Fenómeno debido al cambio climático

Una ola de calor histórica funde el noroeste de EEUU y Canadá

Los estados de Oregón y Washington y la Columbia Británica sufren temperaturas propias de Dubai

La Casa Blanca organiza una cumbre urgente con los gobernadores de los estados afectados

Idoya Noain

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Los calificativos caen uno detrás de otro como las gotas de sudor o cómo los récords: “histórico”, “locura”, “peligroso”, “increíble”, “anormal”, “prolongado”, “sin precedentes”. Todos se usan para hablar del fenómeno de la “cúpula de calor” que se ha instalado sobre el noroeste de Norteamérica solo dos semanas después de que asolara el suroeste de Estados Unidos otro domo similar, creado por altas presiones que retienen el aire caliente y funcionan como una tapa que está convirtiendo una vasta zona del continente en lo más parecido a una olla a presión.

Esta última ola de calor lleva desde el fin de semana fundiendo los termómetros en la Columbia Británica de Canadá (donde en la localidad de Lytton se alcanzaron los 47 grados) y provocando temperaturas “más propias de Dubai”, en palabras del climatólogo jefe canadiense, David Phillips. También está asolando lugares de EEUU nada acostumbrados ni preparados para las disparadas temperaturas como los estados de Oregón y Washington, donde igualmente las marcas desde que hay registros han quedado pulverizadas. El mercurio ha superado los 46 grados en Portland y los 42 en Seattle, ciudades que en estas fechas de media rondan los 23.

El fenómeno está poniendo en peligro especialmente, como siempre, a las poblaciones más vulnerables y alterando la vida diaria. El impacto de las altas temperaturas, por ejemplo, ha afectado a infraestructuras, desde carreteras a transporte público. En el estado de Washington ha llevado al gobernador a suspender las medidas de aforos limitados en la pandemia en los centros acondicionados para luchar contra el calor, algo que también ha hecho la autoridad sanitaria de Oregón. Se han levantado limitaciones similares en centros comerciales, cines y piscinas, aunque algunas de estas han cerrado ante el peligro del calentamiento de las superficies. Y el domingo obligaba en Eugene (Oregón) a suspender durante unas horas las pruebas clasificatorias de atletismo para los Juegos Olímpicos de Tokio.

El cambio climático

Lo que para muchos expertos no hay es sorpresa, sino ratificación de las predicciones y alertas sobre el impacto del calentamiento global provocado por la actividad humana en el cambio climático. Porque aunque se va con pies de plomo al vincularlo directamente los acontecimientos severos concretos como este y se asume que hay otros factores en juego, pocos son quienes niegan un patrón climático por ese efecto humano.

El pasado ha dejado de ser una guía predecible para el futuro. Estos acontecimientos se están volviendo más frecuentes e intensos, una tendencia que se proyecta que continúe”, escribió en Twitter la Oficina del Clima de Oregón. El Servicio Meteorológico de Seattle, mientras, reconoció el “desconcierto” de hacer predicciones dada la falta de situaciones análogas en el pasado.

Ya en mayo, cuando la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU presentó la actualización que realiza cada década de los “valores climatológicos normales”, que se realiza con datos ajustados sobre variables como la temperatura, la lluvia o la nieve, se advirtió de que en ellos “se están viendo realmente las huellas del cambio climático”. “No intentamos esconderlo”, le dijo entonces a ‘The New York Times’ Michael Palecki, que gestiona el proyecto de información medioambiental en la agencia, que subrayó el cambio radical observado en la última década.

“El cambio climático contribuye, si no es el factor dominante, a los cambios que estamos viendo, y va a empeorar a no ser que hagamos algo al respecto”, declaraba a 'The Guardian' hace unos días Daniel Swain, científico climático de la Universidad de California en Los Ángeles. “Lo más alarmante”, añadía, “es que esto era predecible”.

Sequía e incendios

La cúpula de calor en EEUU se combina además con una sequía de proporciones desmesuradas que Kathleen Johnson, especialista en paleoclimatología de la Universidad de California en Irvine, advertía también en ‘The Guardian’ que va en camino de convertirse en “la peor que se ha visto en al menos 1.200 años”. “Está claro que lo que estamos experimentando no es natural”, dijo. “Indudablemente esto está causado por actividades humanas, por emisiones de gases de efecto invernadero”.

 Se trata de un cócktail explosivo que está creando una auténtica pesadilla en los sectores ganadero y agrícola, donde reconocen estar entrando en “terreno desconocido”. Y en un peligroso círculo vicioso, además, las cúpulas auguran otra temporada infernal de incendios.

Reunión en la Casa Blanca

La severidad de la situación se ratifica viendo la agenda de la Casa Blanca, donde este miércoles se ha organizado una reunión entre el presidente Joe Biden y miembros de su gabinete con gobernadores de estados afectados y representantes del sector privado.

No faltan voces que advierten, no obstante, de que el mandatario demócrata necesita más que palabras o acciones a corto plazo. Porque pese a su compromiso desde su llegada al poder con la lucha contra la emergencia climática, que ha supuesto un giro radical respecto a las políticas de su predecesor, Donald Trump, Biden está impulsando un plan de infraestructuras que, para lograr el consenso necesario entre demócratas y republicanos para lograr la aprobación en el Congreso, ha aparcado algunas de sus promesas medioambientales e incluso, según advierten algunos expertos, puede suponer en algunos casos el aumento de las emisiones.

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