El tsunami que cuestionó el renacer nuclear

La construcción de nuevas centrales se concentra en Asia mientras que en Europa no se inaugura una nueva desde el 2002

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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La industria nuclear puede presumir de haber resistido al tsunami de Fukushima puesto que se están construyendo en el mundo 70 reactores e incluso hay media docena de países que se sumarán próximamente al club del átomo, pero lo cierto es que el empuje de pasadas décadas se ha esfumado y las perspectivas de crecimiento se limitan a las nuevas potencias emergentes, especialmente en Asia. En total, la generación de electricidad de origen nuclear alcanzó los 350 gigavatios de potencia instalada a principios de los 90 y desde entonces se ha mantenido bastante estable, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA). De hecho, hoy hay en el mundo tantos reactores en operación, 437, como había hace 20 años: se crean nuevos, pero también se clausuran los más viejos.

El accidente del año 2011 tuvo un gran efecto simbólico porque afectó a Japón, un paradigma de la tecnología. Pasó lo que nunca iba a pasar. "Fe un duro golpe porque el accidente se debió a algo que nunca se había previsto", resume el Lluís Batet, profesor de Recursos Energéticos y director del máster de Ingeniería Nuclear de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). "Las centrales de todo el mundo ya tenían enormes medidas de seguridad -prosigue-, pero Fukushima obligó a extremarlas para hacer frente a accidentes inimaginables. Esa es la lección aprendida". Por ejemplo, explica el profesor de la UPC, se han previsto sistemas redundantes para fallos en el sistema de refrigeración, para llevar agua con rapidez desde el exterior hasta los lugares donde es necesaria o para soportar tres días sin suministro eléctrico externo.

Sin embargo, más allá de la seguridad, el sector ya se enfrentaba con anterioridad a unos costes de construcción cada vez mayores, que precisan largos periodos de amortización y la implicación casi obligada de los subsidios públicos, así como a la competencia de otras fuentes de energía y al problema insoslayable de los residuos. De las 70 plantas previstas para los próximos años en el mundo, al menos 30 acumulan retrasos de consideración.  Incluso en el caso de China, la abanderada del renacer nuclear, es muy superior el crecimiento de la electricidad de origen solar. Pese a todo, en opinión de Batet, la nuclear sigue siendo muy interesante porque "garantiza poder cubrir la demanda en momentos en que no hay viento ni sol". "Prescindir de la nuclear no saldría gratis -añade-. No se puede llegar a un suministro totalmente renovable de la noche a la mañana. En unos primeros tiempos se tendría que sustituir con gas, fundamentalmente, que se importa y saldría también caro, además de dificultar el objetivo en emisiones de gases de efecto invernadero".

PAÍSES LÍDERES

De los reactores en construcción en el mundo, 27 se encuentran en China, 6 en la India y 5 en Corea del Sur, todos ellos países necesitados con urgencia de un gran suministro de energía que garantice su pujante industria. Otros 10 se están en Rusia. Bielorrusia y los Emiratos Árabes dispondrán posiblemente esta década de sus primeras centrales, y más a largo plazo tienen previsto iniciar las obras Bangladés, Egipto, Indonesia, Turquía y Vietnam.

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Sin embargo, este futuro no compensa la situación en los países occidentales, quienes además se enfrentan a una sempiterna oposición social. Actualmente, en la UE solo hay dos plantas en construcción, una en Francia (Flamanville 3) y otra en Finlandia (Olkiluoto 3), que arrastran un retraso más que considerable y unos sobrecostes millonarios por problemas de ingeniería. También hay proyectos no cristalizados aún en el Reino Unido o Hungría, pero poco más. Por el contrario, Alemania ha instaurado un calendario de cierre progresivo de sus plantas de aquí al 2020, mientras que Suiza suspendió la aprobación de tres nuevas plantas y en Italia, pese a que Berlusconi aspiraba a construir 10, un referéndum ratificó la negativa a construir centrales acordada en 1988. La última central inaugurada en Europa occidental fue Civaux 2 (Francia), que se conectó a la red en el 2002. 

ESTRATEGIA DE PROLONGACIÓN

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Alemania es el \u00fanico gran pa\u00eds","text":"\u00a0que ha decidido un cierre gradual de su parque nuclear hasta el 2020"}}Antonio Cornadó, presidente de Foro Nuclear, el lobi del sector español, no ve un panorama tan negativo: "A nivel global, el impacto de Fukushima no ha sido significativo -dice-. Pocos países se han planteado cerrarlas, y el único caso significativo es Alemania". En cualquier caso, la estrategia de la industria europea es otra. "Lo que se está planteando es alargar la vida operativa de las centrales hasta, por ejemplo, los 60 años, como ya se está haciendo EEUU -prosigue el presidente de Foro Nuclear-. Francia. Bélgica y Suiza ya han aceptado operar más allá de los 40 años". Quizá no se construyan nuevas plantas en Europa, pero sí se apuesta por la continuidad de las existentes. Este sería el caso de España, afirma Cornadó, "donde no es necesario la construcción de nuevas centrales porque la demanda eléctrica se encuentra al mismo nivel que hace 12 años". 

Según un análisis sobre las perspectivas de la energía elaborado por la petrolera British Petroleum (BP), todo el incremento energético de aquí al año 2035 en los países de la OCDE procederá de fuentes renovables o del gas, más un imperceptible incremento de la hidroeléctrica, mientras que se reducirá la producción derivada del petróleo y el carbón. En el mejor de los casos, la nuclear seguirá igual. Aunque es difícil precisar, la construcción de una central estándar de 1.000 megavatios rondaría los 4.000 millones de euros, una inversión difícil de asumir sin un claro apoyo político que garantice su amortización en 20 o 30 años.

"No quiero decir que la energía nuclear sea buena, pero sí es necesaria, al menos a corto plazo. Es complicado cambiar de repente los hábitos socioeconómicos", considera Batet. "Vale la pena tener la opción nuclear, con independencia de que apostemos por las renovables", concluye Cornadó.