Grandes mamíferos

Nuevo récord: 76 osos pardos ya viven en los Pirineos

El número de cachorros también aumenta y cada vez es más posible observar uno de estos animales

Osos en el Pirineo

Osos en el Pirineo, en imágenes captadas en el año 2019. / GENERALITAT DE CATALUNYA

Guillem Costa

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"Observar a los osos pardos en nuestras montañas es una suerte que nos ha tocado vivir", celebra Santiago Palazón, biólogo del servicio de fauna y flora de la Generalitat en conversación con EL PERIÓDICO. Esta "sensación inolvidable" es cada vez más probable de experimentar porque, año tras año, la población de osos asentados en los Pirineos sigue batiendo récords, algo parecido a lo que les ocurre a sus vecinos cantábricos.

Imagen de dos osas captada el último año.

Imagen de dos osas captada el último año. / Departament d'Acció Climàtica

En el último recuento, de este último 2022, se han contado (como mínimo) 76 ejemplares. Son más que en los años 2020 (69) y 2021 (74). "Es normal, la población está creciendo y, con el tiempo, va aumentando el número de osos", señala Palazón.

La novedad es que se observan más cachorros: este año se han avistado 13, lo que supone un 17% del total de plantígrados que hay en el radar. "Muchos de estos cachorros salen adelante, y esto es importante, porque es la única forma de ampliar y consolidar el oso en los Pirineos", comenta el biólogo.

Los 11 fundadores

Estos animales no han agotado aún el margen de crecimiento en la cordillera, según Palazón: "Hay zonas de hábitat a las que el oso se puede adaptar, por lo que se puede expandir más". Se han avistado en España (Catalunya y Aragón), Francia y Andorra.

El núcleo de los que habitan en Catalunya (se han contado 38), sin embargo, está principalmente en el Vall d'Aran y el Pallars Sobirà, aunque también en la Alta Ribagorça. Es decir, que estos grandes mamíferos todavía podrían avanzar hasta otras comarcas (Alt Urgell, Pallars Jussà, la Cerdanya...) de los Pirineos, unas montañas en las que vivieron siempre, hasta su extinción en el siglo XX.

Imagen de un oso pardo facilitada por la organización ecologista Depana en las montañas del Vall d'Aran (Lleida).

Imagen de un oso pardo facilitada por la organización ecologista Depana en las montañas del Vall d'Aran (Lleida). / ORIOL ALAMANY

Tras esa desaparición, a través de un proyecto de reintroducción en los años 90, se liberaron ejemplares procedentes de Eslovenia para que reconquistaran las tierras de las que habían sido desterrados por la acción humana. "Se llegaron a reintroducir 11 individuos, que son los padres y las madres de la actual población", detalla Palazón. "Pyros, uno de estos ejemplares, es un poco el padre de todos, porque se fue reproduciendo con varias hembras hasta que se dio por muerto en 2019".

Bambou, Aran o F001

La confirmación de la expansión, según los expertos, es importante porque asegura la variedad genética, hecho que consolida la población pirenaica de osos. Los machos son los que tienen más capacidad de dispersión: se alejan de la zona donde han nacido y buscan nuevos territorios. En cambio, las hembras, suelen quedarse cerca de donde las parió su madre. "Este comportamiento se llama filopatría e implica que algunos ejemplares permanezcan cerca de donde han nacido", explica el experto.

Las hembras que han parido este último año son Bambou, Aran, Boavi, Plume, Callisto, Gaia, Reglisse y New18-11. Cuando había pocos ejemplares, todos los osos de los Pirineos llevaban un nombre de pila. Ahora, con el aumento de la población, se ha tenido que cambiar la nomenclatura y los nombres van a ser más científicos: Ziva, por ejemplo, liberada en 1996, se llama ahora F001.

Palazón advierte del cuidado que hay que tener cuando se observan estos animales: "Hay que disfrutar del momento, pero que la gente tenga claro que es casi imposible cruzárselo de cara, lo que se tiene que hacer es contemplarlo desde lejos con un catalejo".