LA RIVALIDAD DE DOS CAMPEONÍSIMOS

Aquel regalo envenenado de Márquez a Rossi

El día (5 de junio del 2008) en que Marc Márquez conoció a Valentino Rossi en Montmeló.

El día (5 de junio del 2008) en que Marc Márquez conoció a Valentino Rossi en Montmeló. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Sé que la han visto miles de veces, pero ahora que Valentino Rossi cumple los 40, ahora que lleva nueve años sin levantar un título, ahora que, pese a su admirable competitividad, lleva 28 grandes premios sin ganar (Holanda-2017), la imagen, tomada el 5 de junio del 2008, cobra valor porque es el inicio de una relación que, quiera o no reconocerlo Vale, arranca de la admiración que Marc Márquez sentía (¿siente?) por él, traducida en más de un póster en su pequeña habitación de Cervera (Lleida). 

Ese pícaro Marc, ese niño de 15 años que aquel fin de semana corría la quinta carrera de su debut mundialista en 125cc, a lomos de una KTM Repsol, tras ser 18º en Portugal, 12º en China, caerse en Francia y ser 19º en Italia, nos pidió ayuda a Jaime Olivares, entonces fotógrafo de 'Solo Moto', ahora del 'team' Repsol Honda, y a mí para que le acompañásemos a conocer a Rossi: “Los de Scalextric quieren que le entregue este coche”.

En efecto, Scalextric era entonces patrocinador de Márquez y Rossi había corrido, meses antes, el Rally de Nueva Zelanda, del Mundial, con un Subaru Impreza negro con el logotipo de Monster, precisamente el nuevo patrocinador, este año, del equipo Yamaha. Y la marca de los coches a escala había lanzado al mercado ese modelo y le pidió al niño de Cervera si podía entregárselo al Doctor. 

Derroche de ternura

“Me lleváis, que yo no sé dónde para”, nos dijo. Y lo llevamos al 'hospitality' del equipo Fiat-Yamaha. Y apareció, encantador y muy simpático, Rossi. “Así que tú eres Marc Márquez ¿Y cuántos años dices que tienes?”, le comentó el italiano, entonces ya con siete títulos. “Quince, tengo quince”, le susurró Márquez. “¿Te gusta el Mundial? ¿Te tratamos bien? No dejes de pelear, no dejes nunca de aprender y fíjate mucho en cómo lo hacen los buenos”, le comentó Rossi, mientras recibía el regalo.

Y, cómo no, siguieron hablando de carreras. Márquez le preguntó cómo veía el GP de Catalunya y Rossi le dijo “aquí, Marc, de lo que se trata es de que los españoles no nos devolváis el 3-0 que os infringimos en Mugello. No será fácil, pues vosotros también sois buenísimos”. Y es que, en efecto, en el trazado italiano, habían ganado Simone Corsi (125cc), el desaparecido Marco Simoncelli (250cc) y el propio Rossi (MotoGP).

Ya nos íbamos todos felices por haber provocado un encuentro maravilloso, cuando Rossi se dio la vuelta y, volviendo a agarrar a Márquez por su hombro izquierdo (el recién operado) y apretándole contra su pecho cariñosamente, le dijo: “Y ya sabes, si alguien no te trata bien aquí dentro, vienes a decírmelo, pues yo aquí aún tengo algo de influencia”. Y todo fueron risas.

Alumno y verdugo

Han pasado casi 11 años y aquel niño ha desmontado, con su arrolladora personalidad y terrible capacidad de intimidación en la pista, la vida deportiva de muchos campeones y pretendientes, empezando por la de Rossi. Desde que Márquez está en MotoGP (2013), Vale no ha vuelto a ganar un título (por 5 de Marc), ha sumado 6 poles (por 52 de Marc), se ha subido 55 veces al podio (por 77 de Marc) y ha ganado 10 grandes premios (por 44 de Marc). En aquel improvisado encuentro nadie podía imaginar que el maestro estaba haciéndose una foto con su heredero, con el niño que acabaría bebiéndose su gloria y persiguiendo sus marcas.

Tras los piques del 2015 (toque en Argentina, toque en la chicane de Assen, patada en Malasia) y la desesperada remontada de Márquez, con caída de Rossi, en Argentina-2018, el Doctor le negó el saludo al heptacampeón catalán cuando, en septiembre del pasado año, en Misano, le tendió la mano.

Es posible que el pasado martes, cuando Rossi le contaba a Paolo Ianieri, de La Gazzetta, que quería "el décimo título y tener un hijo", estuviese pensando en la imagen de Montmeló-2008. Un hijo, al que como Márquez, sugerirle que aprenda de los mejores.