El delta del Tordera se formó hace tres siglos

La zona es ambientalmente de gran relevancia para las aves, pero no goza de una protección efectiva

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A. M. / BARCELONA

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Hace tres siglos no había delta en la desembocadura del Tordera. "Los ocho kilómetros cuadrados que actualmente ocupa el tramo final del río se han ganado al mar desde entonces", explica el naturalista Javier Romera. Los viejos bosques de la cuenca alta del río empezaron a ser transformados en terreno agrícola y ello tuvo como consecuencia un arrastre extraordinario de sedimentos en situaciones de lluvia. "Esa tierra fue formando lo que ahora llamamos el delta del Tordera", añade Romera. Así se creó un sistema dunar, hoy marginado, unos fértiles terrenos agrícolas y luego unas amplias y bellas playas. Pese a que el terreno era inundable, finalmente llegaron los cámpings.

Sin embargo, con la extraordinaria reforestación del Montseny de las últimas décadas, una de las zonas más tupidas de Catalunya, los sedimentos quedan ahora retenidos y no llegan hasta la desembocadura, un déficit de arena que se ve agravado por el menor caudal del río derivado de la sobreexplotación de la cuenca. "No retrocede el delta, sino que deja de crecer. Si no hubiéramos alterado el río, el delta sería mucho mayor", insiste Romera. La desaparición de las dunas, además, facilita la erosión ocasionada por los temporales. 

El problema, prosigue el naturalista, "es que se trata al delta como una foto fija". "Los cámpings, los bañistas y los ayuntamientos tiene unos intereses que quieren preservar, es lógico, por lo que creo sinceramente que la única solución tiene que ser mixta, que todo el mundo salga ganando". Una de sus propuestas es que la desalinizadora del Tordera funcione a mayor ritmo para no sobreexplotar el acuífero. "A este paso, pronto tendremos que invertir en regenerar el agua y saldrá más caro". De hecho, los pozos se enfrentan ya a una incipiente salinización.

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Pese a todas estas vicisitudes, el delta sobrevive como un territorio de gran interés medioambiental. Enric Badosa, especialista del Institut Català d'Ornitologia (ICO), comenta que se trata de un área de especial interés para las aves, especialmente las migratorias, puesto que encuentran en el Tordera el único punto apto para una parada entre los Aiguamolls de l'Empordà y el delta del Llobregat. Entre otras rarezas, cría una importante colonia de chorlitejo chico. Se pueden observar también garzas reales, garcillas cangrejeras y andarríos chico. Badosa destaca asimismo "la más nutrida colonia de galápago leproso de Catalunya". Los árboles más representados son los álamos y los fresnos, junto a la omnipresente caña invasora 'Arundo donax'.

RED NATURA 2000

La desembocadura del Tordera está incluida en la red europea Natura 2000, pero "a efectos prácticos no tiene ninguna protección ni ninguna vigilancia", lamentan Romera y Badosa. "Hay cuatro carteles pero no sirven de nada -dice el primero-. Se ha convertido en una zona para jugar sin control y en verano, cuando el río se seca, se ven incluso quads y todoterrenos". Badosa añade que los perros penetran en la zona de nidificación y persiguen a los polluelos de patos y zampullines".   

El problema de fondo es de falta de cultura ambiental, concluye el especialista del ICO: "La gente no es consciente de la importancia de la desembocadura y los ayuntamientos no hacen gran cosa para cambiar la situación. La zona se ha de preservar como un patrimonio único, como si fuera una iglesia románica".