Sexo líquido

Quizás haya quien piense que voy a hablar de fluidos... pero no va a ser así. El concepto 'líquido' voy a robarlo de Zygmunt Bauman que habla de la sociedad líquida y, dentro de ella, nos lleva a reflexionar sobre la existencia del amor líquido

Imagen de una pareja antes de practicar sexo.

Imagen de una pareja antes de practicar sexo. / periodico

Elena Crespi Asensio

Elena Crespi Asensio

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No voy a hablar de los líquidos que pueden existir en las relaciones sexuales... lo dejaremos para otro momento. Quiero hacer una reflexión más allá del cuerpo. Y es que Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, introdujo un concepto que me pareció apasionante. Él habla del amor líquido como un tipo de relación en donde la fugacidad y la falta de compromiso ganan cada vez más terreno.

¿Qué significa eso? Que nos encontramos ante relaciones de pareja que son frágiles. Relaciones que a la mínima que no cumplen unas expectativas mínimas se rompen. Entonces, me planteo... ¿puede que esta propiedad también se encuentre en el sexo? ¿Podríamos hablar de sexo líquido?

Seguramente sí. Y si me planteo qué sería el sexo líquido, me imagino un tipo de sexualidad también con una fragilidad elevada debido a que el alto nivel de exigencia sobre el rendimiento sexual se come la importancia del aprendizaje dentro de la sexualidad individual y en pareja.

¿Qué se exige ahora a un amante? (y cuando digo "amante" me refiero a aquella persona que entra en nuestra cama, con quien jugamos y mantenemos relaciones sexuales, no me refiero a aquél o a aquella con quien se es infiel). A un amante se le exige que sea bueno o buena ya desde el principio. Esperando que la sexualidad surja de manera espontánea y todo vaya perfectamente bien. Son muchas las personas que, cuando ven que las primeras relaciones sexuales no funcionan del todo bien, se cansan de su amante y buscan a otro u otra.

Entonces, las relaciones sexuales tenderán a ser líquidas. Se romperán si no funciona todo bien desde el principio.

También hemos convertido en líquido al sexo cuando hablamos de él como si estuviéramos hablando de los logros conseguidos en una competición. Cuando solamente nos fijamos en el rendimiento sexual y nos obsesionamos con ser grandes amantes que sólo tienen en cuenta el cuerpo para relacionarse sexualmente. Entonces es cuando pasamos a hacer gimnasia sexual. Y es fantástico poder hacer ese tipo de gimnasia pero... cuando estamos en pareja, si el sexo solamente lo concebimos como gimnasia sexual, le estamos dando un valor líquido que no nos permitirá gozar plenamente de todas las posibilidades de la sexualidad. Si sólo valoramos la sexualidad desde el punto de vista físico, cuando el cuerpo (o la combinación del juego de dos cuerpos) no sea como deseemos o no de la respuesta que esperamos, la frustración puede entrar por la puerta y romper el vínculo que unía a esas dos personas. Y entonces se puede entrar en un bucle intentando encontrar aquella persona con quien se tenga una buena conexión sexual sin dar la oportunidad a aprender a gozar y a sentir placer juntos.

Quizás para que la sexualidad funcione debemos permitir que no sea fugaz, debemos permitir aprender poco a poco juntos... pero la chispa tiene que estar presente, claro. Y la chispa... o aparece o no aparece... pero no la podemos forzar. En cambio el bueno sexo se puede aprender si evitamos que se convierta en líquido...