El nieto de don Toni

LUIS SALOM Miembro destacado de una familia de 'motars', tenía todo su cuerpo tatuado y siempre se sintió un privilegiado por correr

María Horrach le llevó, antes del entrenamiento, el mono a su hijo Luis.

María Horrach le llevó, antes del entrenamiento, el mono a su hijo Luis.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS
MONTMELÓ

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Papá no suele venir a las carreras. Bueno, casi nunca. Papá Luis Salom se queda siempre en Palma cuidando de su hijo pequeño, Jaume, que sufre parálisis cerebral. Pero Barcelona es Barcelona, puro Mediterráneo y está cerquita de su no menos maravillosa Ciutat de Palma. Así que papá Luis estaba, sí, ayer en el Circuit. Cerca, pegadito, compartiendo, sufriendo, claro, cómo no, con su esposa, María Horrach. Los dos, orgullosos de que Luis volviese a pelear por la primera fila de Moto2 y contentos como unas castañuelas después de que su hija mayor, Toñi, les anunciase que estaba embarazada.

Papá Luis es el hijo mayor del abuelo Toni Salom, el gran patriarca de la familia. Y no solo de la familia Salom, sino de todo el motociclismo balear, muy fructífero. "Es un tío impresionante -explica entre miles de lágrimas Ángel Viladoms, presidente de la Federación Española de Motociclismo-, pues ha sido él, y solo él, quien ha construido una auténtica escuela de pilotos. Aún me acuerdo cuando venía a Calafat con las Rieju para que sus nietos, Luis, David y Toni, hiciesen sus primeros pinitos. Gente maravillosa".

Los Salom, que tienen la mejor tienda de motos de Mallorca, premiados por diversos fabricantes por lo mucho que venden y lo bien que atienden, tienen en el abuelo Toni al jefazo. El señor Salom tiene tres hijos: Luis, Toni (el padre de los pilotos de resistencia y Supersport, David y Toni) y Xisca. La tienda palmesana de los Salom, la ciudad entera, sintió ayer con un dolor tremendo, impropio, tal vez, de la pacífica y atractiva isla, la muerte de uno de sus deportistas más destacados, el chico de los mil tatuajes, el muchacho del padre nuestro antes de las carreras, el joven que, por poco, se proclama campeón del mundo de Moto3 en el 2012, pero el título acabó llevándoselo el alemán Sandro Cortese.

LUCHAR LAS CONQUISTAS

"Tengo una familia muy motera. Todo se lo debo a ella. Empecé a llevar moto con tan solo dos años», explicaba hace tres días Salom a la revista online One Percent Magazine, del vasco Rafa Marrodán. "Tenemos una tienda de motos en Palma y se puede decir que nací dentro del taller. Además, iba cada fin de semana en moto, así que las dos ruedas fueron siempre mi principal hobby. Ha sido un sueño y, la verdad, me sorprende haber llegado tan alto. Hemos tenido que luchar mucho, todos, mis padres y toda la familia. Cuando ves que puedes, lo intentas, pero no me obsesionaba triunfar. Cuando acabé mi primera carrerita fui muy feliz y ya ni te cuento cuando me subí por vez primera al podio". A Salom lo que le apasionaba era «alcanzar las conquistas luchándolas, eso es lo más hermoso, pelear, pelear".

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"Era un muchacho extraordinario", explica Sito Pons, que lo tuvo en su equipo de Moto2. "Era veloz, muy rápido, aunque, tal vez, se comía mucho el coco al ser muy perfeccionista. Su pilotaje era tan fino que necesitaba una moto perfecta para conseguir resultados. Normal, en una categoría tan igualada si no tienes la moto a punto, alcanzar el podio es muy difícil. Yo, la verdad, no acabo de creérmelo pues, como todos los chicos que habitan en este paddock, y estoy pensando también, sí, en mis hijos, Axel y Edgar, Luis estaba lleno de vitalidad, de vida, de coraje, de ganas de disfrutar más que de triunfar o campeonar".

Luis, nacido en Palma el 7 de agosto de 1991, consiguió nueve victorias, 25 podios, cuatro poles  y un subcampeonato del mundo de Moto3. Su cuerpo, destrozado por su moto, que se convirtió en un molinillo al ser repelida por el airfence, estaba tapizado de preciosos tatuajes.

Hace un mes, le pedí que me permitiera fotografiarle sus secretos y, amablemente, me dijo que eran suyos y solos suyos. Y se los llevó para siempre con él, sí.