LA TRAYECTORIA DE JOAN FONTCUBERTA

Maestro en sembrar la duda

 Fotógrafo, artista y teórico de la imagen, es el exponente más brillante de la denominada posfotografía. Lleva años cuestionando la veracidad que históricamente se ha otorgado a las imágenes.

MÒNICA TUDELA / Barcelona

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Nombrar a Joan Fontcuberta es decir «admiración y respeto», pero también es decir «cuidado, atención». Cuidado porque este hombre, de apariencia tranquila y observadora, lleva años dinamitando proyecto tras proyecto el concepto tradicional de que lo que se ve en una foto es verdad. Son muchos años sembrando la duda sobre el valor testimonal que históricamente se ha otorgado a la imagen. Muchos años interpelando al espectador, haciéndole pensar, obligándole a cuestionarse aquello que ve. «¿Nos podemos creer la fotografía? Yo no me la he creído nunca. Igual que nunca me he creído las palabras. Lo que importa es el sentido con que estas palabras han sido dichas o la intención con que las imágenes han sido hechas», aseguraba el artista en una entrevista concedida a este diario hace unos meses.

Nadie que conozca mínimamente su trayectoria creerá a pies juntillas los trabajos que sus exposiciones recogen. Siempre habrá alguna doblez, alguna idea sobre la que reflexionar. Que se lo digan, si no, a los que alucinaron con la increíble historia del coronel Ivan Istochnikov, ese personaje que habría pilotado la Soyuz 2 y habría desaparecido durante una misión en 1968 (proyecto Sputnik, 1997). Su historia estaba impecablemente documentada con fotos y bien podía haber sido verdad. Pero era falsa. Ivan Istochnikov era ficción y la persona que le prestaba su cara en las fotos de la exposición era un sonriente Fontcuberta, disfrazado de astronauta. Esa fue una de las primeras semillas de la duda.

Por su trabajo de más de 30 años como fotógrafo, teórico de la imagen y por sus investigaciones sobre el medio fotográfico, Fontcuberta recibió en marzo del 2013 el Premio Internacional de Fotografía Hasselblad, considerado como el Nobel de la fotografía. Unos años antes, en el 2011, había recibido el Premio Nacional de Ensayo, y en 1998 logró el Premio Nacional de Fotografía, aunque su currículo de premios es mucho más extenso.

Joan Fontcuberta es, para muchos, el exponente más brillante de la llamada posfotografía o fotografía 2.0. En este sentido, en sus trabajos no duda en aplicar programas informáticos para crear imágenes imposibles a partir de conceptos, de palabras o de fotografías reales. O imágenes gigantescas compuestas por miles de fotos que ha sacado de internet y con las que trabaja y reflexiona. Es el caso de sus famosísimos Googlegramas, en los cuales el fotógrafo creaba fotomosaicos a partir de imágenes que obtenía de internet al introducir en el buscador palabras clave relacionadas con el tema de la foto. Esta técnica es, precisamente, la que el autor ha adaptado para la creación del fotomosaico que elaborará con las imágenes de los lectores de EL PERIÓDICO.

Además de fotógrafo y artista, Fontcuberta también es escritor, profesor y comisario de exposiciones. Entre sus libros más conocidos destacan El beso de Judas. Fotografía y Verdad (1997) Y La cámara de Pandora: La fotografí@ después de la fotografía (2010), ambas obras editadas por Gustavo Gili.

En el año 2013, Fontcuberta estuvo presente en la salas de exposición de Barcelona. A principios de año fue el comisario de dos grandes muestras que se exhibieron simultáneamente: From here on. De ahora en adelante. La postfotografia en la era de internet y la telefonía móvil, en el centro Arts Santa Mònica. Y Obra-Colección. El artista como coleccionista, en la Fundación Foto Colectania. Ambas se centraban en la presencia de la fotografía en internet, la sobreabundancia de imágenes y el auge de obras fotográficas en las cuales los autores trabajaban a partir de fotos tomadas por otras personas que circulan libremente por la red, un terreno en el que Fontcuberta trabaja últimamente. El libro A través del espejo (2010) es un ejemplo.

Hasta diciembre pasado, el autor estuvo también presente en el Arts Santa Mònica con Deletrix, un proyecto que reflexionaba sobre la censura y el valor estético de los textos censurados, elaborado a partir de su visita a diversos archivos y bibliotecas de todo el mundo. El proyecto estaba organizado en estrecha colaboración con el PEN Club Català.