ANÁLISIS DE CAMPO

El laboratorio de las setas

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Antonio Madridejos / Solsona

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Unas 120 parcelas de 100 metros cuadrados distribuidas por toda Catalunya, desde los bosques de Poblet hasta la Cerdanya o el Berguedà, se han convertido en un excelente laboratorio al aire libre donde observar el ciclo productivo de las setas: dónde crecen mejor, cómo les afecta la sequía o el viento y cuáles son las mejores estrategias para favorecer la cosecha, entre otros muchos aspectos. De su análisis se encargan investigadores del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya (CTFC) bajo la coordinación del ingeniero Juan Martínez de Aragón.

La mañana es cálida y soleada en una de las parcelas que supervisa el CTFC en el término municipal de Lladurs, al norte de Solsona. Se trata de un terreno dominado por robles y pino albar, pero se observan también arces, encinas y enebros. "En esta zona todavía no hay setas porque las lluvias en agosto fueron escasas. Todo va con retraso", explica Martínez de Aragón, mientras coloca un anemómetro para analizar la dispersión de las esporas de las setas en función de la intensidad del viento. 

Visitas semanales

Los científicos visitan las parcelas con periodicidad semanal durante unos seis meses. Recolectan las setas que observan -de todo tipo, incluyendo no comestibles y no apreciadas- y las trasladan a la sede del CTFC en Solsona para su análisis. "Las clasificamos por especie y las pesamos recién cogidas y deshidratadas", dice el ingeniero forestal. La campaña empieza en junio en las tierras altas del Pirineo y concluye en diciembre en las sierras mediterráneas. 

La exuberante vegetación de Lladurs no da muestras de sequía, pero "a diez centímetros bajo el suelo falta agua", incide Martínez de Aragón. En cualquier caso, el ingeniero es optimista: "Confío en que en menos de una semana la situación cambie gracias a las tormentas que tuvimos hace unos diez días". Más que tendencias climáticas, las setas están íntimamente ligadas a las condiciones meteorológicas de los días previos: "En dos semanas de lluvia y temperatura propicia, un terreno aparentemente seco puede empezar a rendir bien», añade.

Este año, atendiendo a las buenas previsiones climáticas, el CTFC calcula que el rendimiento medio por hectárea de bosque será en Catalunya de 60 kilos de setas y se se situará en el promedio de las dos últimas décadas. Un año excepcional, como el 2014, se llega a 200 kilos. Por ahora, lo único evidente es que el inicio de la presente temporada ha sido muy pobre. El momento culminante de la campaña en las comarcas del Prepirineo y la Catalunya central, las de mayor rendimiento, suele acontecer a mediados de octubre.

La retirada selectiva de árboles puede mejoran la producción micológica

Tras 20 años de análisis, las parcelas han aportado resultados muy interesantes. Uno es que la producción de setas aumenta en los terrenos con una correcta gestión. Aunque depende mucho de la especie, una de las opciones es reducir el índice basimétrico, es decir, retirar árboles para favorecer la llegada de la luz al suelo y aumentar así la fotosíntesis. "Esto es muy evidente en la trufa, que busca espacios soleados, pero también en el robellón", dice Martínez de Aragón. Eso sí, añade, demasiada luz puede ser contraproducente para otras especies.

Los aclarados del bosque también aumentan la humedad del suelo y favorecen el crecimiento de las setas. "Si hay muchos árboles, la disponibilidad de agua en el suelo es muy inferior, lo que además aumenta el riesgo de incendio", prosigue el especialista. Durante un trabajo de campo en una parcela de pino en Poblet, los investigadores del CTFC comprobaron que la producción de robellón se multiplicó por cinco al año siguiente de haber clareado el bosque. Además, insiste el especialista, ello no afecta a la biodiversidad. En cambio, la eliminación del matorral no afecta sustancialmente a la producción.

Otra cuestión son las hordas del fin de semana. "Más que la gente en sí, el problema es que una frecuentación excesiva puede compactar el suelo y dificultar el crecimiento de las setas", explica Martínez de Aragón. Si se gestiona bien, prosigue, un mismo rincón puede producir el mismo tipo de seta cinco o seis veces durante un otoño. Aunque es un asunto discutido, algunos expertos consideran incluso que la explotación de un bosque puede incentivar una mayor producción natural.

Las mejores producciones en Catalunya suelen obtenerse en bosques de pino albar de media montaña

Las parcelas analizadas son muy diversas en cuanto a vegetación, clima, orientación, pendiente, tipo de suelo y altitud (entre 200 y 1.500 metros). Por regla general, los mayores rendimientos suelen alcanzarse en los bosques de media montaña de pino albar y, en menor medida, de pino laricio. Sin embargo, es arriesgado generalizar, repite el investigador del CTFC: "Si el otoño es muy lluvioso en las sierras litorales, el pino carrasco logra entonces unos rendimientos espectaculares".

El cambio climático está retrasando el inicio de las temporadas de recogida

Los especialistas de CTFC asesoran a los propietarios forestales y elaboran manuales sobre cómo gestionar los bosques. Salvo las trufas, de las setas no se puede vivir -comenta Martínez de Aragón-, pero sí pueden ser un complemento junto a la extracción de madera y el turismo rural. En este sentido, el especialista lamenta que el carnet de 'boletaire' que impulsó la Generalitat hace casi una década haya caído prácticamente en el olvido. 

¿Y cómo será el futuro? "Nosotros no observamos tendencias en cuanto a un aumento o reducción de la producción de setas -concluye el especialista del CTFC-, pero sí estamos viendo que las temperaturas más elevadas están retrasando el inicio de la fructificación".

Rendimientos

<strong>Hongos que se cultivan. </strong>A diferencia de níscalos, ‘camagrocs’, ‘ceps’ o boletus, ‘rossinyols’ y otras delicias micológicas que viven forzosamente en simbiosis con los árboles, varias decenas se setas -llamadas hongos saprobios- pueden cultivarse en entornos controlados. Los más populares son los champiñones, las setas de cardo y el shiitake. En Catalunya, sin embargo, la producción es muy escasa (1% del total español).