MUNDIAL DE MOTOGP

Las razones por las que Márquez arrolló en Argentina

El catalán Marc Márquez (Honda), eufórico en el podio de Termas de Río Hondo, Argentina.

El catalán Marc Márquez (Honda), eufórico en el podio de Termas de Río Hondo, Argentina. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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“¡Uf!, Marc Márquez ha sido estratosférico, increíble, ha ganado como ha querido y creo que Honda ha acortado ya, definitivamente, la diferencia que tenía respecto a Ducati, aunque el factor Márquez, como piloto, es siempre el que marca la diferencia”. El veterano manager italiano Carlo Pernat, creador, como manager deportivo de Aprilia en su tiempo, del mito Valentino Rossi, no ha dejado dudas en su comentario en gpone.com sobre la tremenda demostración de poder del heptacampeón del mundo en el Gran Premio de Argentina, donde ganó, arrolladoramente, desde la primera vuelta y con casi 10 segundos de ventaja sobre el segundo, que no fue otro que un impresionante ‘Doctor’, ya con 40 años.

Muchos, muchos, se preguntaron al concluir la carrera de Termas de Río Hondo cuales eran las razones por las que Márquez quiso, no solo vencer, sino arrollar, arrasar, humillar a sus adversarios, en el trazado argentino donde, el pasado año, también hizo una carrera pletórica, impresionante, pero con exceso de fogosidad, siendo castigado al final y relegado a la 18ª posición de la clasificación final.

La primera razón es sencilla, quería recuperar el sabor de ganar, cosa que no ocurría desde el Gran Premio de Malasia, penúltima carrera del pasado año. Es decir, llevaba dos grandes premios sin ganar, cosa muy excepcional en el pentacampeón del mundo más joven de MotoGP.

La victoria de 'Dovi' en Catar

Quería demostrarle a Andrea Dovizioso, subcampeón del mundo de la máxima categoría y el único rival que ha cuestionado el dominio del piloto catalán en los dos últimos años, que su victoria, la del italiano, en Losail, Doha, Catar, por 23 milésimas de segundo, había sido circunstancial y, sobre todo, ocurrida en un trazado que nunca ha sido bueno ni para el pilotaje del catalán ni para las características de su Honda RC213V.

Quería demostrar, también a ‘Dovi’ y al equipo Ducati, así como a los comisarios y jueces de Dirección de Carrera, que esa victoria, la de Catar, se había producido después de una anomalía e irregularidad, que el propio Márquez demostró con imágenes que tenía en su móvil ante el director de carreras, y es que ’Dovi’ le había superado, al final de la recta de meta, en el inicio del último giro, cuando habían tres banderas amarillas que lo prohibían en pista.

Márquez, por otro lado, quiso ganar para seguir, al pie de la letra, el reto lanzado por Claudio Domenicali, CEO de Ducati, cuando los jueces de la FIM le dieron la razón a su fábrica respecto a la legalidad de la ‘cucharita’ de su ‘Desmosedici’: “Y, ahora, si pueden, que traten de ganarnos en la pista”. Pues, eso, en la pista fue donde Márquez y su Honda demostraron que son mejores, con o sin trucos, con o sin apéndices aerodinámicos. Esa frase de Domenicali, el mismo que no quiso renovar al tricampeón Jorge Lorenzo, fue tremendamente motivadora para el joven de Cervera (Lleida).

Olvidar la carrera del 2018

Otra motivación extra y una de las pocas razones que el propio Márquez señaló en público fue demostrar, a lo grande, que el año pasado ya merecía haber ganado, pues su carrera fue, de verdad, tan impresionante como la de este año, pero…sí, hubo el ‘pero’ de su comportamiento fogoso, excesivamente impetuoso. Es más, aquel día, sancionado hasta la 18º, Márquez fue muy pitado por el público e, incluso, debió abandonar (como también reconoció él mismo el domingo por la noche) el circuito camuflado en el interior de un coche. “Quería repetir el ‘carrerón’ del año pasado, pero sin errores”, señaló Márquez.

Otro dato, otra razón, otro punto motivador para Márquez y que nadie, nadie, tuvo en cuenta, fue que la carrera era ofrecida, en España, por una televisión en abierto y el líder de Honda era consciente de que era un momento ideal para demostrar su grandeza, su dominio y, sobre todo, su tremenda autoridad sobre las cinco fábricas oficiales que participan y los campeonísimos que llenan la parrilla de MotoGP.

Márquez quería conseguir el liderato como fuese (“me hace una tremenda ilusión llegar a Austin como líder”) y, además, Marc tiene la sensación que mantenerse en lo alto de la general del Mundial también cuenta en el aspecto psicológico e impresionar a sus adversarios por esa solvencia. No hay más que observar los comentarios de sus rivales al acabar la carrera. Rossi: “¿De verdad ha corrido Márquez en Argentina?, yo no lo he visto”. Dovizioso: “Nos ha ganado por 10 segundos, pero podía habernos derrotado por 20 segundos”. Petrucci: “¿Márquez?, Márquez es otra historia, la verdad”.

Márquez, además, quería recompensar a su equipo, liderado por el ingeniero Santi Hernández, que el sábado se había llevado el susto de que se rompiese la cadena de su moto (no fue error mecánico, ni de montaje, fue una pieza defectuosa) y le había dado, el domingo, la mejor moto de la temporada.

“Cuando ponen en tus manos una moto como la que yo pilotaba el domingo, no puedes fallar”. ¡Aaaaaah! Y había un motivo añadido muy, muy, muy sentimental, amistoso, cómplice, familiar: Márquez quería dedicarle la victoria y hasta la exhibición a su amigo José Luis Martínez, que es uno de los puntales de su equipo pues se trata de su ‘sparring’ en los entrenamientos de cada día, de cada entrenamiento con la moto y su sombra en los circuitos, minuto a minuto. “Le dedico la victoria a José Luis que, además, mañana mismo será padre, por vez primera”. Y, sí, lo fue, felicidades José Luis.