UN PODIO QUE SABE A GLORIA
Así logró Aleix Espargaró ser el Valentino Rossi de Aprilia
El veterano piloto de Granollers, de 32 años, regresa a Aragón habiendo colocado, cinco años y 79 grandes premios después, a Aprilia en el podio de MotoGP
"Cuando llegué a Noale, todos nos veían como el patito feo del 'paddock', ahora hasta los japoneses hacen fotos de nuestra moto para copiarla", dice Aleix
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas
La gente, no los aficionados, no los enteraditos, puede pensar cómo es posible tanto ruido, tanta celebración, tanta algarabía, por un tercer puesto, por un podio, después de cinco años, de 79 carreras, con un piloto de 32 años, que cumple su temporada nº 18 en el Mundial, que aún no ha ganado ninguno de los 275 grandes premios que ha disputado y, por tanto, tampoco título alguno.
Pues muy sencillo, porque se trata de Aleix Espargaró, el pilotazo que, eso, hace cinco años, fichó por la fábrica Aprilia, campeona de todo menos de 500cc y MotoGP, y tras años de trabajo duro, desesperación (“en el 2018 dije que lo dejaba, pero me convencieron de que siguiera porque lo íbamos a conseguir”), caídas, fracturas, operaciones, dolor, sufrimiento, sangre, sudor y lágrimas, ha terminado colocando, por fin, a la firma de Noale (Italia) en el podio de la categoría reina.
La familia y uno más
Lo puede decir él, bueno, él ya lo grita, ya, pero lo escribiré yo: no hay persona más feliz en el mundo, en estos momentos, que Aleix Espargaró, casado con una mujer maravillosa, Laura Montero (“todo, todo, se lo debo a ella”), padre de gemelos (“Max y Mia son divinos, son mi inspiración, mi talismán”), hijo mayor de una pareja estupenda (“mis padres lo dieron todo y se sacrificaron para que Pol y yo fuéramos felicísimos”), padrazo de dos ‘beagles’, Pippa y Zuki, que añaden alegría a la casa y, muy pronto, Carlota, la esposa de ‘Polyccio’, lo convertirá en bitío.
¿Qué le faltaba a este veterano, que adora su profesión más que el ciclismo, sus restaurantes, sus caprichosos coches y su buena vida? Pues colocar a Aprilia en el podio. Y ahora que ya lo ha logrado (tercero en Silverstone, la cuna de las carreras), quiere más, mucho más. “Lo quiero todo, es decir, ganar”. Aleix recuerda que cuando fichó por Aprilia (2017) “enseguida me di cuenta que, en el ‘paddock’, éramos el patito feo, nadie nos tomaba en serio. Ya desde el primer día y, tras asumir esa sensación, me juré a mi mismo que, por mis cojones, eso iba a cambiar y que estaríamos delante”.
Sí, cierto, no pensó que tardaría cinco años y que sufriría tanto, tanto. “Me fue bien estar en Suzuki y aprender de los japoneses, que todo lo que te dicen va a misa, pero tienes que tener paciencia. Aprilia es latina, mediterránea, como yo, caliente y, si es necesario, mueven cielo y tierra para conseguir lo que necesitas. Y eso me encanta. Es evidente que para competir debes ser ordenado, paciente, metódico, debes planificar bien, pero si no tienes unas gotas de pasión, de locura, de amor por las carreras, nunca te saldrán los resultados”.
Salto de calidad
Aleix cuenta que cuando fichó por Suzuki visitó la fábrica de Hamamatsu (Japón) y su departamento de competición. Y, sí, vale, era una gran fábrica, pero el departamento de competición tampoco le pareció gran cosa. “Cuando fiché por Aprilia y fui a Noale, me volví loco, loco, loco, en su departamento de carreras. ¡Era, es, impresionante! Muuuuuuucho más grande que el de Suzuki. Y pensé ‘pero, bueno, ¿cómo es posible que estos tíos no ganen?’. Arrasaron en 125cc y 250cc ¿y no van a ganar en MotoGP? No puede ser, debo ayudarles a conseguirlo”.
El problema era que Aprilia trabajaba sin método, sin orden, sin proyecto y, cuando llegó Massimo Rivola, procedente de la F-1, y se convirtió en el CEO del departamento de carreras de Noale, todo cambió, todo. “Ha cambiado tanto, tanto, que hasta los japoneses persiguen nuestras motos por el ‘paddock’ para hacerles fotos. ¡Ahora los japoneses ya tienen fotos de nuestra moto! Eso es, fundamentalmente, no solo por el trabajo bien hecho, bien programado, sino por la pasión que los mecánicos e ingenieros de Aprilia ponen en su trabajo”.
"La felicidad de tu familia y las lágrimas de satisfacción de tus mecánicos ya valen por cinco años de sacrificios"
Ellos, el equipo de carreras, los que se manchan las manos y los que dibujan a lápiz, fueron los que salvaron a Aleix de la desesperación. “Cada vez que me caía, que se rompía la moto ¡y se rompía mucho!, al llegar al boxe todo eran abrazos, aplausos, parabienes, palmadas de ánimo. Siempre me decían ‘Aleix, vamos, vamos, si no fuese por ti, estaríamos en casa’. Yo me sentía el Valentino Rossi de Aprilia, de ahí el coraje, las ganas, la ilusión, el sacrificio, el entrenamiento y la pasión que he puesto hasta llevarles al podio. Ver la felicidad de tu familia y las lágrimas de orgullo de tus mecánicos hacen desaparecer, de un plumazo, todo lo sufrido en estos cinco años”.
Un reto personal
Aleix cuenta que la carrera de Silverstone, en la que peleó, carenado con carenado, con su hermano ‘Polyccio’ por el podio, la ha visto solo una vez, pero los videos de sus mecánicos, del equipo, de la fiesta, de la celebración, de contento, de orgullo, la videoconferencia, al bajar del podio, con la gente que estaba en la fábrica de Noale, los ha visto decenas y decenas de veces. “Cuando tú amas las carreras, cuando pones tanto empeño en lograr tu objetivo, solo esa conquista, cuando la logras, te recompensa de todo lo realizado. Y eso nos ocurrió a nosotros en Silverstone. Por supuesto que es ‘solo’ un tercer puesto ¡claro que sí! ¡no somos idiotas!, pero es una medalla de bronce en un mar de tiburones, con 12 motos oficiales, decenas de campeones del mundo en liza y lo hemos conseguido siendo una fábrica artesanal”.
Ya nadie considera a la Aprilia que hoy volverá a intentarlo en el GP de Aragón el ‘ el patito feo de la parrilla ¡ni mucho menos! Y, eso, lo crean o no, ha sido obra de Aleix Espargaró. “Ha sido obra de todos, de todos, empezando por Massimo (Rivola) y terminando por el último mecánico de Noale”. No, no, créanme, ha sido cosa de este catalán, pues los italianos lo intentaron con italianos y no les salió. Ha sido cosa de Laura, de Max, de Mia, de Pippa y de Zuki. La familia que ha soportado el duro camino hasta el podio de Silverstone. Y esto solo acaba de empezar. Dice.
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