Sexualidad y sociedad

Ser una Madame en Barcelona

La curiosa historia de la Sra. Rius que con 78 años dirige un burdel en L'Eixample de Barcelona

La Sra. Rius de 78 años es madame de un burdel en L'Eixample

La Sra. Rius de 78 años es madame de un burdel en L'Eixample / periodico

ELENA CRESPI / BARCELONA

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Muchas personas conocen a la Sra. Rius en Barcelona. “Faig senyors” (hago señores) como dice ella. Yo la conocía por los medios de counicación. Hace unos días la conocí en persona. Y su visión del mundo y de la sexualidad me sorprendió...

Una de las ventajas de mi profesión es que tengo la oportunidad de conocer a personas fascinantes. Y eso es lo que me sucedió hace unos días. Por un tema profesional, tuve que contactar con Lidia Artigas, más conocida como la señora Rius. Se define como una mujer de moral distraída. Y es que ella tiene un negocio, en medio del Eixample de Barcelona, dedicado al placer y a la satisfacción sexual de sus clientes. Un burdel.

Me sorprendieron muchas cosas de mi visita a su casa. Una casa que ya conocía porque la había visto en algún que otro programa de televisión. Era un piso normal y corriente del Eixample. Y, además, os diré que, sin yo saberlo, fui vecina de Lidia durante 12 años. No de la misma escalera pero sí de la misma manzana. Por lo que conocía el barrio a la perfección.

Si me permitís una anécdota: Lídia me dio la dirección exacta cuando la llame y la anoté en una libreta para no perderla. Pero el día que fui a visitarla... me olvidé lalibreta en casa. Sabía la manzana que era pero no el número exacto de puerta... Y busqué y busqué la dirección por internet pero en ningún sitio me aparecía. Es muy discreta Lícia, incluso para esto. El teléfono comunicaba contínuamente y no podía hablar con ella. Y, finalmente, me aventuré a preguntarle al portero de una de las fincas. “Perdone, a ver si me puede ayudar. No recuerdo la dirección exacta de la persona que vengo a ver y quizás usted me pueda ayudar” le dije al portero de uno de los edificios de la calle. “¿Conoce a la Sra. Rius?” y el portero me miró y me dijo, con una sonrisa en los labios... “¡Claro que sí! Es el edificio de aquí al lado”. Recordaba el piso pero no la puerta... y me dirigí al edificio contiguo, llamé y me abrieron.

Lleva más de treinta años trabajando en ese edificio. Ahora ya tiene tres pisos en donde se ejerce la prostitución de una manera un tanto peculiar: trabajan de ocho a ocho. Por la noche todo cerrado y a dormir. Un horario poco habitual para este tipo de negocios, ¿verdad?.

“Yo no tengo chicas jóvenes” me dijo. “La mayoría tienen más de treinta años y algunas tienen hijos”: Seguramente esto rompe con el estereotipo de prostituta que muchas personas tienen en su cabeza. Y siempre decía “mis chicas son bonitas por fuera y por dentro” y me comentaba que algunos señores no solamente venían para tener sexo sino que algunos también venían para estar acompañados durante un rato y para conversar.

“Nunca he tenido ningún problema con los vecinos” y, por lo que parece, la respetan mucho. Cuando salí del piso y bajé las escaleras, me crucé con una vecina pero no me atreví a preguntarle su opinión. Yo no soy periodista y no sé cómo se hacen estas cosas.

Cuando llamaban a la puerta, Lidia se levantaba, cerraba la puerta detrás suyo, manteniendo la discreción, y yo me quedaba en esa salita pequeña llena de libros y de fotos. Mirando los títulos que había en esas estanterías. Enciclopedias, novelas, recortes de periódico, fotos de famosos, de ella... me encantó el toque “retro” de su piso. 

Y cuando terinamos de hablar de lo que me había traído a verla, empezó a contarme curiosidades de su vida como prostituta. De cuando era joven. Dalí, George Orwell, Cela... Incluso se atrevió a contarme algunas cosas personales que no cuento aquí porque no sé si tengo permiso para hacerlo.

Una mujer de setenta y ocho años con muchas experiencias a sus espaldas. Os recomiendo que la investiguéis y que busquéis vídeos y entrevistas donde la veáis en acción. Tierna, cariñosa. Toda una señora que te acoge en su casa con proximidad y una gran sonrisa.

Evidentemente, no todos los negocios dedicados a la prostitución son así...