Estudio de la Universidad Rovira i Virgili

El delta del Ebro es mucho más antiguo de lo que se pensaba

Una investigación sitúa su existencia 8.000 años atrás, y no unos 3.000 como se apuntaba

La punta del Fangar, en el delta del Ebro, vista desde el aire.

La punta del Fangar, en el delta del Ebro, vista desde el aire.

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El delta del Ebro es mucho más antiguo de lo que se pensaba hasta ahora, ya que los últimos datos permiten afirmar que ya existía hace 8.000 años a la altura de la actual isla de Gràcia, situada en el río Ebro, según un estudio de la Universidad Rovira i Virgili (URV).

Esta constatación trastoca las dos principales hipótesis que manejaban los expertos hasta ahora, una de ellas basada en la literatura y referencias a la época de los romanos, que hablan de puertos marítimos en Amposta Tortosa, y que apuntaba que hasta hace 2.000 o 3.000 años el delta era un estuario.

La segunda hipótesis apuntaba a que hace 3.000 años, en realidad, el delta llegaba a la isla de Gràcia.

Las nuevas evidencias forman parte de un trabajo llevado a cabo conjuntamente por el Centro de Cambio Climático de la URV (C3) y la Unidad de Ecosistemas Acuáticos del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) y se han expuesto en el simposio sobre cambio climático que se celebra hasta el viernes en Tortosa.

Xavier Benito, uno de los investigadores que ha participado en este trabajo, ha explicado que hasta ahora "interpretaciones incorrectas de documentos históricos habían decantado por imponer la hipótesis de que Amposta era un puerto de mar pero, como ocurre con Tortosa, si utilizamos el sentido común, el hecho de que sea puerto marítimo no significa que la línea de costa pase por allí".

De hecho, las comprobaciones de este equipo han superado esta hipótesis dominante: "Nosotros hemos encontrado testimonios que nos permiten afirmar que el mar llegó a la Isla de Gràcia hace unos 8.000 años, lo que nos permite afirmar que el delta tiene una edad mínima de 8.000 años", afirma.

Concretamente, lo que han hecho es estudiar sedimentos de hasta 20 metros de profundidad, analizando su composición para buscar aquellos materiales que permitan datar la antigüedad de los sedimentos a partir del método del Carbono-14.

"Los indicadores que hemos utilizado para hacer este estudio son unos protozoos que viven tanto en la superficie de los sedimentos de aguas marinas como en aguas de transición y que se llaman foraminíferos", explica Benito.

"Estos foraminíferos están considerados muy buenos indicadores biológicos porque tienen ciclos de vida muy cortos y, a la vez, forman una cáscara de carbonato de calcio. Cuando mueren pueden ser preservados relativamente de manera fácil en los sedimentos", añade.

Asimismo, también han comprobado que en los últimos 1.000-2.000 años el delta ha cambiado tres veces de desembocadura, un hecho que también se ha contrastado con cartografía antigua.

En cuanto a proyecciones de futuro, éstas sobrepasan su ámbito de estudio, pero Benito destaca que, atendiendo al pasado, "es importante poner perspectiva histórica en el hecho de cómo los sistemas naturales han tenido capacidad de adaptarse a cambios climáticos y, en este sentido, en 8.000 años, ha habido fluctuaciones del nivel del mar asociadas a forzamientos climáticos y el delta se ha ido adaptando".

Eso sí, en los últimos 200 años, la intervención del hombre, la construcción de los canales, la transformación de los hábitats, etc., hacen que el delta ya no tenga capacidad de actuar de forma natural para adaptarse, y afrontar esta nueva realidad es uno de los retos del delta en la actualidad.

El 'Simposio Internacional CLIMATE-SE 2015', organizado por el C3 (Centro de Cambio Climático de la URV en Tortosa), es el encuentro sobre cambio climático más importante que se celebrará en España este año, al que se han inscrito más de cien personas procedentes principalmente de España, pero también de Francia, Alemania, Portugal, Italia e incluso de Malí.