PROTECCIÓN AMBIENTAL
Agentes rurales: los guardianes de la naturaleza
Antonio Madridejos
Periodista
ANTONIO MADRIDEJOS / MANRESA
El todoterreno se detiene y a la derecha se observa un talud erosionado. Son los restos de una antigua cantera que al parecer fue abandonada cuando dejó de ser rentable. Los responsables de la obra no realizaron el preceptivo programa de restauración ambiental y ahora, unos 15 años después, presenta un aspecto deplorable. La vegetación no logra recolonizar la áspera zona. Los agentes rurales Josep Ramon Piñero, Xavier Gual y Jaume Torralba toman nota.
El Cuerpo de Agentes Rurales (CAR) de la Generalitat, los 'rangers' catalanes, desempeña una función clave en la protección de la naturaleza en sentido amplio. Su actividad se traduce anualmente en unas 140.000 actuaciones y 3.000 denuncias que incluyen desde la prevención de incendios, la persecución del furtivismo y el control de los perros peligrosos hasta la detección de vertidos o la protección del patrimonio de antiguas masías. "Conocer el territorio es esencial para desarrollar nuestro trabajo", destaca Torralba, jefe del área de la Catalunya Central del CAR. Volvemos a subir al coche.
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EL PERIÓDICO ha acompañado a una patrulla de los agentes rurales de Manresa durante su actividad cotidiana, "mezcla de actuaciones de oficio y solicitudes de particulares y diversas administraciones como las 'conselleries' o la fiscalía de Medio Ambiente", explica Torralba. La plantilla actual del CAR, dependiente del Departament d'Agricultura de la Generalitat, está formada por unos 500 agentes funcionarios -de acceso mediante oposición-, cifra similar a la de hace una década. El cuerpo está catalogado como cuerpo armado, pero sus miembros solo llevan arma en casos excepcionales, como las patrullas especializadas en el control de la caza furtiva.
{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Quemadores de cobre en las Tinas","text":"En colaboraci\u00f3n con el\u00a0Departament de Cultura, los agentes rurales participan tambi\u00e9n en la elaboraci\u00f3n del inventario cultural en zonas forestales, lo que incluye antiguos pozos de hielo, hornos de cal y hasta pinturas rupestres. \u201cUtilizar\u00a0detectores\u00a0de metales\u00a0en zonas arqueol\u00f3gicas est\u00e1 prohibido\u201d, recuerda Jaume Torralba.\u00a0"}}
Visita al Ayuntamiento de Navàs. Los agentes entregan al secretario interventor del consistorio, Joan Miquel Roig, pruebas contundentes de que una pequeña nave levantada en una finca del municipio no se emplea para los usos forestales para los que solicitó permiso. Es en realidad un alojamiento de turismo rural encubierto que se llena los fines de semana, como confirman los vehículos aparcados en la entrada. La finca ni se cultiva ni tiene suficiente extensión para que fuera rentable en ella una actividad forestal, comenta el agente Gual, especialista en biodiversidad. El caso tiene un expediente abierto.
LOS VENCEJOS EN PELIGRO
A continuación, parada fugaz en Sant Fruitós de Bages. En la carretera se observa la espectacular Màquina de Batre, un gran hangar de cubierta cerámica que durante décadas fue empleado para trillar los cereales. "Aquí actuamos a petición de un ornitólogo local que denunció que una red colocada para evitar que cayeran a la calle fragmentos de la estructura impedía la nidificación de una colonia de vencejos reales, una especie protegida", recuerda Torralba. Las aves criaban precisamente en las grietas de la cubierta. Finalmente se acordó con el ayuntamiento colocar dos cajas nido, una alternativa que hacía compatible la conservación de las aves y del edificio. Era peligroso acceder al lugar, por lo que "tuvieron que venir especialistas del grupo de alta montaña de los CAR", prosigue el jefe del área de la Catalunya Central.
El 28% de las actuaciones del CAR están relacionadas con la protección de los animales, incluyendo la recogida de mascotas abandonadas o extraviadas. Algunos trabajos son muy coloristas. "Hemos acudido a fincas en las que el dueño iba a hacer unos trabajos que afectaban a una colonia de abejarucos o de golondrinas", relata Torralba, quien recuerda que estas especies son muy beneficiosas porque actúan "como insecticidas naturales". A veces, basta con retrasar unos meses la actuación para que las aves migratorias queden a buen recaudo.
El cuerpo también participa en el seguimiento y censo de fauna salvaje, en la recogida de animales encontrados en mal estado y en el control de nidos de avispa asiática -¡localizados 93 en el 2015!-, así como en la valoración de los daños causados por buitres y jabalís, pone como ejemplo. "Con el visón americano, una especie invasora, lo que hacemos es colocar cajas-trampa en las granjas a las que se acerca para comer gallinas".
NEUMÁTICOS Y RIESGO DE INCENDIO
Nos acercamos entonces a Castellbell i el Vilar, con una lluvia intensa. La visita es a un antiguo circuito de automovilismo que se ha convertido en un vertedero improvisado de neumáticos, algunos procedentes de grandes tractores. Se amontonan uno tras otro. Además de un problema ambiental, puesto que el caucho sintético acaba degradándose en el ambiente, esa acumulación al lado de una carretera supone un grave riesgo de incendio. "Algunos son del circuito original, claro, pero luego la gente también ha venido aquí a tirar sus neumáticos viejos", lamenta Torralba. Los agentes documentan que el problema ha ido en aumento: los residuos llaman a los residuos. Muy a menudo, el problema es quién debe retirarlos, reconoce el jefe de la patrulla. Nunca se puede bajar la guardia. Por ejemplo, los agentes de Manresa han detectado vertidos de purines en zonas no autorizadas, como arcenes de carreteras, a veces aprovechando la lluvia para disimular.
Un camino cercano al Llobregat nos muestra las agresivas huellas dejadas por el paso de vehículos todoterreno en el bosque. "La gente viene a practicar trial como si esto fuera un circuito", dice Torralba. Y es un problema para el medio. Su compañero Gual recuerda las dificultades para hacerles frente: "Hay conductores muy violentos que salen a toda velocidad cuando les requieres que paren y algunos que incluso han llegado a agredir a algún agente". El año pasado se efectuaron en Catalunya unas 4.800 actuaciones de control e inspección de vehículos motorizados en terrenos forestales.
Los agentes asesinados por un cazador la pasada semana fueron las dos primeras víctimas mortales desde la creación del CAR en el año 1986, tras la transferencia a la Generalitat de las competencias de vigilancia ambiental. Afortunadamente, las acciones de violencia son escasas, "pero existen", comentan los miembros de la patrulla de Manresa. "Un compañero sufrió recientemente el ataque de un cazador de fringílidos que se negaba a ser inspeccionado. Le mordió y le causó una herida en la mano", explica Torralba. Hubo que vacunarlo "de todo" porque el agresor se negó a que le hicieran un análisis.
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