LA RECUPERACIÓN MÁS DURA
El viacrucis de Márquez para recuperarse del hombro
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas
“Me dolía tanto, tanto, que le pedí al doctor Mir si me podía quedar un par de días más en el hospital. Y me quede. No me veía con coraje para estar en casa en esas condiciones”.
Marc Márquez, de 25 años, heptacampeón del mundo de motociclismo, el pentacampeón de MotoGP más joven de la historia, el dominador de cinco de los seis últimos campeonatos de la categoría ‘reina’, reconoció, tras el primer día de entrenamientos oficiales de la temporada en Sepang, donde logró, sorprendentemente, el mejor crono, que había pasado un auténtico viacrucis, un calvario, hasta llegar a Malasia en condiciones, no tanto de codearse con sus rivales por el título, como de poder probar todo el material, “que fue muchísimo”, que Honda había trasladado a Sepang.
“No solo he pasado el invierno más aburrido de mi vida, sino la recuperación más horrorosa, dejando al margen, por supuesto, mis problemas en el ojo derecho en el 2012”. El aburrimiento se debió, por supuesto, a que el joven de Cervera (Lleida) tuvo que pasar por dobles sesiones de rehabilitación de tres horas cada una (“hubo días que hicimos más de seis horas, sí”), primero en la camilla y, más tarde, en el gimnasio, junto a sus inseparables preparadores, el fisio Carlos J. García, su ‘sparring’ en la pista José Luis Martínez y su preparador físico de toda la vida, Genís Cuadros.
Cervera se ha convertido, desde que abandonase el Institut Dexeus, de Barcelona, el 7 de diciembre, en su CAR (Centro de Alto Rendimiento) personal, particular. En Cervera, en la inmensa nave que comparte con su hermano Àlex, se ha instalado, durante las últimas nueve semanas, Carlos J. García, convirtiéndose en su sombra. “Gracias a él todo ha sido más fácil. Solo me ha dejado en Navidad y Fin de Año; el resto de los días hemos currado como bestias, pues teníamos el objetivo de llegar en condiciones a Sepang”. Las primeras sesiones, reconoce Márquez, fueron durísimas. “No solo por el dolor, sino porque me costaba muchísimo recuperarme de ellas. Y, además, en este tipo de rehabilitación también cuenta mucho la cabeza. No tienes que ponerte nervioso, inquietarte, preocuparte o desesperarte, ya que unos días te sientes muy bien, o bien, y avanzas y otros días te crees que no cumplirás los plazos que te has marcado, y te desesperas”.
La experiencia cuenta mucho
Márquez reconoce que la ayuda de sus padres, Juliá y Roser, la presencia de su hermano Àlex junto a él, los washaps de todo su equipo, empezando por su ingeniero Santi Hernández y terminando por algún que otro técnico japonés que le animaba, y, por descontado, el apoyo constante de su manager, Emilio Alzamora, le ha permitido mantenerse animado. “Bueno, todo eso y, además, el hecho de que uno ya no es un niño y la experiencia te aconseja creer, marcarte unos plazos, no desfallecer y saber que estos periodos de sacrificio, camilla, gimnasio y preparación física, forman parte de tu vida”.
Es evidente que lo que peor ha llevado Márquez durante estas casi diez semanas que lleva de rehabilitación (“los manuales dicen que, para la barbaridad que le hicieron en el hombro, se necesitan, al menos, 20 semanas de recuperación”, insiste el bueno y gigantón García), ha sido no poder tocar la moto, ninguna. “Y lo peor es que, nada más abandonar Sepang, me dijeron que debo seguir sin poder entrenarme con la moto hasta el próximo test de Catar, de finales de mes, lo que significa que he de seguir teniendo paciencia y que mi rutina diaria volverá a ser camilla, gimnasio y correr”.
"La cabeza cuenta mucho. No hay que desesperarse, pues una semana avanzas mucho y, tal vez, la siguiente te parece que retrocedes, pero estamos contentos de como va todo"
Márquez recuerda que el principal problema fue que “una intervención que tenía que durar poco más de una hora, se alargó casi cuatro horas, pues cuando abrieron el hombro, los doctores (Xavier Mir, Víctor y Teresa Marlet) descubrieron que los ligamentos que sostienen la articulación estaban más que dañados, destrozados, y tuvieron que reconstruirlos por completo. Por eso, la operación fue mucho más agresiva de lo previsto y la rehabilitación más difícil y duradera”.
"Suena extraño", como reconoció el propio Márquez en Sepang, “oírme hablar, a mí, de respetar los tiempos, recuperarme con tranquilidad, no tener prisa, pero es que, ahora puedo reconocerlo, no lo he pasado nada bien, no. Hasta ahora había tenido lesiones que, vale, sí, dolían o requerían de una rehabilitación pausada, pero ésta ha sido durísima y las dos primeras semanas incluso desagradable, la verdad”.
Márquez insiste en que el primer objetivo era recuperarse bien “cosa que, con paciencia, estamos consiguiendo”; el segundo, llegar a tiempo de subirse a la moto en Sepang y, el tercero, estar en condiciones de probar “todo lo gordo que nos había traído Honda a Malasia” y ese fin también se ha cumplido. El pentacampeón de MotoGP reconoce que no pudo probar al detalle, las pequeñas cosas, “porque para llegar a ese punto, a ese tacto, a esa sensibilidad, debo pilotar a mi estilo, es decir, más agresivo, no tan suave, no tan por el sitio, de lo contrario no puedo saber si ese o aquel retoque son útiles. Lo gordo si lo probé y descartamos lo que no funciona”.
Mucha precaución en Sepang
El joven de Cervera reconoce que durante estas nueve semanas “y, supongo, que las que vienen”, su equipo, empezando por su fisio y terminando por Alzamora, seguirán frenándole para que no se sobrepase de entusiasmo y ganas. “En Sepang, durante estos tres días de entrenamiento, he hecho lo que me han ordenado, ¡incluso he parado cada vez que me mostraban ‘box’ en la pizarra!, cosa que no siempre hago, pues me encontraba a gusto en la pista, pero paré, paré”. Y, en ese sentido, Márquez abandonó Malasia, con rumbo a Indonesia, donde ayer protagonizó un evento con Honda, muy contento de todo lo conseguido “aunque el jueves me dolió más que el miércoles y que el viernes”.
El peligro, según sus cuidadores, era que el hombro se resintiese, no solo del maltrato que Márquez le daba en la pista sino de la dureza de nueve semanas de rehabilitación. “Si se hubiese inflamado”, explica García, con la discreción que le caracteriza, “hubiésemos tenido que parar y, peor aún, tal vez perder una semana de recuperación, lo que hubiera sido horroroso de cara al primero GP de la temporada”. El fisio de Márquez asegura que, en esos tres días de castigar el hombro operado, “no nos hemos llevado, por suerte, ninguna sorpresa; ha ocurrido, lo previsto”, fruto, sin duda, del trabajo bien hecho por todo el equipo.
“Es evidente que me hubiese encantado haber hecho 60 vueltas el primer día, 60 vueltas el segundo y hasta una simulación de gran premio el tercero, pero ese era un sueño imposible y de eso ya me di cuenta el primer día, pese a encontrarme bien”, reconoce el haptacampeón más joven de la historia. “Ha habido momentos en estos ensayos que el hombro me daba unos latigazos, como calambres, tremendos y me asustaba. Era, lógicamente, cuando, en las curvas de izquierda, le pedía la fuerza que no tenía”.
"Nada de lo que ocurrió en Sepang nos sorprendió. Todo fue lo previsto. El peligro era que el hombro se inflamase y tuviésemos que parar"
Márquez ya se encuentra en Cervera. Le queda aún un día de reposo absoluto, pero, como él mismo reconoce, “hay que volver a la camilla, al gimnasio, a levantar pesas de algo más de tres o cuatro kilos como hasta ahora y salir a correr con Àlex y Jose. Por desgracia, siguen prohibiéndome tocar cualquier moto. Es más, las que tengo en la nave están desmontadas, precisamente para eso, para que no las pueda coger yo solo”.
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