Fauna sorprendente
¿Por qué algunos animales resuelven problemas y otros no? La timidez puede más que la audacia
Los ejemplares más retraídos tienen mayores probabilidades de éxito gracias a su persistencia, concluye un estudio

Un ratón doméstico intenta resolver un problema experimental. / MPI f. Biología Evolutiva / Alexandros Vezyraki
Los animales a menudo se enfrentan a menudo a desafíos que les exigen encontrar soluciones a problemas novedosos; es decir, necesitan innovar. Pero no todos los individuos tienen la misma probabilidad de resolver problemas nuevos, y no está claro qué características individuales hacen que un innovador tenga éxito.
Es una creencia arraigada en la ciencia del comportamiento animal que los individuos audaces y exploradores son más propensos a resolver problemas que los tímidos. Pero un estudio interno ha venido a cuestionar esa idea. De hecho, la timidez puede más que la audacia.
La investigación, centrada en ratones domésticos salvajes (Mus musculus domesticus), revela que los ejemplares más retraídos, y no los más intrépidos, son los que tienen mayores probabilidades de éxito gracias a su persistencia. El equipo investigador, integrado por científicos del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva y publicado en la revista ‘Oikos’, analizó a más de 100 ratones en dos entornos distintos: recintos seminaturales que imitan hábitats salvajes y laboratorios controlados.
Los resultados, obtenidos tras meses de observación, muestran que la personalidad influye en la innovación, pero no de la forma que se pensaba. En condiciones seminaturales –espacios amplios con estructuras similares a graneros, donde los ratones formaron colonias sociales–, solo el 21,4% de los individuos resolvió al menos un problema.
Sin embargo, los datos revelaron un patrón inesperado: los ratones catalogados como ‘tímidos’ (menos propensos a asumir riesgos) visitaron con mayor frecuencia las zonas donde se ubicaban los desafíos. Estos encuentros repetidos aumentaron sus oportunidades de interactuar con los rompecabezas y a menudo los resolvieron.

Un grupo de chimpancés. / Pixabay
"Resulta que la innovación puede tener menos que ver con la audacia y más con la presencia frecuente para tener suerte", explica Alexandros Vezyrakis, autor principal del estudio. "La persistencia, no solo la personalidad, desempeña un papel fundamental en la resolución de problemas", subraya.
‘Hipótesis del mal competidor’
Los experimentos consistieron en cuatro tipos de tareas, como deslizar tapas o levantar objetos, diseñadas para que los ratones obtuvieran comida. Aunque los ejemplares audaces mostraron mayor iniciativa inicial, fueron los tímidos quienes regresaron una y otra vez a los desafíos, acumulando intentos hasta alcanzar la solución.
Este hallazgo respalda la denominada ‘hipótesis del mal competidor’, que sugiere que los individuos menos dominantes buscan alternativas para acceder a recursos. Y habitualmente lo consiguen.
El estudio también expone una brecha crítica entre los entornos controlados y los naturales: cuando los mismos ratones fueron trasladados a laboratorios –donde se les evaluó de forma individual y sin distracciones sociales–, el 60% resolvió al menos un problema.
La diferencia es abismal: en condiciones ideales, los animales mostraron mayor capacidad, pero en entornos complejos y sociales, su eficacia se desplomó.
"Las condiciones de la vida real son caóticas. Si solo observamos el comportamiento en entornos de laboratorio simplificados y aislados, corremos el riesgo de malinterpretar cómo responden realmente los animales a los desafíos de la naturaleza", explica Anja Guenther, coautora de la investigación.
Además, el éxito en un entorno no predijo el éxito en el otro. Solo el 22% de los ratones resolvió problemas en ambas condiciones. Por ejemplo, un individuo destacado en los recintos seminaturales (con 34 problemas resueltos) apenas logró dos en el laboratorio. Este contraste subraya dos dimensiones de la innovación: la capacidad (habilidad cognitiva) y la propensión (disposición a intentarlo).

Ratón doméstico silvestre. / Pixabay
La investigación cuestiona la validez ecológica de muchos estudios previos. En laboratorios, los animales suelen estar aislados, sin competencia por recursos o interacciones sociales, lo que permite medir su potencial máximo. Pero en la naturaleza, factores como la jerarquía social, la defensa de territorios o la búsqueda de pareja limitan el tiempo y la energía disponibles para explorar novedades.
Factores ecológicos y sociales
"En los recintos seminaturales, los ratones dedicaban la mayor parte de su tiempo a actividades esenciales, como criar o competir. Los problemas que les presentamos eran solo una opción más en su rutina", detalla Vezyrakis. En cambio, en los laboratorios, sin distracciones, los ejemplares podían enfocarse exclusivamente en los desafíos.
Este fenómeno explica por qué, incluso entre especies consideradas ‘innovadoras’, como los córvidos o los primates, los resultados varían según el contexto. Por ejemplo, estudios en hienas moteadas (Crocuta crocuta) muestran que el 70% de los individuos en cautiverio resuelven problemas, frente a solo el 14,5% en libertad.
La investigación sugiere que la innovación no depende únicamente de rasgos como la audacia o la curiosidad, sino de una combinación de factores. En especies ‘neofílicas’ –atraídas por la novedad, como los ratones–, la timidez podría favorecer la persistencia. En especies ‘neofóbicas’ –que evitan lo nuevo, como muchas aves–, la audacia sí sería determinante para acercarse a los desafíos.
El estudio resalta además la necesidad de diseñar experimentos que reflejen la complejidad del mundo real para lograr resultados acordes con los de la vida en libertad’.
"Para entender verdaderamente la innovación, debemos considerar no solo las habilidades cognitivas, sino también los factores ecológicos y sociales que moldean el comportamiento", afirma Valeria Mazza, coautora del trabajo.

Hiena manchada (Crocuta crocuta), en la reserva natural Masái Mara, en Kenia, 2024. / Diego Delso
"Nuestros hallazgos sugieren que la exploración y la toma de riesgos no afectan la capacidad de resolver problemas en diferentes condiciones, sino que impactan los pasos no cognitivos que conducen al rendimiento final", recoge el estudio.
Los resultados de esta investigación abren nuevas preguntas: ¿Cómo se traduce la capacidad de resolver problemas en beneficios evolutivos, como mayor supervivencia o éxito reproductivo? ¿Varían estos patrones en otras especies? El equipo planea ampliar la investigación a poblaciones silvestres, donde podrán analizar el impacto directo de la innovación en la aptitud biológica.
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