CONGRESO DE BIÓLOGOS ACUÁTICOS

Los delfines de BCN estrenarán el experimento de los nuevos santuarios marinos

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Michele Catanzaro / Barcelona

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Los cuatro delfines del zoo de Barcelona podrían ser los primeros cetáceos del mundo en experimentar en su propia piel cómo se vive en un santuario marino de nueva generación. Es decir, en comprobar si estas zonas de mar valladas, que hasta hoy han fracasado, van ahora a funcionar.

El Ayuntamiento planea decidir el próximo diciembre cual será el destino de los animales. Se barajan tres hipótesis: un santuario marino en construcción en la isla de Lipsi en Grecia; otro en un lugar del Mediterráneo, cuya localización se mantiene confidencial; y un tercero en un sitio tropical o subtropical aún por identificar.

Así lo ha dicho esta mañana Frederic Ximeno, comisionado de ecología del Ayuntamiento, durante un congreso organizado por el consistorio y la organización conservacionista Submon. El simposio reúne a expertos en delfines de todo el mundo, con el objetivo de desarrollar líneas guía sobre la salida de los cetáceos del zoo de Barcelona.

Ciudad libre de delfines

En 2016, la ciudad se declaró libre de delfines en cautividad. Esta decisión congeló los planes para ampliar las instalaciones de los cetáceos en el zoo. Estas son deficientes, según la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos (EAAM). Por esta razón, la ciudad tiene que decidir dentro de 2018 cómo deshacerse de los delfines, si quiere evitar que su zoo sea expulsado de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA).

La mayoría de los expertos presentes en el congreso (en el cual no participa la EAZA) coinciden en que el destino ideal para los delfines en cautividad es casi siempre un santuario. "Es una idea relativamente nueva, pero hay cada vez más ciudades, de México DF a Los Angeles, que la están adoptando", afirma Erich Hoyt, una eminencia en cetáceos, de la ONG Whale and Dolphin Conservation (WDC).

"Un delfín en cautividad no es real: come pescado muerto, tiene un comportamiento social alterado… hay que parar las capturas [para los zoos]", afirma Hoyt, que es un impulsor de la observación de cetáceos en su entorno natural. Por otro lado, "la gente piensa: tienes delfines en cautividad, suéltalos. Esto no funciona, menos en casos especiales", explica. Hoyt insiste en que cada delfín necesita su solución especial.

Fracasos

El santuario es la tercera vía entre cautividad y liberación: una amplia y profunda área de mar, cerrada para proteger y cuidar los cetáceos. Sin embargo, los experimentos llevados a cabo desde la década de los 90 hasta hoy han fracasado. El de la Cala dels Calders (Cadaquès) cerró en 1997. También fracasó uno en Florida y otro que se mantiene en Turquía se arrastra en condiciones deplorables.

De los los tres santuarios candidatos para los delfines de Barcelona, sólo el de Grecia tiene previsto estrenarse antes de 2019. "Será el primer santuario [moderno] del mundo, con sitio para entre 8 y 12 delfines", afirma su directora Anastasia Miliou, que informa que una delegación del ayuntamiento visitó el lugar.

Otro candidato está en una localización que la organización promotora (la WDC) no quiere desvelar. "Trabajamos en este proyecto hasta 2015. Si Barcelona quiere retomarlo, se puede, pero no se acabará hasta dentro de un año", afirma Rob Lott, de la WDC. El tercero es un santuario planificado por el Acuario Nacional de EEUU, en Baltimore, que se debería estrenar en 2020.

Rumbos distintos

Ximeno no excluye que los delfines sigan en cautividad en otro sitio antes de alcanzar su destino final. También podría haber rumbos distintos para cada uno ellos, según su historial. "Sea como sea, los delfines serán responsabilidad de la ciudad durante toda su vida: Barcelona no se desentenderá de ellos", afirma Ximeno.

El éxito de los santuarios está por comprobar. "Estos animales vienen de la cautividad y no sabemos cómo van a reaccionar, pero no puedo creer que sus condiciones no mejorarán", admite Miliou. Los expertos subrayan que no cualquier sitio vale como santuario. Tiene que ser extenso y en un lugar óptimo para los delfines (y no necesariamente para los turistas, que lo financiarán en buena medida). Hay que asegurarse que los animales no difundan infecciones hasta ahora confinadas en los zoos. Hay que impedir que se aparejen con delfines locales, para evitar mezclar subespecies. Pero lo más complejo es su vida social: unir delfines que salen de grupos distintos puede crear entornos conflictivos y disfuncionales.