Espacios protegidos

La Albufera de Valencia, convertida en un "vertedero tóxico" por la DANA: piden acciones urgentes

La acumulación de residuos sólidos contaminantes amenaza la biodiversidad y la actividad agrícola

Vertidos arrastrados por la Dana sobre los arrozales del Parque natural de la Albufera.

Vertidos arrastrados por la Dana sobre los arrozales del Parque natural de la Albufera. / Pedro Armestre / Greenpeace

Ramón Díaz

Ramón Díaz

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La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que asoló Valencia el pasado 29 de octubre, provocando 222 muertos, 4 desaparecidos e incontables daños materiales, ha dejado también al parque natural de l'Albufera en estado crítico. Tanto así que Greenpeace ha lanzado una enérgica llamada a la acción para abordar las consecuencias medioambientales, económicas y sociales derivadas de esta catástrofe en lo que es un emblema ecológico y cultural del levante español.

El impacto de la DANA sobre l'Albufera ha sido devastador. Según un informe del Servicio de Devesa-Albufera del Ayuntamiento de Valencia, el nivel del agua del parque natural aumentó casi un metro, tras recibir entre un 50% y 70% más líquido del que el sistema maneja habitualmente en un año. Además, estima que la limpieza y regeneración del espacio tendrá un coste cercano a los 10 millones de euros.

La acumulación de residuos sólidos ha sido una de las consecuencias más alarmantes. Muebles, vehículos, electrodomésticos, plásticos y basura de todo tipo han invadido el humedal, acompañados de contaminantes provenientes de zonas industriales, aguas fecales y químicos arrastrados por las inundaciones. Estos elementos no solo han alterado la morfología del ecosistema, sino que representan una grave amenaza para la biodiversidad del parque.

La directora ejecutiva de Greenpeace España Eva Saldaña protesta por la destrucción provocada por la Dana en el barranco del poyo. Greenpeace documenta posibles causas del enorme impacto de las lluvias torrenciales en el este y el sur de España.

La directora ejecutiva de Greenpeace España Eva Saldaña protesta por la destrucción provocada por la Dana en el barranco del poyo. Greenpeace documenta posibles causas del enorme impacto de las lluvias torrenciales en el este y el sur de España. / Pedro Armestre / Greenpeace

Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España, describe la situación como "catastrófica". "Es dramático ver en directo cómo un espacio de tanto valor paisajístico, cultural y económico ha quedado convertido en un vertedero tóxico. Pero esperamos y confiamos en que sea algo temporal", indica.

"Demandamos medidas urgentes para devolver a este espacio una buena salud, no solo por su alto valor ambiental, sino por la necesidad de sostener un modelo agrícola que forma parte de la historia, el paisaje y el patrimonio cultural de todos los valencianos y valencianas", expone Saldaña.

Refugio de biodiversidad

L'Albufera es hogar de una rica biodiversidad y, a la vez, sustenta una importante actividad agrícola, especialmente del cultivo de arroz, una tradición profundamente arraigada en la cultura local. Pero los residuos tóxicos y el arrastre de pesticidas y fertilizantes han dañado severamente los suelos y amenazan con destruir el frágil equilibrio ecológico del humedal.

La organización ambientalista subraya la importancia de apoyar al sector agrícola para garantizar la recuperación económica y ecológica de la región. Este respaldo, según Greenpeace, es crucial no solo para los miles de agricultores cuya subsistencia depende del cultivo del arroz, sino también para preservar la función del humedal como "refugio de biodiversidad y barrera natural frente a inundaciones".

"El deterioro de los ecosistemas y de la biodiversidad, víctimas y a la vez solución de esta crisis, también está detrás de lo que está ocurriendo. Restaurar la naturaleza es clave para protegernos frente a eventos meteorológicos extremos a la vez que una oportunidad transformadora para contar con entornos resilientes y sanos para la biodiversidad y las personas", señala Elvira Jiménez, responsable de la campaña de adaptación al cambio climático de la ONG.

Vertido de lodos al Barranco de Poyo.

Vertido de lodos al Barranco de Poyo. / Pedro Armestre / Greenpeace

Greenpeace insta a las autoridades a aplicar medidas inmediatas para mitigar el daño:"Es urgente avanzar en la retirada de residuos para no agravar la situación, así como realizar una monitorización continua de la calidad del agua y los suelos y vigilar afecciones directas a la fauna".

Asimismo, la organización ecologista resalta la existencia del Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de la cuenca de l'Albufera, aprobado en 1995, que contiene directrices para la gestión sostenible de este espacio protegido.

Prevenir futuras catástrofes

Este plan, que según Greenpeace ha sido ignorado durante décadas por las administraciones públicas, recoge entre sus objetivos la restauración de la cubierta vegetal, la gestión adecuada de los cauces y el deslinde del dominio público hidráulico. El colectivo considera que la puesta en marcha de estas acciones es esencial no solo para la recuperación del parque, sino también para prevenir futuras catástrofes.

La necesidad de abordar la emergencia climática como un problema estructural es otra de las indicaciones de la ONG. Según explica, los humedales, como l'Albufera, no solo son esenciales para la biodiversidad, sino también para proteger a las comunidades humanas de fenómenos extremos.

Coches destrozados por la DANA en Catarroja.

Coches destrozados por la DANA en Catarroja. / Pedro Armestre / Greenpeace

"Al actuar como esponjas naturales, los humedales absorben grandes volúmenes de agua, mitigando inundaciones y protegiendo las costas de la erosión", reseña Greenpeace. "Proteger y conservar humedales como l’Albufera de Valencia, así como los entornos de ríos a lo largo de todo su cauce y las masas forestales asociadas, debe ser prioritario", reclama.

No obstante, la recuperación de l'Albufera no será un proceso fácil ni rápido, admite la ONG conservacionista, pues requerirá un "esfuerzo coordinado" entre las administraciones públicas, las organizaciones ambientales y las comunidades locales. Pero insiste en que proteger y restaurar este espacio natural es un deber moral y práctico, no solo para Valencia, sino para toda España.

"Este desastre puede convertirse en una oportunidad para repensar nuestro modelo de gestión de los recursos naturales y priorizar la adaptación al cambio climático. Es una llamada de atención que no podemos ignorar", comenta Saldaña, que insiste en que lo que está en juego no es solo la supervivencia de un espacio natural único, sino también la capacidad de la sociedad para adaptarse a un mundo cada vez más afectado por fenómenos climáticos extremos.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es