Biodiversidad
Demostrado: las barreras fronterizas son nefastas para la vida silvestre
Muros, vallas y alambradas fragmentan ecosistemas y amenazan la supervivencia de especies animales

1 Una familia de jabalíes se topa con el muro en la frontera entre Estados Unidos y México, cerca del río San Pedro, en el sureste de Arizona. / Matt Clark / Defensores de la Vida Silvestre
Los animales no entienden de fronteras, pero las sufren. Las barreras físicas entre países –muros, vallas y alambradas– no solo dividen territorios humanos, también fragmentan ecosistemas, interrumpen migraciones, reducen el flujo genético, impiden el acceso a recursos importantes y amenazan la supervivencia de especies animales.
Esta es la conclusión principal de una revisión científica publicada en la revista ‘Biological Conservation’, que analizó 42 investigaciones posteriores a 2006 sobre fronteras en cuatro continentes (África, Asia, Europa, América del Norte), y que revela cómo estas estructuras, construidas con fines de seguridad, están alterando drásticamente la dinámica de la vida silvestre a escala global.
Estas estructuras, construidas con fines de seguridad, están alterando drásticamente la dinámica de la vida silvestre a escala global
Con un agravante: en lo que va de siglo ha habido un aumento global en la construcción de barreras fronterizas (vallas, muros), con mayor frecuencia para la seguridad fronteriza y para disuadir el acceso humano.
Los efectos ecológicos de estos obstáculos son nefastos: la mayoría de las especies estudiadas presentaron poblaciones decrecientes y fueron catalogadas como en riesgo. "Las barreras presentan un efecto negativo para las especies móviles y contribuyen al declive de las poblaciones animales, incluyendo aquellas identificadas como amenazadas o en peligro de extinción", recoge el estudio.
"Con las barreras fronterizas, el hábitat por el que antes los animales se movían libremente se divide, lo que fragmenta las poblaciones, reduce la disponibilidad de agua, disminuye el flujo genético e incluso mata a los animales que intentan cruzar", explicó Carol Chambers, una de las líderes del estudio.

Vista aérea del muro fronterizo entre Estados Unidos y México entre Arizona y el estado de Sonora. / Guillermo Arias / AFP
La construcción de barreras fronterizas se ha triplicado desde el año 2000, según datos del Instituto de Política Migratoria de Estados Unidos. Solo entre ese país y México, el muro fronterizo –el décimo más largo del mundo, con 3.200 kilómetros– ha reducido la conectividad de hábitats críticos para especies como el jaguar (Panthera onca) y el borrego cimarrón o muflón canadiense (Ovis canadensis).
Consecuencias graves
Tal y como subraya el estudio, una ley federal estadounidense de 2005 permitió ignorar normativas ambientales para acelerar la construcción del muro fronterizo, lo que agravó el impacto en regiones desérticas, donde el acceso a agua y alimento es limitado. "Si seguimos así, nuestros nietos podrían no volver a ver un jaguar en el sur de Arizona", advierte Cole Sennett, colíder del estudio.
El estudio identificó tres consecuencias más graves de las barreras en la fauna. Son:
- Fragmentación del hábitat: Animales con rangos de movimiento reducidos, como reptiles y aves pequeñas, se enfrentan a territorios divididos. "Imaginen un lagarto que solo se desplaza 400 metros desde su hogar. Una valla en medio de su área restringe su acceso a alimento y parejas", ejemplifica Sennett. La infraestructura asociada –luces brillantes, carreteras y presencia humana– agrava el problema, alterando comportamientos de caza y reproducción.
- Pérdida de diversidad genética: Las barreras limitan la reproducción entre poblaciones, lo que reduce la variación genética. Esto debilita la resistencia a enfermedades y aumenta el riesgo de endogamia. En la frontera entre India y Bangladés, por ejemplo, elefantes asiáticos (Elephas maximus) quedaron atrapados en zonas rurales, lo que generó conflictos con humanos y disminuyó su diversidad genética.
- Desprotección transfronteriza: Especies amenazadas, como el puma (Puma concolor), pueden estar protegidas en un país pero ser objeto de caza en el colindante. "Sin cooperación internacional, las leyes laxas de un lado anulan los esfuerzos de conservación del otro", señala Chambers.

Verja perimetral que construye República Dominicana en la frontera con Haití. / EFE / Orlando Barría
Aunque el impacto general es negativo, el estudio reconoce casos donde las barreras han beneficiado a algunas especies. Así, por ejemplo, en el desierto de Sonora, la valla entre México y Estados Unidos ha evitado que enfermedades como la neumonía, comunes en borregos cimarrones mexicanos, afecten a las poblaciones estadounidenses.
"Un efecto increíblemente negativo"
"La pregunta es cómo conservar estos aspectos positivos y eliminar los negativos", se cuestiona Sennett. Los investigadores proponen en su informe cuatro medidas para mitigar los daños:
Reducir iluminación y ruido: Atenuar luces y limitar actividades ruidosas en zonas fronterizas ayudaría a especies sensibles a la perturbación humana.
Permitir pasos para fauna: Abrir brechas temporales, que los autores denominan ‘aberturas amigables para la vida silvestre’ en muros durante migraciones o el uso de diseños con aberturas para animales pequeños facilitarían su movilidad.
Cambiar materiales peligrosos: El alambre de concertina, usado en vallas para disuadir a personas, causa entre una y dos muertes de fauna por milla al año en la frontera entre Estados Unidos y México. "Alternativas menos letales salvarían miles de vidas", destacan los autores.
Fomentar la cooperación binacional: Acuerdos como ‘parques de la paz’ –áreas protegidas gestionadas conjuntamente– podrían propiciar un equilibrio entre seguridad y conservación.
El cambio climático añade otra capa de complejidad: barreras como la de Estados Unidos y México, bloquearán el desplazamiento de especies hacia zonas más frías como respuesta al calentamiento global. "Esto podría acelerar extinciones", alerta Chambers.

Ejemplares de borregos cimarrones, especie afectada por el muro fronterizo USA-México. / Kim Keating / USGS
Sennett espera repetir la revisión dentro de cinco a diez años para evaluar si ha habido avances. Mientras tanto, urge a los líderes políticos a dar prioridad a las soluciones técnicas, como cámaras de vigilancia en lugar de muros físicos, y a los científicos a seguir documentando impactos de los obstáculos fronterizos. "Las fronteras han tenido un efecto increíblemente negativo en especies como el borrego cimarrón en solo dos décadas. Nuestro rol es alertar al mundo antes de que sea tarde", concluye Chambers.
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