LUJO SOBRE RUEDAS

El 'Hangar-7', el lujoso garaje del riquísimo Mateschitz

Salzburgo alberga el museo y el aeropuerto del dueño de Red Bull, donde hay todo tipo de aviones, jets, helicópteros y F-1

Aspecto general del 'Hangar-7 de Red Bull, en Salzburgo.

Aspecto general del 'Hangar-7 de Red Bull, en Salzburgo. / periodico

Emilio Pérez de Rozas / Salzburgo (Enviado especial)

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Algunos pueden pensar que lo único que busca el austriaco Deitrich Mateschitz, dueño de Red Bull y que se codea con lo más granado de la lista Forbes, marchando a la estela de Bill GatesAmancio OrtegaWarren BuffetCarlos SlimJeff Bezos Marc Zuckerberg, es notoriedad. No es cierto, a Mateschitz le gustan las cosas bien hechas, exquisitas, demasiado exquisitas, puede, sí, pero modélicas, perfectas, modernas, vistosas.

Por eso, el hombre que descubrió una bebida, casi un jarabe, que le quitó el ‘jet pag’ en un viaje de negocios en Tailandia convirtiéndola, asociándose con su descubrir, el abuelo Chaleo Yoovidnya, en el líquido energético que más se vende en el mundo, posee el garaje más fastuoso del planeta, llamado ‘Hangar-7’, en las afueras de Salzburgo, que ya ha ampliado con el ‘Hangar-8’.

El duelo de Red Bull invierte cientos de millones de euros al año en publicidad, marketing y patrocinio deportivo

No contento con ello, Mateschitz reformó no hace mucho el circuito de Spielberg, donde este fin de semana, se celebra el Gran Premio de Austria de motociclismo, en la misma línea de lujo y servicios espectaculares que se mantiene en sus hangares donde hay desde cazas hasta aviones de 100 pasajeros y, por supuesto, buena parte de los coches de F-1 que ha creado su fabuloso escudería, dirigida por Christian Horner y el diseñador Adrian Newey.

El museo, en una gran cúpula de cristal

El ‘Hangar-7’ puede visitarse (esa es otra gentileza de Mateschitz) gratuitamente e, incluso, paseando a tu perro. El edificio que alberga buena parte de las joyas de la corona –eso sí, no hay mucha cosa del salto desde la estratosfera de Felix Baumgarthner, financiado por Red Bull Stratos con 27 millones de euros—está repleto de aviones, avionetas, coches, helicóptero y F-1, incluso algún que otro taxi de Nueva York, algún que otro Jeep y todoterreno especial de la selva africana

Con más de 100 metros de largo y 67 metros de alto, la cúpula gigante, diseñada por el arquitecto austriaco Volkmar Burgstaller, está construida con 1.200 kilos de acero y 1.754 piezas de cristal que pesan 380 toneladas, todas ellas fabricadas, cómo no, en China. El ‘Hangar-7’ está rematado, en lo más alto de su cúpula acristalada, por el restaurante Ikarus, galardonado con dos estrellas Michelin, y un precioso y transparente plató de TV desde el que, cada martes, se emite un programa deportivo de Servux TV, la televisión de Mateschitz.

Tanto el 'Hangar-7' como su herman 8, al igual que el trazado de Spielberg, propiedad de Mateschitz, es un auténtico lujo en su construcción, puesta a punto y mantenimiento

Red Bull, que vende millones de latas de su bebida energética en los 169 países en los que está establecida, genera unos beneficios netos anuales de unos 500 millones de euros, buena parte de los cuales se dedica a marketing, publicidad y patrocinio deportivo, siendo la compañía que más profesionales, equipos, eventos y retransmisiones deportivas patrocina al año. “Cuando empezamos no existía el mercado para Red Bull, pero nosotros lo creamos”, repite Mateschitz orgulloso del trabajo realizado por todos los suyos.

El gran secreto de una bebida millonaria

Hay quien cuestiona el contenido, tan secreto como la fórmula de la Coca-Coca de las latas de Red Bull, de esta bebida energética que parece formado por una mezcla de cafeína, vitaminas del grupo B, sacarosa y un toque de glucosa diluido en agua del manantial de los Alpes. La bebida sigue triunfando entre los jóvenes y deportistas de todo el mundo pero, sobre todo, aparece, constantemente, en todos los eventos deportivos importantes del mundo.

Ese inmenso negocio tiene ahora un punto débil, que, de momento, no parece preocupar en exceso al rico Mateschitz, que habitualmente se acerca al ‘Hangar-7’ y saca a volar cualquiera de sus múltiples artilugios con alas o sin alas, pues es un experimentado piloto de aviones y helicópteros de todo tipo. Eso sí, todos los vehículos que están expuestos en sus hangares, funcionan. La inquietud de Mateschitz es que buena parte del accionariado de Red Bull está en manos de los herederos de Yoovidnya, entre ellos su nieto Vorayuth, en estos momentos en busca y captura por haber atropellado con uno de sus Ferrari, en Bangkok, a un policía.

Mateschitz, piloto de aviones, utiliza, a menudo, cualquiera de sus juguetes pues todos, todos, funcionan

Tanto el ‘Hangar-7', como el ‘Hangar-8’ y el Red Bull Ring, son auténticas joyas de la corona y, sobre todo, lugares de peregrinación de los amantes de la velocidad. Son preciosos museos, exquisita y lujosamente decorados y construidos, hasta el extremo de que en sus baños podrían celebrarse banquetes de bodas sin que se notase diferencia alguna con los comedores de los grandes palacios y hoteles. Eso sí, mientras en el trazado de Spielberg, situado entre preciosas montañas, el café es gentileza de la casa en la sala de prensa, en el bar del ‘Hangar-7’, no en el lujoso Ikarus, el café cuesta 3,80 euros.