Agua

Una planta desaladora puede consumir tanta energía como 639.000 viviendas

Las potabilizadoras cobran un nuevo auge en España ante la escasez de otros recursos hídricos

Una desaladora puede consumir tanta energía como 630.000 viviendas

Una desaladora puede consumir tanta energía como 630.000 viviendas / Efe

Joan Lluís Ferrer

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La actual sequía, apenas paliada por las últimas lluvias, está cambiando el modelo de consumo de agua en España. Las desaladoras de agua de mar están llamadas a cobrar un protagonismo cada vez mayor, pues el Gobierno y otras administraciones prevén construir más plantas y ampliar otras ya existentes. Pero el coste económico y ecológico de estas plantas es muy grande y no todo es tan sencillo como convertir agua de mar en agua dulce para beber.

En Barcelona, por ejemplo, se encuentra la planta desaladora más grande de Europa, construida en 2009, justo después de la gran sequía que obligó a traer barcos llenos de agua para abastecer a la población. Su producción ha sido desde entonces bastante minoritaria en comparación con otros recursos, pero ahora todo está cambiando y la desaladora se ha convertido en una pieza indispensable.

Hace dos años, antes de la actual sequía, los ríos aportaban el 63% del agua potable de Barcelona, mientras que los pozos que sacaban agua de los acuíferos subterráneos aportaban el 34% y la desalación de agua de mar, apenas el 3%, según los datos suministrados por la empresa municipal de agua de la ciudad a la agencia AP. Actualmente, en cambio, la desalación ya representa el 33% del agua potable de Barcelona, mientras que los pozos ofrecen el 23% y los ríos, cada vez más secos, sólo el 19%.

El residuo hipersalino de las desaladoras

Las plantas desaladoras solventan el problema de la falta de agua potable, pero al mismo tiempo crean otros impactos, especialmente por su elevado consumo de energía y por el vertido de residuos hipersalinos al mar.

Vertido de salmuera al mar desde una desaladora

Vertido de salmuera al mar desde una desaladora / Luciano Santandreu/Shutterstock

Los expertos advierten de que la salmuera (que es un concentrado salado de rechazo que va a parar al mar) daña profundamente el ecosistema marino, sobre todo las praderas de posidonia, de las que depende gran parte de la vida bajo el mar. La salmuera no sólo es un concentrado de sal, sino que arrastra sustancias químicas tóxicas procedentes del proceso de desalación en la planta.

Las cantidades de salmuera que se vierten al mar no son pequeñas. En promedio, por cada 0,45 litros de agua dulce producida en una desaladora, se generan como residuo alrededor de 0,55 litros de salmuera.

Desde que en 1964 la isla de Lanzarote fuera el primer lugar de Europa donde se puso en marcha una planta desaladora de agua de mar, España se ha convertido en el cuarto país del mundo con mayor capacidad de desalación. Casi 800 plantas potabilizadoras repartidas por todo el territorio nacional generan un inmenso caudal destinado al consumo humano, la agricultura y la industria.

La energía que consume una desaladora

El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona ha alertado recientemente sobre los impactos en la generación de agua desalada desde el punto de vista energético.

Planta desaladora de Lanzarote

Planta desaladora de Lanzarote / goodcat/shutterstock

"Esta agua tiene un coste ambiental enorme, en primer lugar, por el consumo de energía para llevar a cabo el proceso, que a pesar de que han bajado mucho desde las primeras plantas de los años 70 (desde unos 8kWh/m3 a los 2,3kWh/m3 en los sistemas más optimizados), de media consume todavía hoy en día unos 4 kWh/m3", añade.

A modo de comparación, una planta desaladora de agua de mar de al menos 1,5 hm3/día de producción consumiría tanta energía como 639.000 viviendas, es decir, más de un millón de habitantes, según los cálculos estimativos de Annelies Broekmann, investigadora del CREAF. En términos generales, se supone que una vivienda consume anualmente 3.847 Kw/h como promedio.

Existen en el planeta plantas desaladoras abastecidas con paneles solares, pero aún hay pocas de gran capacidad que funcionen totalmente con este sistema. De momento, en España la puesta en marcha de una potabilizadora todavía representa como norma general un fuerte aumento del consumo de energía procedente de combustibles fósiles.

Interior de una desaladora

Interior de una desaladora / L.O.

Greenpeace y otras organizaciones ecologistas admiten que en algunas ocasiones puede no quedar otro remedio que acudir a la desalación para asegurar el suministro de agua, pero consideran que hay una gran cantidad de medidas antes de acudir a estas instalaciones.

La recuperación de los cauces de los ríos, actualmente llenos de barreras que obstaculizan la circulación de las aguas (presas y otras obras), la reducción del uso recreativo del agua para complejos turísticos o una reorientación de los cultivos de regadío son fórmulas para que la naturaleza eche una mano en la aportación de un mayor caudal. De igual modo, frenar la contaminación de los acuíferos subterráneos por los nitratos de la ganadería y la agricultura industriales permitiría disponer de un mayor volumen de agua ahora desaprovechada.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es