El 'ébola de los olivos'
Alicante, la zona cero de la 'Xylella fastidiosa' en la península Ibérica
Nacho Herrero / Castell de Guadalest
Carmen Solbes pasea cabreada por las parcelas de almendros que ha trabajado durante 30 años en Guadalest, en Alicante. El suelo está lleno de pequeños trozos de madera, a eso quedaron reducidos los 140 árboles que trituraron hace un par de meses. Fueron las primeras víctimas de la ‘Xylella fastidiosa’ en la península. Es la 'zona 0' del foco peninsular. No se sabe cuándo llegó la bacteria aunque parece que llevaría aquí bastantes años, enmascarando sus efectos con los de la sequía. Tampoco se sabe cómo llegó y no hay consenso sobre cómo frenarla, pero todo el mundo asume ya que el ‘ébola de los olivos’ ha llegado para quedarse, aunque sea reencarnado en la enfermedad que seca los almendros de tres comarcas alicantinas.
“La bacteria está aquí para quedarse. Hay que llegar a un escenario de convivencia como con otras plagas”, explica a EL PERIÓDICO Elena Cebrián, 'consellera' de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural de la Generalitat Valenciana. Para alcanzar ese “equilibrio”, Cebrián de avisa que hará falta mano firme para que el foco no se descontrole, tiempo y dinero. “Hace falta más investigación y conocimiento de cómo luchar y defenderse de la bacteria, sobre cómo controlar el insecto vector y buscar variedades diferentes. Por eso necesitamos tiempo y dinero. Ha de haber inversiones, empezando por la Unión Europea”, advierte.
No hay consenso sobre cómo frenarla, pero todo el mundo asume ya que el ‘ébola de los olivos’ ha llegado para quedarse
Plan frenado en los juzgados
En la aplicación del plan europeo se centra ahora mismo un debate que ha llegado a los juzgados por la controvertida obligación de triturar en 100 metros a la redonda desde el foco todas las especies susceptibles de albergar la bacteria. Una medida a la que se oponen los afectados y las organizaciones agrarias como ASAJA Alicante. De ahí el recurso presentado en un juzgado de Alicante que este jueves suspendió cautelarmente la destrucción de ejemplares sanos, según anunció el Ayuntamiento de Castell de Guadalest. En la 'conselleria' aún no han recibido el fallo, pero apuntan que cuando lo hagan pedirán "informe a la Abogacía del Estado y a la Generalitat" y actuarán en consecuencia, "teniendo en cuenta que se está aplicando la normativa europea y la ley de sanidad vegetal española". Antes de conocer la resolución, Cebrián admitía que se trata de “medidas muy duras de tomar” pero advertía de que no había otra opción.
La pista inicial
El auto reforzaría la idea de Solbes de que pagaron "el pato por ser los primeros”. Fue su marido quien dio la voz de alarma hace casi un año. Avisó de una merma en la producción que nadie supo explicar inicialmente. Pero cuando el hombre vio después un programa de La 2 tratando la crisis de los olivos italianos, identificó inmediatamente el problema. Unos meses después los análisis le dieron la razón y estrenó el plan de contingencia. Primero, fumigar la zona para tratar de matar el vector que transporta la bacteria y crear una ‘zona tampón’ de 10 kilómetros de la que no se puede sacar material susceptible de transportar la bacteria. Después, triturar todas estas especies que estén a 100 metros del foco y eso incluye los árboles contaminados y los sanos. “Fue sí o sí en 15 días, no se pudieron ni esperar un mes a la cosecha. Hemos perdido los 3.000 euros de la cosecha y los árboles, que eso es para toda la vida”, lamenta Solbes, que pide también que se aclare cuanto antes la fórmula para las indemnizaciones y que se tengan en cuenta todas las variables, incluido el efecto que puede tener sobre el turismo una tala masiva en estos valles. “Dicen que hay que aprender a convivir con la bacteria, pero por eso no es congruente talar sanos”, apunta.
"En cuatro o cinco años no va a quedar ni un almendro en la zona", augura pesimista una afecatda de Alicante
Expansión imparable
En la zona muchos no quieren hablar. Un afectado que lleva meses estudiando a fondo la situación accede a hacerlo anónimamente para apuntar que la solución más eficaz “sería distribuir con avionetas un insecticida granulado que se active con la lluvia, pero no creo que se permita”. En cualquier caso subraya que hay que encontrar un químico eficaz. Y si un juez ha estimado oportuno paralizar la entrada en un campo, qué pasará -se pregunta- cuando un propietario de una casa se niegue a que talen el almendro de su jardín. Así no hay forma de erradicar, asegura. “Los agricultores no quieren ver que si está infectada la plantación se va a morir. Exigen algo que no tiene sentido”, apunta. Y recrimina a la Administración que no sea capaz de capturar al ‘Philaenus spumarius’, presunto responsable del traslado de la 'Xylella'. Los datos de la 'conselleria' le dan la razón porque las más de 40.000 prospecciones de trampas que se han realizado en la Comunitat Valenciana solo han capturado 15 ejemplares de este insecto en el 2017 y todos ellos han dado negativo. “En cuatro o cinco años no va a quedar ni un almendro en la zona”, augura pesimista. ¿Y si pasa a los cítricos o a los nísperos? “Sería una catástrofe”, sentencia.
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