún le queda un largo y duro camino por delante”) sigue en manos de un equipo de 15 personas entre doctores, recuperadores y terapeutas, que, junto a medicamentos y aparatos, representan un gasto diario de 20.000 euros. Eso sí, Sabina Kehm, su directora de comunicación, que jamás, jamás, se separó de Schumacher en vida, continúa negando y saliendo al paso de cualquier rumor sobre su estado y, sobre todo, sigue pidiendo “el máximo respeto para el campeón, así como intimidad y privacidad para la familia”.

Es Kehm, junto a Corinna, quien mantiene bajo llave y en secreto la situación por la que atraviesa Schumacher, que, el 29 de diciembre del 2013, cuando esquiaba con su hijo Mick fuera de pistas en la estación francés de Méribel, en los Alpes, perdió el control de sus esquís y, al caer, se golpeó con una piedra, con tan mala suerte que se rompió su casco y sufrió lesiones, ya entonces, irreparables.

El mejor de la historia

Schumacher tuvo una carrera, no solo gloriosa, sino sin apenas lesiones graves. Schumi, ganador de 91 de los 307 grandes premios que corrió, poseedor de 68 poles positions y visitante del podio en el 50,49% (155) de los grandes premios que disputó, llegó a estar en 24.148 kilómetros y 16.825 vueltas como líder de un gran premio, totalizando, a lo largo de esa fulgurante carrera, 81.208 kilómetros al volante de un F-1. Pues bien, con esos números impecables, Schumacher sufrió el accidente más absurdo de su vida, cuando estaba de vacaciones con su familia. Toda la vida pilotando a más de 300 kilómetros por hora y Schumi se estrelló y destrozó la cabeza en unas vacaciones invernales, llenando de luto la F-1.

Hace apenas unos días, en París, la Federación Internacional del Automòvil (FIA) le rindió un sentido homenaje en la inauguración del Salón de la Fama, al que asistieron varios de los 33 campeones del mundo que allí se recuerdan, entre ellos el español Fernando Alonso, que tuvo un sentido recuerdo hacia el alemán. “Estoy convencido –dijo el francés Jean Todt, exjefe de Schumi en Ferrari y ahora presidente de la FIA--, que a Michael le hubiese encantado estar entre nosotros en este acto”.

"Todos rezamos diariamente para que se produzca el milagro que esperamos, que Michael despierte"

Ross Brawn

— Responsable técnico de la F-1 y amigo íntimo de la familia Schumacher Betsch

Todt es, precisamente, unas de las poquísimas personas que tienen acceso a la fabulosa casa que los Schumacher Betsch poseen junto al lago Lemán, en Suiza, y donde se encuentra esa sofisticada UVI que mantiene, aún vivo, al campeonísimo alemán, poseedor de siete títulos mundiales, más que nadie. TodtRoss Brawn, ahora responsable técnico del Mundial de F-1, los expilotos Jean Alesi Felipe Massa, así como el doctor y profesor Gérard Saillant, son de las pocas personas que visitan a Corinna. Y, por supuesto, ni uno solo de ellos habla de sus visitas. Nunca. “Rezamos todos los días –fue lo máximo que se atrevió a decir un día Brown--, para que se produzca el milagro de que Michael despierte”.

El silencio de la prensa

Ellos también, no solo Corinna y Sabina, pusieron el grito en el cielo cuando, hace tres años, se enteraron que un fotógrafo iba ofreciendo unas fotos de Schumacher en su UVI por un millón de euros (nadie le hizo ni caso, jamás se supo de su existencia) y protestaron, al igual que hizo la familia, cuando la prestigiosa revista alemana Bunte aseguró que Schumacher ya caminaba por su habitación. “¡Cómo se pueden publicarse esas especulaciones!”, clamó Sabina Kehm entonces, calificando esa información de “irresponsable”.

Lo cierto es que el patrimonio atesorado por Schumacher, cuya familia lo primero que hizo tras regresar a casa fue venderse su jet privado por más de 20 millones de euros y su mansión de Noruega, le permiten a Corinna mantener viva la esperanza de que se produzca el milagro. Schumacher, cuyas ganancias la revista Forbes sitúan, a lo largo de toda su carrera, en 1.000 millones de dólares (es el quinto deportista que más dinero ha ganado tras Michael JordanTiger WoodsArnold Palmer y Jack Nicklaus), tiene ahora un imitador en su hijo Mick, de 18 años, recién llegado a la F-3 europea y recibe habitualmente los agradecimientos de su hija Gina, de 20 años, cada vez que esta excelente amazona gana algún concurso hípico. “Este trofeo se lo dedico a mi padre por el cariño que me regala cada día”, suele decir Gina.

Una señal de vida

Lo cierto es que en este cuarto año sin Schumi, el mundo de la F-1 quisiera tener alguna noticia sobre su más grande campeón. Como escribía esta misma semana Umberto Zapelloni, subdirector de La Gazzetta dello Sport y un auténtico experto e historiador de la F-1, “no queremos fotos, ni videos, ni palabras, solo queremos que nos digan cómo está; los fans de Michael merecemos saber algo más que agarrarnos a un simple hashtag (#KeepFighting)”. Pero no, no hay señales de vida alrededor de Michael Schumacher, conectado, desde hace cuatro interminables años, a una, dos, tres y hasta cuatro máquinas en su mansión de Gland.