AUTOMOCIÓN

Herbert Diess: "La electrificación va a costar puestos de trabajo"

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Xavier Pérez

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La presencia de Herbert Diess en la presentación del los resultados de Seat la pasada semana ha sido un espaldarazo para el trabajo que acreita el presidente de la marca española, Luca de Meo, en el que pasa por ser el mejor año de la historia de Seat. Sin embargo, el futuro del sector avista nubarrones con la llegada de las nuevas normativas medioambientales y la necesidad de transformación. El CEO del Grupo Volkswagen analiza para EL PERIÓDICO el camino a seguir y sus consecuencias.

- La entrada en vigor de la limitación de 95 gramos por kilómetro en la UEpara 2021 va a obligar a cambiar muchas cosas en el automóvil. ¿Están preparados?. 

- Es cierto que el mundo va a cambiar mucho en dos años. El Grupo Volkswagen tiene un plan que cumplir. Tenemos que llegar tanto por plazos de entrega como por oferta de vehículos eléctricos, y creo que lo haremos. Hoy en día estamos a 25 gramos de emisiones para conseguir el objetivo marcado en 2021 y de seguir así representaría multas de unos 30.000 millones de euros. Y eso es más de tres años de beneficios de la industria del automóvil europea. Es por eso que hay que trabajar. Hay riesgos, es evidente, pero vamos a conseguirlo. Disponemos de una gama de vehículos electrificados en muchos segmentos y con la llegada de coches como el Volkswagen ID o el Seat el-Born conseguiremos modelos preparados por menos de 30.000 euros. También trabajamos para ampliar la red de recarga en Europa, y todo ello también supondrá preparar nuestras fábricas para esa transformación con la introducción de las baterías en el proceso productivo.

- La llegada del coche eléctrico supondrá menos piezas, menos horas de trabajo y menos mano de obra. ¿Habrá despidos?

- No se pueden mantener las estructuras actuales como hasta ahora con el coche eléctrico, está claro. La electrificación va acostar puestos de trabajo, pero tenemos tiempo para adaptarnos. La transformación del sector será bastante rápida para nosotros y pienso que la situación será manejable. Tenemos planes establecidos de reducción de plantilla con prejubilaciones e incentivos para aplicar en las plantas donde vamos a producir coches eléctricos. Tenemos acuerdos con los sindicatos para un periodo de cinco a diez años para reducir plantillas, lo hemos dicho abiertamente, y es una situación que no se puede remediar.

- ¿Son necesarias fábricas específicas para el vehículo eléctrico o puede coexistir la producción con modelos convencionales?

- Pienso que es muy necesario. Aunque cada factoría es un caso especial y las necesidades industriales son diferentes. Hemos disñado una plataforma específica para los coches eléctricos, y eso es una oportunida, una ventaja que tenemos en el grupo  respecto a algún competidor. Si dejas fuera el motor térmico del diseño y del proceso de producción  dejas mucho más espacio interior, y se modifican algunos procesos de montaje. Eso nos permitirá optimizar las plantas para ese tipo de coche y con ello, al ser solo plantas para coche eléctruico, ganaremos un 15 o 20% de productividad. Es por eso que  estamos dedicando plantas enteras, aunque no lo vamos a hacer en todo el mundo. Skoda también va a empezar con algun modelo. Les va a costar productividad y competitividad. 

- ¿Donde afectará más ese cambio? ¿Habrá fábrica de coches eléctricos en España?

- Empiezo por la segunda pregunta. Ahora mismo no tenemos previsto que en las plantas que tenemos en España (Martorell de Seat y Landaben de Volkswagen) se vayan a producir coches eléctricos. Esas plantas cumplen con otras prioridades industriales. Y ¿donde afectará más el cambio de modelo productivo? Pues sobre todo en las cadenas de suministro que también son muy diferentes, porque tienen que orientarse muchísimo hacia las baterías, no solo en la caja y su ensamblaje, sino la logística. Es una plataforma totalmente nueva y por eso precisaremos de una red de suministro de componentes que también sea totalmente nueva. Para nosotros, hablo como Volkswagen, sí tiene sentido fabricar coches eléctrios de forma específica en algunas plantas alemanas. Es una ventaja. Pero está claro que para otras factorías (como Martorell) que tienen plataformas multitracción no es una buena solución.

-¿Cree que en la carrera de la electrificación del automóvil Europa ha perdido la batalla por la producción de baterías y que se ha quedado en manos de países asiáticos?

- No es que lo hayamos perdido, pero casi. Ellos son realmente fuertes y si realmente queremos cumplir con lo estipulado en el Tratado de París de conseguir 0 emisiones en 2050 tenemos que trabajarnos ese tema. El Grupo Volkswagen tiene 10 plantas y creo que tenemos tiempo para ello. Pienso que es muy posible que se pueda llegar a algún acuerdo para crear un consorcio europeo de producción de baterías.

- ¿Sería una solución fabricar baterías cerca de las factorías?

- Ayudaría mucho, sí. La batería tiene un peso muy importante y supone una gran tarea logística (además de emplearse materiales que pueden ser peligrosos). No digo que tengan que estar al lado pero lo que sí es necesario es que se encuentren en un radio cercano (unos 200 kilómetros). Tesla, por ejemplo, emplea un tren que tarda dos horas en llegar de la gigafactoría a la planta de ensamblaje. Eso sería una solución. Hoy en día las ensamblamos en Hungría y Polonia y están demasiado lejos con un coste logístico importante.

- ¿Las limitaciones de emisiones y la electrificación han obligado al sector a ir mucho más deprisa a nivel tecnológico?

- En ese aspecto no tanto, porque está demostrado que a nivel de ingeniería el coche eléctrico funciona. Es cierto que es más caro producir y comprar un coche eléctrico, y la fórmula solo funciona si la energía que emplea es renovable. Y es en la rapidez de la transformación industrial que eso supone donde costará puestos de trabajo. Todo esto solo tiene sentido si tienes la energía apropiada. En países como Polonia, donde la producción eléctrica depende del carbón (un kilo de CO2 por cada kilowatio/hora) no es una solución. Es más racional un vehículo con motor de combustión.

- ¿Y España en que situación estaría?

Aquí hay mucho sol y mucho viento. Por eso pienso que tiene sentido el coche eléctrico. Se puede hacer, aunque la pregunta es con qué rapidez. Es muy caro ya que requiere muchísima inversion industrial y en infraestructuras. Tenemos que saber, como sociedad, con qué rapidez podemos reducir puestos de trabajo sin romper el sistema. Sólo hay que recordar lo sucedido en Francia con el anuncio de subir 10 céntimos el litros de gasoil. La nueva movilidad es cara, mucho más cara. Un ejemplo, un Seat Mii con emisiones de 95 gramos en 2030 tendría que pagar 3000 euros de multa. ¿Quién lo asume? Por eso digo que hay que estudiarlo todo con detenimiento.

-¿Sin la infraestructura adecuada tampoco habría negocio?

- Bueno, con poca infraestructura también se puede funcionar. Alemania no está mucho mejor que España. Lo que está claro es que la mentalidad del usuario del coche eléctrico debe ser diferente. Tienes que saber cuando recargas y dónde, pero haciendo bien los cálculos se puede ir de Barcelona a Berlín con cuatro o cinco paradas. Hay modelos con autonomía de 400 kilómetros y por tanto es una solución real.

- ¿Cree que los gobiernos están por la labor?

- Hay que empujarles un poco. En Alemania estaban algo dubitativos a la hora de invertir en infraestructuras, pero poco a poco  lo están haciendo. Han visto que si no invierten en infraestructura para el coche eléctrico no cumplirán con el Tratado de París. También es necesario dar un incentivo para el cambio al eléctrico. A los gobiernos les interesa cumplir con ello igual que a las marcas. Si eso está claro espero que en los próximos meses los políticos van a cambiar su mentalidad en todos los países. Las protestas que se están dando en muchos paíese de los jóvenes de 15 años contra el cambio climático, son un  ejemplo de que hay preocupación social. Tienen todo el derecho de quejarse, porque es muy importante luchar para que les dejemos un mundo en condiciones. Eso cambia la mentalidad. No solo de los jóvenes. Ahora los políticos se enfrentan a una generación y a científicos que les están diciendo que no hay otra manera de hacerlo. Esa combinación pone ahora a los políticos bajo muchísima presión. Están mucho más dispuestos. Tal vez en España eso puede pasar mucho más tarde, pero ocurrirá.